Cristian.
Comenzar mal el día siempre ha sido un problema para mí, desde que me deja el autobús y tener que caminar hacia el instituto, hasta tener un accidente completamente tonto y terminar en el hospital.
Hoy no fue la excepción y terminé en el hospital gracias a que aún estaba medio dormido y me resbale por las escaleras, lo mejor fue que quede inconsciente y me quebré el brazo derecho y voy a tener que usar un maldito yeso por más de dos semanas.
Definitivamente la suerte hoy no está de mi lado.
-¿Por esta tontería me mandaron a llamar?- Ahí estaba mamá enojada por culpa de una estupidez más de mi parte, a veces creo que no debí de venir a este mundo si solo soy una molestia para ellos.
-Estoy bien mamá, nada más me caí por las escaleras y termine con un brazo quebrado he inconsciente gracias al golpe que recibí en la cabeza, gracias por preocuparte por mí- respondí de manera sarcástica, a lo que ella volteo los ojos expresando más su enojo hacia mí.
-Mañana te dan de alta, por lo tanto descansa hoy y mañana pasamos a recogerte-Me vio de reojo y se fue, ni siquiera se preocupo por como me sentía yo, por si quería un abrazo o un beso, nada más se preocupan por la imagen de la maldita familia y la de ellos.
Estaba totalmente solo en este mundo, no tenía amigos, mí única amiga se fue para Estados Unidos y allí falleció en un accidente, mi familia no me quería y ni que decir de alguna pareja, no soy tan atractivo como para llamar la atención de alguna chica, nadie se fijaría en un chico flacucho, con ojeras, ojos cafés, cabello negro y el fantasma del instituto, nadie notaba mi presencia y cuando la notaban era para molestarme o para golpearme sin razón alguna, a veces siento la necesidad de desaparecer para siempre o irme lejos de aquí.
Mi mejor amiga me hubiese dicho que todo estaría bien y que intentara seguir adelante tras los problemas, pero ya no está aquí para llorar en su hombro y pedirle algún consejo, siempre sabía cómo ponerme de buen humor o hacerme olvidar mis problemas por un rato.
Fui interrumpido por mis pensamientos debido a la persona que entró a mi habitación, era una joven enfermera, de ojos celestes, cabello rubio, estatura promedio y una hermosa sonrisa.
-Joven es hora de descansar, mañana te daremos de alta, tus padres pasarán por ti a las 8 am- No esperaba que vinieran por mi, es más probable que manden al chófer a que me quieran venir a recoger, seguro van a excusarse y decir que están muy ocupados para venir por una tontería, al igual que me lo hizo saber mi madre está mañana.
-Gracias enfermera- Mencione desmotivado y como pude cerré los ojos cuando ella apagó la luz.
En realidad no pude dormir toda la noche, los ruidos de los otros pacientes y el miedo que tenía por estar en ese lugar no me dejó dormir, en realidad era horrible dormir en un hospital, no entiendo cómo hacen los pacientes que tienen que pasar días aquí o lo que les queda en este mundo, en el caso de las personas que tienen alguna enfermedad terminal o problemas muy graves en su salud.
Tampoco pude dejar de pensar en cómo sería mi vida con amigos, pareja y una familia que me quisiera y no me juzgues por cualquier tontería con la típica frase de “Es lo mejor para nuestra familia y su prestigio”.
Todo era un simple sueño, algo que nunca iba a ocurrir, como lo dije anteriormente estoy solo en este mundo y como vine solo, solo me voy a ir.
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-Buenos días dormilón, es hora de levantarse, cambiarse de ropa para irte a tú hogar- Hablo alguien que me parecía algo familiar, era la doctora que estaba a cargo de mí, era señal que debía irme de este lugar tan fastidioso.
-En cinco minutos estoy listo- Quería pero a la vez no quería irme de este lugar.
Al salir de la habitación me sorprendió el echo de ver a mis padres esperando por mí, firmaron unos papeles y nos montamos al lujoso coche de mi padre, el silencio no duró mucho por mamá.
-Hijo tenemos que irnos de aquí lo antes posible.- Hablo mamá algo preocupada.
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