Ahí estábamos en el auto. Julian conducía y Rachel estaba en el asiento del copiloto; Mariana y yo atrás. Rachel encendió la radio y la puso a la frecuencia en la que ellos la tenían en su radio de bolsillo. La señal seguía muy fluida así que de ahora en adelante ese iba a ser mi método de información; igual, ya la estábamos usando. En la radio mencionaban acerca de las mutación que habíamos presenciado, pero ésta vez les pusieron nombres. "Forcs" eran los caminantes que desarrollaban masa muscular. ¿Por qué el nombre? debí ser porque la palabra sonaba pesada al igual como se veían aquellos zombies. También mencionaron otro nombre: "Sniffers", eran lo que tenían un agudo sentido del olfato y había uno más el cual nosotros no habíamos visto aún; le habían puesto "Killób" el cual advertían que era muy ágil. No sabíamos cómo era físicamente pero teníamos una característica.
Llegó la noche y aún no teníamos lugar para pasar la noche. Los nombres de mis padres retumbaban en mi cabeza, presentía que muy pronto los iba a encontrar pero no sabía cómo, eso me daba mucho más intriga. Quería encontrarlos lo más rápido posible pero a la vez me daba miedo ya que podrían ser una de esas cosas putrefactas. Agaché mi cabeza y los recuerdos con mis padres pasaban al frente de mis ojos. Mis ojos se encharcaron de lágrimas, Mariana me abrazó y mis lágrimas empezaron a salir.
—¿Qué pasa? —Preguntó Rachel con curiosidad.
—Son sus padres... No los encuentra desde que todo este apocalipsis empezó y teme lo peor —Respondió Mariana.
—Wow, cuanto lo siento —Dijo Rachel.
Tomé un suspiro, mis manos temblaban, por mi cuerpo pasaba un escalofrío, y eso no es todo, se me dificultaba la respiración. Sabía que si mis padres hubiesen muerto me iba a dar muy duro, pues yo los amaba y siempre pasábamos el tiempo juntos, tenía pocos problemas con ellos, en otras palabras, nuestra relación era muy fuerte. No podía dejar de pensar en ellos.
La noche se tornaba fría y las ventanas del auto empezaban a empañarse. El sueño me invadió; mis párpados los sentía pesados y ya todo lo veía doble, sin pasar mucho tiempo me quedé dormido.
En el auto todo estaba silencioso. Nadie mencionaba una palabra. Julian optó por poner un CD de música country que estaba encima de su cabeza guardado en un estuche. Ya el ambiente empezaba a cambiar.
En mi profundo sueño veía imágenes aterradoras de mis padres. Empezaba a tener una pesadilla. Veía a mi madre venir con un pan agridulce en su mano izquierda y café en su mano derecha... ese era mi desayuno favorito, lo peor comenzó... vi la cara de un caminante asomarse desde la nuca de mi madre a la vez que le mordía el cuello. Mi madre gritó a todo pulmón mientras caía al suelo. Al caer vi el cuerpo de mi padre con el estómago abierto y los intestinos afuera a medio comer. Yo retrocedía en shock con la boca abierta. No paso más de 5 segundos cuando se levantaron e intentaron atacarme. Yo me movía con brusquedad mientras dormía. De vuelta al sueño yo gritaba -¡MAMÁ POR FAVOR... PARA YA!, pero pasaba lo contrario, con más rapidez se acercaba a mí. Mi padre pego un salto y ambos caímos al suelo.
Forcejeábamos en el suelo. Mi madre se agachó y con sus manos empezaba a abrirme el estómago. En ese momento me desperté gritando con mucha fuerza. Todos en el auto se asustaron y Julian frenó en seco.
Estaba sudando, temblaba y no podía hablar. Estaba muy nervioso. Mariana al verme en ese estado se preocupó y preguntó:
—Will, amor ¿Qué te pasa?
—pee...pee...pesssaa...pessadi...lla —dije tartamudeando.
—William... tranquilízate —Expresó Julian asustado.
Rachel quedó sorprendida y se limitaba a hablar. Yo por otra parte mi mirada la tenía perdida. Esa pesadilla sin duda me había dejado un pequeño trauma que al parecer sería muy difícil de superar. Estábamos en la mitad de una carretera en la cual los faroles que estaban en los laterales parpadeaban. Mariana simplemente me abrazo y me acariciaba la cabeza tratando de que me tranquilizara. Pasados 7 minutos podía hablar fluidamente.
—Ahora sí, cuéntanos... ¿Qué paso? ¿Qué viste? ¿Qué soñaste? —Preguntó Rachel.
—Mis padres se convertían en esas cosas y me atacaron. Tengo miedo de encontrar a mis padres—Contesté con voz quebradizo.
En ese momento necesitaba mucho apoyo pues había infinitas probabilidades de encontrar a mis padres muertos y caníbales. Esos engendros del infierno habían arruinado nuestras vidas totalmente.
Respiré profundo y me empecé a tranquilizar. A lo lejos escuchamos unos gritos escalofriantes de esas cosas, Julian no lo dudó ni un instante y aceleró. Llegamos a un centro comercial muy grande con las puertas bastante dañadas. Debíamos pasar la noche en cualquier parte y sentirnos más seguros. Bajamos del auto armados y dispuestos a inspeccionar el lugar. El lugar constaba de 6 pisos puesto que era uno de los centros comerciales más importantes por decirlo así de la ciudad. Todo era oscuridad. Afortunadamente en la entrada había linternas en una vitrina las cuales vendían y aprovechamos y las amarramos con una cuerda fuertemente en la parte inferior del cañón de las armas.