CAPÍTULO DIECISÉIS

Inquietud

—¿Cómo lo supiste?— pregunto en cuanto salimos de la ciudad, Blake estaba negado a hablar durante permaneciéramos ahí.

El trayecto fue en silencio. No un silencio tranquilo. Era uno tenso. Quisiera decir que estamos tranquilos por haber salido pronto de ahí, pero simplemente hay inquietud.

No fue hasta que salimos que sentí que estaba más calmado.

—Ahora no, Morgan. —en cuánto salen sus palabras blanqueo los ojos y resoplo. Él gira confuso hacía mí.

—¿En serio, Blake?, ¿“Ahora no”?

—Morgan…

—Blake, no necesito que te guardes todo para ti solo. Sabes que puedes confiar en mí. — no dice nada— ¿Por qué simplemente no me puedes decir que es lo que sucede?, no me importa que tan malo o bueno sea, lo único que necesito es que puedas contármelo.

—No es que no confíe en ti, Morgan.

—¿Entonces?

—Solo quiero asegurar que estamos bien y después hablar. Quiero que estemos juntos y seguros de que no hay algo malo alrededor y poder hablar, discutir y planear sin ningún tipo de presión sobre si algo nos matará en el siguiente instante.

Guardo silencio y me encuentro apenada. Tiene razón, mucha razón. Solo es que… a veces siento que no dice muchas cosas, he aprendido que uno no revela todos sus secretos inmediatamente a las personas, algunas necesitan tiempo. Solo es cuestión de paciencia y confianza. Pero con Blake encuentro la necesidad de querer saberlo todo.

—Vaya, en esta ocasión tienes razón. Lo siento— murmuro, apenada. Desvío la vista y mejor me concentro en el paisaje por el que atravesamos.

—Se que no te cuento las cosas enseguida. Y lo lamento por eso, pero hay cosas más importantes que eso.

—¿Salvar nuestra vida?

—Por ejemplo.

—Esta bien. Pero quiero que sepas que siempre puedes contarme lo que quieras. No importa si es de los demons o cualquier otra cosa.

El viaje continúa en silencio y en después de un rato consigo quedarme dormida.

—¿Y tú quien eres?

—¿Cómo para qué quieres saberlo?

—Para robar tu identidad— digo con sarcasmo y él ríe.

—Blake. —responde finalmente.

—Blake— pruebo su nombre y lo digo varias veces probándolo. Y después sonrío.

Miro las dagas que trae consigo y me fascino con ellas.

—¿Puedo?

—Si, claro. —dice con sarcasmo, trata de decir algo más, pero una figura se atraviesa y le impide hablar.

—Lo mejor es que despiertes— interrumpe una voz melodiosa, una voz que he escuchado cientos de veces.

—¿Por qué?

— Por que los sueños no se deben tomar con tal ligereza. A mí parecer son señales, visiones, deseos. Son mensajes que tiene un gran significado.

Apenas y abro los ojos miro que el sol está saliendo, el amanecer se mira de lo más hermoso y relajante, aún hay una mezcla de colores en el cielo.

Seguimos en la carretera, Blake está conduciendo y nuestra mascota está dormida en la parte de atrás.

Bostezo ruidosamente, dándole a sabe a Blake de que ya estoy despierta. Cierro los ojos unos segundos y entonces comienzo a recordar lo que soñaba.

Las imágenes comienzan a soltarse de golpe en mi mente. Una tras otra. Murmullos inconfundibles y la maldita voz suave, tranquila y hermosa.

Paso saliva con dificultad y observo a mi compañero de viaje.

Los sueños solo son eso. Solo son sueños, ¿Cierto?

Trato de convencerme de ello.

Esto está resultando raro, la mayor parte del tiempo yo no recuerdo que es lo que sueño, solo recuerdo susurros y vistazos de bosques. No puedo ser que justo ahora recuerde que es lo que soñé.

Y lo que dijo al último es inquietante. La mayor parte de las personas no le dan tanta importancia a lo que sueñan, creo que debería hacer lo mismo que ellos.

No creo que haya algo importante en lo que veo mientras duermo.

—Por fin despiertas— comenta desviando la atención de la carretera.

Sonrío.

—¿A dónde nos dirigimos? — cuestiono.

—Creo que es hora de ir al segundo bosque. Un secreto nos espera. — termina curvando sus labios en una sonrisa.