El Diablo Armado

4. Producto de la provocación

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Capítulo IV

Una vez en su casa, Griege decidió ignorar por completo a Steven, y dejó el trabajo a un lado, para salir a dar una vuelta.
Se le ocurrió llamar a Sam, que supuestamente ya estaba recuperada del ataque provocado por el gremio de Steven.
Ambas quedaron en una pizzería, y Griege entró en su habitación para prepararse.
Se desnudó y se dio una ducha para quitarse el olor a muerto que la rodeaba. Después, llegó la hora de elegir ropa, y avanzó hasta el armario envuelta en una toalla.
Como era una salida medianamente normal, Griege decidió vestirse de una manera distinta a su habitual "uniforme" de lucha –compuesto por una sencilla camiseta negra ajustada que facilitaba todo tipo de movimientos, y a veces acompañada por una chaqueta negra. También añadía al conjunto unos pantalones de cuero negros, con varias aberturas para armas. Botas altas normales, correas para los sables, fundas para cuchillos y una pistola completaban su uniforme –.
Después de varios minutos pensando, y tres hablando con Sam, se decidió por un ajustado vestid negro algo escotado, que había sido regalo de Sam. Le ceñía justo la parte inferior de los pechos, y luego la tela caía hasta la mitad del muslo. Se colocó un cinturón de cuero con un fuerte alambre grueso camuflado entre el material, y se calzó sus botas altas, más que nada para guardar alguna que otra arma.
Griege cogió el móvil, y leyó el mensaje de Sam:

Quiero verte con los tacones que te regalé :)

Mierda. Griege cogió los tacones de terciopelo negro del fondo de su armario, y los observó con un aire crítico. Tenían un tacón de infarto, y una plataforma de unos cuantos centímetros. Cubría sólo los dedos de los pies, pues lo demás estaba al descubierto, sujetado por una fina cadeneta alrededor del tobillo.

Ni loca iba llevar eso. Se tropezaría antes de poder dar un paso.

¡¡Porfiiiiii!! Tienes q estar sexy, q hoy nos vamos de fiesta. Maquíllate y péinate a no ser de q quieras q lo haga yo.

Vale, con esa amenaza bastaba. Suspirando, Griege cedió y se colocó los tacones. Al principio se tambaleó un poco, pues no solía llevar tacones pero recuperó el equilibrio en seguida.
A regañadientes, hizo lo que Sam le pedía y se maquilló un poco, sin exagerar. Resaltó los tirabuzones negros de su pelo, y después se colocó todas las armas posibles.

No podía llevar los sables, eso era obvio, pero además del cinturón y látigo se puso una funda en el muslo donde llevaba dos cuchillos pequeños.

Se miró al espejo por última vez, lamentando el no poder llevar más armas. Suspirando, cogió su chaqueta y salió de casa.

Sam ya estaba esperándola, y la recibió con alegría.

—Mmh... Griege, que sexy —rio ante la mueca de ésta.

Griege sonrió, mirando a Sam
Estaba preciosa, con su vestido plateado, los tacones y su pelo rojizo suelto.

—En serio, mírate —dijo Sam, sonriendo —. Estás alucinante. Hoy conseguirás sin problemas a varios hombres.

Griege rio junto con Sam, aunque a ella de momento no le interesaba especialmente eso.

Llegaron a una especie de pub, y nada más entrar, el sonido, las luces y el ambiente recargado le pusieron a Griege los pelos de punta.

—¿Qué sitio decías que era este? —preguntó Griege, en la entrada.

—Es "exclusivo" para los gremios —respondió Sam y señaló una gran caja, custodiada por dos hombres —. Tienes que dejar las armas ahí.

A Griege no le gustó mucho el tener que librarse de sus armas, pero dejó los cuchillos, quedándose con el cinturón.

Cuando entraron, Griege pudo reconocer a gente de su propio gremio, y de otros. El ambiente estaba totalmente mezclado con diversión, sexo y disputas.
De hecho, había de todo en cada esquina. Podías encontrarte con una pareja teniendo sexo en un sofá cercano, o a tres liándose a golpes.

Griege supuso que la razón por la que nadie se quejaba, era por la que aquí, en este sitio, cada uno era libre de hacer lo que quisiera.

Repasó con la mirada a toda la multitud, mientras esperaba a que Sam pidiera en la barra.

—Griege, ¿ese no es Steven Nowell? —le gritó Sam a Griege, para hacerse oír entre la gente; y señaló un rincón apartado de donde ocurría la acción.
Allí vio a Steven hablando con dos hombres, y a tres chicas junto a él. También estaba Shade, algo más alejado, liándose con una rubia voluptuosa.

"Mierda" se maldijo Griege y justo cuando iba a retirar la mirada, Steven vio a Griege. Esta mantuvo la mirada, desafiante.
Steven le dio un largo repaso de arriba a abajo, y volvió a concentrarse en su conversación, ignorándola.

Sam silbó, acercándose.

—Menudo repaso te ha dado —le dijo sonriendo con malicia, y le tendió un vaso con una bebida sospechosamente extraña.




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