El temblor tomaba fuerza cada segundo que pasaba, mis compañeros se despertaron y el pánico en un abrir y cerrar de ojos los abrazó.
—¡¿Qué es lo que está pasando?! —Gritó Mariana.
Nadie respondió. Estábamos tan asustados y con el pánico muy en alto para darnos cuenta de que alguien había preguntado algo.
Bajamos del auto a toda prisa, Toby ladraba como loco, yo temblaba demasiado y los postes de luz se movían de un lado a otro; parecía que se fuera a caer alguno sobre nosotros. El terremoto cogía más fuerza y abordamos el auto de nuevo para irnos a un lugar mucho más seguro... Algunos dirán que fue algo estúpido, pero fue lo que se nos ocurrió en ese momento. El auto encendió y aceleré lo antes posible.
Escombros caían al suelo, algunos cables de luz chispeaban debido a que algunos postes cedían, todo parecía una película. El auto empezaba a perder el control por el movimiento de la tierra, frené en seco, las llantas traseras derraparon y por poco nos estrellamos.
El movimiento de la tierra empezaba a menguar, el auto era más fácil de maniobrar y todos nos estábamos calmando. Bajé un poco la velocidad y sin esperarlo el parabrisas trasero estalló. Un enorme escombro había caído justo detrás del auto provocando un fuerte movimiento, un empujón violento y un sonido extremadamente ensordecedor. Toby pegó un salto hacía mí del susto que le había dado, Julian y Rachel se cubrieron de inmediato sus cabezas; los cristales rotos caían adentro y fuera del auto, la abolladura que el objeto contundente había dejado en el auto era bastante notoria. Algunos alimentos se aplastaron pero igual se podían consumir. El auto se detuvo por completo y mi cuerpo estaba paralizado por el susto tan repentino que había sentido.
El temblor cedió. Todo estaba a la normalidad y bajamos para ver el daño material que se había causado. Había caído un pedazo de pared de un apartamento, menos mal no había impactado en el techo o en el capó, eso si nos jodería el transporte. Había que reparar el daño pero eso sería después ya que estábamos un poco nerviosos y no teníamos los materiales en ese momento. El desastre del terremoto dejó a la gran mayoría de edificaciones agrietadas.
—Eso estuvo muy cerca —Dije.
Toby se sentó a mi lado respirando con la boca abierta, le acaricié su suave cabeza y me lamió la mano. Aquel amigo era muy tierno y su cariño animal nos sentaba de maravilla; sin duda, el dulce perro encajaba a la perfección en nuestro pequeño grupo de supervivencia.
Poco tiempo después se nos antojó comer para alimentar nuestros estómagos vacíos y así tener energías para seguir adelante. Toby movía su cola de un lado a otro y en su cara mostraba una notoria sonrisa de oreja a oreja. Mariana le dio un poco de lentejas enlatadas en un pequeño vaso ya que no teníamos platos ni comida para perro. Se sentó junto a Rachel, la miro y empezó a comer a la vez que nos acompañaba en la comida.
Al terminar, decidí comentar un tema muy importante a mis amigos. Era el de salir de la ciudad y buscar un refugio o un lugar para vivir tranquilos como en el campo, una ciudad protegida o algo por el estilo.
Subimos al auto y comencé a hablar:
—Creo que deberíamos salir de la ciudad a buscar otro estilo de vida. Esto de desplazarnos de un sitio a otro sin rumbo fijo me está cansando.
Todos intercambiaron miradas y Rachel dijo:
—A mí también me pasa lo mismo y creo que a Julian también. Es como dar vueltas en círculos... Debemos buscar un lugar para quedarnos y que sea pacífico. Sin ninguna de esas cosas rondando por ahí.
Todos estamos a favor de dicha idea, ahora tocaba llenar el tanque de combustible y seguir con nuestro camino.
Llegó la tarde y el día empezaba a apagarse. Una tormenta se acercaba tornando las nubes grises y unos cuantos truenos que se escuchaban muy fuerte.
Nos acercábamos a la salida de la ciudad, Toby dormía en las piernas de Mariana, Julian conducía el auto, Rachel estaba en el asiento del copiloto tomando una siesta y yo recordaba los momentos que había pasado con mi familia, la ruta que Julian estaba tomando era la misma que tomaba el bus cuando iba de viaje con mi madre. Aquel recorrido me daba nostalgia a la vez que veía los tristes paisajes por la ventana.
Julian se detuvo en una estación de gasolina para ir al baño. Yo y Mariana bajamos también para llenar unos cuantos galones que se encontraban dentro de una caseta donde vendían aceites, lubricantes y comida para llevarlas con nosotros. De un momento a otro escuchamos un gruñido muy cercano, Mariana y yo nos agachamos en seguida para escondernos puesto que no teníamos armas para afrontar a cualquier caminante en ese momento. De una de las esquinas de la caseta salieron dos Killóbs, uno caminaba a cuatro patas y el otro normalmente.
Uno de ellos tenía los ojos colgando por el nervio óptico y el otro los tenía aplastados. Sospechaba que no podían ver así que me levanté un poco y di un paso muy lento hacia atrás. No había notado de que el suelo estaba lleno por piedras muy pequeñas, parecido a arenisca o algo por estilo, así que produje un sonido de arrastre y ambos Killóbs voltearon su rostro bruscamente hacia mí. No moví ni un músculo, Mariana me hacía señales con las manos indicándome de que me quedara quieto, mientras el que caminaba erguido se acercaba a mí lentamente con baba saliendo de su podrida boca haciendo sonidos bajos con carácter agresivo. Estaba ya a dos pasos de distancia de mí, su cuerpo me daba mucho asco y el olor que percibía era horrendo. Dio un último paso hacia mí y yo alejé un poco mi cabeza, al más mínimo ruido atacaría sin importar lo que fuera. Acercó su putrefacta cara hacía mi pecho, contuve la respiración con mucho miedo y con los pelos de punta; era el contacto más cercano que había tenido con una de esas cosas, su cara ascendía hacia mi rostro, cerré los ojos y miré hacia arriba con mucha suavidad. El Killób emitió un gruñido fuerte y creí que me iba a morder pero no lo hizo. Mariana lanzo una piedra hacia una ventana que se encontraba a mis espaldas, el Killób alzó su mirada con brusquedad nuevamente y corrió hacia ella empujándome haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo.