"Y simplemente comenzó un camino de búsqueda sin retorno, para hallar su camino y a sí misma. Lo único que ella sabe de su próxima aventura es que no va a volver de la misma manera en que se fue."
Lara
Odio despetarme tan temprano y aún más que me digan que hacer desde tan temprano. Así que ya empezamos mal, pésimo. Salgo de mi habitación hacia el baño del pasillo, pero me encuentro con que mi hermano, Daniel, está ocupándolo. Y suele hacerlo durante mucho tiempo, así que me planteo desayunar en casa, reparando en el hecho de que jamás desayuno en casa; sino, que en la escuela por que mi estómago no se despierta tan temprano. En vez de eso, regreso a buscar en mi armario lo que voy a usar hoy; esperando que el estado de recién levantada que ostento, no me dificulte la tarea.
Elijo un pantalón que va hasta por debajo de la rodilla, de color negro, junto con una remera lisa de color verde agua para combinar. Ya lista, salgo al pasillo y el baño por fin está desocupado así que entro, me lavo los dientes, me peino y salgo a recoger las cosas para el colegio. Lo bueno de estar cerca de él es que puedo ir caminando sin apuro. Generalmente, me encuentro en el camino con mi mejor amiga Jenny, así que por lo menos tengo con quien conversar y, de paso, no ir tan sola. Mientras vamos conversando, sale de repente con una pregunta extraña.
-¿Por qué aún no te has acostado con nadie?-dice de forma algo acusadora- Es decir, no es que sea obligatorio, lo sabes. Pero quiero saber si has cambiado de opinión con respecto a la última razón que me diste- Es muy, muy curiosa.
Yo suelto una carcajada, porque no puedo creer que esta sea la sexta vez que se lo tengo que decir en lo que va del año. Así que le contesto lo mismo que le dije la última vez:
-Me parece que ya te había dicho que no iba ha cambiar de opinión,- comienzo con una sonrisa- pero te lo repito. ¡Estoy esperando al indicado!-exclamo justo cuando van pasando dos chicas por nuestro lado que nos miran como si estuviéramos locas.
Creo que Jenny está harta de que siempre le diga exactamente lo mismo.
-¡Pues empieza a buscarlo!-dice con un gesto de desesperación-Tienes que experimentar lo que se siente estar con alguien a un nivel tan íntimo. ¡Pero ya!
Ella cree que no lo busco porque no quiero, pero creo firmemente en que cuando no buscas algo, lo encuentras como a las llaves de tu casa que siempre se caen en el mismo lugar y que tú olvidas.
-Jenny, tu preguntaste por un motivo y yo te lo dí- mascullé con hartazgo- No quiero seguir hablando del tema.
Por eso, simplemente espero encontrarlo sin buscarlo sabiendo que cuando eso pase no será un accidente, porque estos no existen. Sino que será lo que tenga que ser porque yo me he llevado hasta ese momento con mis decisiones. Así con ese pensamiento, ya comienzo a ver el jaleo de vehículos que me indica que ya estamos terminando nuestro paseo matutino y que el lunes está a punto de empezar. Allá vamos...
★★★
Fue tedioso tener que resumir seis páginas de un texto en una materia que me resulta odiosa. Peor es cuando piensas en cuanto te gustaría poder leer el libro que tienes en casa debajo de tu almohada, lo bueno es que eso ya pasó y que lo bueno viene ahora.
Los lunes y viernes en la tarde, soy voluntaria en la biblioteca pública de la ciudad así que hoy toca, por fin.
Cuando llego, me recibe Betty, que es la directora de la biblioteca que tendrá, no sé,¿cincuenta o cincuenta y cinco años? Ella siempre tiene esa sonrisa de persona con experiencia que no sé describir con palabras, no obstante, con ese gesto ya me levanta el ánimo.
-¡Betty! ¡Betty!-saludo con entusiasmo y me acerco a ella con los brazos abiertos-¡¿Cómo estás!?
-¡Shhhh! ¡Que estamos en una biblioteca!-susurra apurada, no me había dado cuenta de que lo había dicho tan alto.
-Lo siento, lo siento- murmuro con una sonrisa y tapándome la boca-¿Cómo estás?-repito.
-Estoy bien.¿Y tú?- me pregunta ya más tranquila.
-Genial, yo estoy bien. ¡Gracias!-contesto mientras veo que ella se está arreglando el cabello-¿Qué tienes para mí hoy?-pregunto muy ansiosa porque siempre lo estoy.
-¡Ah, si! Te tengo una noticia...
-Dime, dime-dije ansiosa-¿Qué sucede?
¿Será que por fin van a traer los libros para completar las sagas que nos faltan? Porque la gente en este lugar jamás puede terminar de leer las sagas de los libros que se llevan porque no están en las estanterías.
-Sucede que como ahora las bibliotecas deben trabajar en conjunto con los colegios, resulta que también somos los receptores de los castigados- a esto último lo dice apretando los dientes- Y pues esa será tu primera tarea del día, encargarte de uno de ellos.-me dice alzando los hombros, como si me dijera "lo siento" sin palabras.
La verdad es que no me molesta ayudar a alguien con su castigo, el problema estaría en que nos llevemos bien. Con respecto al trabajo en conjunto con las escuelas, sabía muy poco y por rumores. Nada más.
-De acuerdo.¿Ya llegó?-pregunto para saber si me encargo ya mismo de eso o de otra cosa que haya mientras tanto-Así voy ahora.
-Aún no llega, es más, ya debería estar aquí.-responde mirando su reloj-No importa, ve a organizar los nuevos libros que yo te aviso cuando llegue.
Me voy dando la vueta mientras le digo que sí. Ordenar los libros me fascina porque puedo ver sus portadas, leer su argumento y sentir ese olor a nuevo que forma parte de esa magia que esconden. Y sin darme cuenta, me centro de lleno en ordenarlos.
Ivan
Se suponía que iba a lograr escaquearme de la posibilidad de un castigo, pero no lo logré. Todo por mantener mi honor. Se suponía que nadie se iba a enterar de que yo fui quien le sacó los tornillos a la silla del profesor. En fin, como castigo debo ir durante un mes los días lunes y viernes a la biblioteca de la ciudad para cumplir con mi castigo, pero hoy no pienso pisarla. Ni hablar. Hoy tengo que preparar una fiesta y tengo suficiente motivación para hacerla. No puedo perder el tiempo yendo a bibliotecas.