Llegué a mi casa, estaba ansiosa por contarle a mamá lo que había hecho, desde que entré tomé a mi mamá de una mano y con una seña le dije que me siguiera, nos metimos a mi cuarto, mi mamá se sentó en mi cama y yo tomé una silla sentándome frente a ella.
— Mamá no va a creer lo que hice —dije.
— ¿Qué hiciste? —preguntó curiosa.
— Es que hoy me encontré de nuevo a Mairena.
— ¿Cómo así? El de la otra empresa, al que le diste la carta de renuncia ¿verdad?
— SÍ.
— ¿Qué pasó?
— Pues como le conté lo de la otra vez de la cafetería, pues hoy que fui a comprar los zapatos me lo encontré y me dijo que si hoy pues lo de la invitación y le dije que sí entonces……
Le conté con pelos y señales, mi madre solo me escuchaba sin interrumpirme cuando finalicé nos pusimos a reír.
— Mamá en definitiva me estoy volviendo loca.
— No. Solo es que él te llama la atención y viceversa.
— ¿Ah?
— Sí, así como escuchas, por todo lo que me has platicado y lo que me has dicho pues él te gusta así de simple, y por lo visto tú a él también.
Quedé observando a mi madre como que me estuviera diciendo algo imposible.
— Mamá ¿cómo va a ser eso posible? No nos conocemos, no conversamos, hasta ayer que lo hicimos y usted me sale con eso —me senté en la cama, ya que ella se había puesto de pie.
— Dije que se gustan, no que están enamorados, esa es otra cosa, gustar es que la persona te llame la atención, sientas interés. Bueno al menos ese es mi concepto.
— No, no y no… mejor vamos a cenar.
— Bueno, pero no te pongas así, ni que te vayas a casar por ese simple hecho, además ni que fuera anormal, eso a cualquiera le pasa, e incluso llegará el momento en que te enamores de alguien.
— Vamos a comer mejor mami.
Nos fuimos a cenar. Lo que mi madre había dicho para mí era inconcebible, pero claro ella con todos sus años vividos por algo lo decía.
Ն•
Ya en el trabajo ofrecía un aspecto terrible, no pude dormir bien tuve pesadillas toda la noche, además lo que mamá me dijo me quedó sonando.
Cuando la hora del almuerzo nos llegó estaba de lo más tranquila conversando con Lisa cuando el licenciado Guillermo se nos acercó y sentó en la misma mesa.
— ¿Puedo acompañarles verdad, jóvenes?
— Claro, jefe —soltó Lisa muy sonriente.
Yo no dije nada, solo me concentré en mis alimentos, ellos se pusieron a parlotear en tanto comían. No sé, pero ese hombre no me agradaba nada.
Llegamos a la oficina y me dediqué a realizar mis deberes, además estaba estudiando todo lo que mi jefe me decía, no sé, pero pude notar que cambiaba ella conmigo. Eso en definitiva era bueno.
La jefe me reclamó en su oficina y me anexó una función más la cual estaba ella supervisando. Los asedios de Guillermo me fastidiaban, pero descubrí que, Lisa se sentía atraída por su jefe, ya que cada vez que el me trataba ella ensombrecía el rostro, además era una alegría que se le notaba al hablar con él.
Ն•
Un viernes cuando llegué a mi casa, me sentía cansada, había sido un trabajo extenuante, lo que me alegraba era que el sábado caía en día feriado por lo que tendría día libre. Entré a mi cuarto y me arrojé a mi cama, abrasé mi almohada como algo apreciado, cuando en eso sentí que mi celular vibró en la bolsa de mi pantalón. Con suma pereza la saqué al ver la pantalla fruncí el ceño —un número desconocido— pensé. De lo más tranquila abrí el mensaje.
“Hola Karina, disculpa molestarte, pero me acordé de nuestra salida y se me ocurrió saludarte.
Puede que te parezca un poco bobo, pero así fue.
Atte.: Misael Mairena”
Me quedé boquiabierta al saber del remitente. Reaccioné en unos minutos y me dispuse a contestarle
Karina
Hola, no sé preocupe… y gracias por querer saludarme.
Misael
De nada, fue una plática amena, no se sorprenda.
Karina
Para nada estoy sorprendida.
Misael
Mmmm… ya. ¿Alegre porque mañana no hay trabajo?... Bueno yo sí ☺.
Karina
No le niego, necesito el descanso ☺
Misael
¿No le gustaría repetir la salida?
Karina
No puedo, tengo un almuerzo en mi casa, con mi familia materna.
Misael
Mmmm… Muy bueno.
Bueno, otro rechazo.
Lo bueno es que no son exclusivos.