—Has cambiado de parecer— me dice la pequeña cuando le doy alcance como si supiera qué ocurre. No había avanzado mucho pues la muerta pesaba demasiado para su escasa fuerza. Intentaba contener una sonrisa, pero era muy notoria y me ayudaba saber que era de su agrado.
—Creo que tienes razón, aunque sea a medias sobre tu basura de ser Humano —le digo, sintiéndome raro al escuchar mi propia voz. Comenzamos a andar, tomando la dirección que ella llevaba, aunque casi aseguro que no sabe adónde va. Tomo un brazo del fiambre.
—Lo sé, lo sé— sonríe o algo parecido. Se puede apreciar poco una sonrisa en una cara con tan poca grasa, pero ese gesto me hace sentir bien y a salvo por un momento.
—Tampoco estés tan segura —le dije, para que no guardara tantas esperanzas—. La porquería del mundo es contagiosa y causa metástasis.
—Tengo la certeza de lo que te dije, así como de que nadie busca la muerte porque la desee. La tiene como la última opción, como un acto de cobardía o como algo que se hace por alguien a quien se ama con locura. Cosas que se traducen en una sola: el cuerpo no quiere morir. El suicidio es un invento humano que, como el fuego, no forma parte de su identidad. No quieres morir. Créeme.
—Eres muy elocuente para ser tan joven —le dije entornando los ojos y evitando una sonrisa.
—¿Joven? La juventud es un engaño contextual. Cuanto te acostumbres a la identidad de las personas que no tienen alimento, te pareceré de mi edad. Así que no es un cumplido.
—¿Entonces eres más joven o más vieja de lo que te ves? —digo mientras acomodo los dedos alrededor del brazo de la muerta que se resbalaba por el sudor.
—Como hace tanto que no contemplo mi rostro, sólo diré que paso de los veinte. Los conceptos de juventud y vejez hace mucho que no me importan. Lo que interesa es la capacidad para sobrevivir. Las abstracciones son cosas del pasado, el presente es un mundo físico en absoluto. Antes decía que la violencia comenzaba cuando se acaban los argumentos y en un mundo sin argumentos, la violencia es lo único que queda. Así que éstos ya no significan nada y la elocuencia es un lujo innecesario, pero me alegra poder hablar con alguien sobre cosas más allá del mundo físico.
Esta mujer, que no parecía tan mujer, tan niña, tan nada; me hacía sonreír, cosa que como las palabras creía que ya eran innecesarias. Escucharla hablar me hace sentir que mi respiración no es tan automática. Yo también pienso que la comunicación sirve para poner en común, pero yo veo un mundo tan desigual que ya no la consideraba menester.
Esta persona no es tan diferente a mí. Los estereotipos no debían cumplirse más. Ser hombre, ser mujer, con belleza o carente de ella no implican verdaderas diferencias. La apariencia y el origen son indiferentes. El simple hecho de ser humano determina que eres dable de asaltar, matar, tortura, violar y sufrir cuanto abuso pudieras concebir. Al fin la Tierra conoció de lo que escuchó hablar por tanto tiempo a sus habitantes: Equidad.
Después de su turno de hable, un silencio incómodo se forma. Nos miramos a los ojos buscando una respuesta en el otro, a no sé qué pregunta, que sencillamente no aparece.
—Entonces… ¿A qué te dedicas? —pregunté en broma para romper el mutismo. La ex niña sucia y sin edad parece ruborizarse, después su rostro se contrae por la confusión y sacude levemente la cabeza, como para sacar un pensamiento.
—Eres un tonto —se ríe, “¿habrá hoy oficios que no sean antisociales?, pienso”, pero lo dudo. La niña sucia guarda silencio y su rostro muestra concentración. De pronto prorrumpe—… El clima se enrarece, ¿no crees?
No es como si no fuera raro per se: los días son abrasadores, el sol quema impíamente y las noches son regularmente muy frías; los climas son muy extremos, cada vez más. Antes había fenómenos naturales predecibles según la estación del año y de acuerdo a las señales inequívocas en el ambiente, que dan un margen de tiempo para prepararse; pero desde el gran sismo o Gran Evento, como muchos le llaman, el clima ha cambiado radicalmente, permanecer a cielo abierto puede resultar mortal. Las nubes se forman y se desvanecen rápidamente, dejando caer lluvia corrosiva que puede matar hasta de un solo contacto. No siempre es así, pero las nubes son más temibles que la mayoría de las cosas.
Comienzo a sentir de lo que ella habla. En este momento el aire comienza a tener un extraño calor. Veo la cara de la niña y creo que pensamos lo mismo. Lo que sigue es peligroso.