Capítulo 3
Cuantas tonterías se pueden decir contal de impresionar a alguien. Retome mi camino adentrándome a casa dejando atrás a todos.
Había pasado los días y toda la monotonía seguía en pie o eso pensaba; tomando mi pequeño bolso lleno de muñecas con juguetes para cocinar y resto de cosas con las que no solía jugar, las lleve al patio delantero de la casa en el que organizaba todos los juguetes como si de una mansión se tratase, pero esto solo lograba entretenerme un poco, ya que luego de organizarlos simplemente los guardaba de la misma forma en como salían.
No me parecía divertido jugar sola, sentía esa soledad de la cual solo me quería deshacer; sin embargo, mi atención fue llamada por la conversación que Mama Yenis tenía con alguien por teléfono.
Mama Yenis:el próximo año ella entrará a un grado superior que él, ¿cómo harás con Alex?
Estaban hablando de mi entrada a mi siguiente grado y el tema a discusión era mi primo, quien entraría en un grado menos que yo. Por lo que ya no estariamos juntos como antes.
Mama Yenis: si está bien, yo pasare entonces por Ángela cuando salga del trabajo. Adiós
Al terminar la llamada Mama Yenis dejo su teléfono a un lado de la cama y se dirigió al cuarto de su hijo mayor Kevin, el cual siempre se la pasaba en su cuarto encerrado o simplemente salía en su auto a realizar diligencias suyas o de su madre.
Yo mientras tanto tome mi bolso de juguetes y lo lleve nuevamente a mi habitación o más bien la habitación de su hija menor, quien se encontraba en Barranquilla estudiando medicina. Deje el bolso en una esquina de esta y simplemente me tumbe en la cama mientras miraba el techo, el silencio y la soledad invadía la habitación como si las frías noches no fuesen suficientes.
El primer día de clases empezó y esta vez era Mama Yenis quien me llevaba caminando hasta la escuela, ya que quedaba cerca de casa, me dejo en el portón y simplemente entre llegando directamente a la dirección para ser asignada a un salón de clases.
Este sería el de la profesora Lucy, quien ya contaba con una edad bastante adelantada. Mi puesto ya no sería el de adelante, así que tome mi bolso y me senté en la última silla sobrante junto a un niño llamado cesar, quien minutos despues de hablar un poco y en medio de un accidente aplasto mi dedo con su silla.
Maldije el momento en mi mano, se posicionó cerca de su silla y todo por escuchar su conversación con las niñas de atrás con las que al parecer ya había tratado antes y esto lo digo por su nivel de confianza en la conversación.
Una semana después de mi entrada al salón asignaron los puestos y el mío no era nada menos y nada más que el puesto enfrente de la profesora, esto se debió a la petición de Mama Yenis para que yo tuviese el rendimiento académico que ella esperaba.
El tiempo pasaba y aún no era amiga de nadie, todos compaginaban superbién con todos, a excepción de mí, quien se la pasaba sola en los recesos. Contadas veces me invitaban a las “comiditas” en las que todos los integrantes colocaban sus meriendas en la falda de alguien y de allí comían, pero creo que era una de las ideas más tontas a las que podía aceptar, ya que yo era la más estafada hay por solo dejarme tomar dos pequeños trozos de galletas mientras los demás se comían el resto.
Aunque nadie me obligara a hacerlo, accedía para hacer nuevos amigos, pero esos amigos nunca llegaron. Podía pasármela con mi primo, pero no entiendo por qué, simplemente lo ignoraba en la escuela, él se la pasaba con sus compañeros al ver mi rechazo de estar con él, por lo que no tenía opción.
A mitad de año mi atención empezó a posicionarse en un niño de cabello un tanto mono, ojos café claro, sonrisa picará, labios de un color un tanto rojos, alto para su edad, era perfecto; su nombre era Leonardo, tenía 7, un año mayor que yo, sin embargo, me atraía bastante tanto como para escribirle una carta expresando que me gustaba.
Pero esto no fue más que un error, ya que luego de leer la carta simplemente me miro para luego botar a la basura la antes mencionada. Supongo que debí dejar, hay todo lo que sentía por ese niño, pero una pequeña parte de ese amor permaneció en mi corazón, aunque mi mirada y expresiones reflejar frialdad con él.
Aunque en parte lo entendía, su amor platónico era María Paula, una niña mucho más alta que él, con cabello largo y un tanto subida de peso, pero este al igual que yo era rechazado por ella, aunque el no entendía lo que era el rechazo al seguir detrás de ella.
El 2010 culminaba cada vez más rápido y yo aún permanecía sola, al parecer era lo me esperaba en mi etapa escolar. En casa todo era solitario, me acostumbré a hacer mis tareas sola para poder bajar la carga de labores de Mama Yenis.
Mi tiempo libre lo tomaba para mirar la calle desde la ventana, permanecía en esta durante horas pidiendo salir a conocer el mundo que estaba allí afuera y no estar encerrada en las mismas paredes.La soledad al menos permanecía conmigo, siempre incluso luego de ser regañada y golpeada por votar algún utensilio escolar en clases.
Mama Yenis: tienes que aprender a cuidar las cosas, a mí no me regalan nada de lo que te compro - decía en un tono bastante elevado mientras me pegaba con la famosa correa de cuero a quien denominador la psicóloga.
Cada vez que perdía algo la psicóloga era con la que debía tratar, esos días eran los más largos para mí, y las noches pasaron de ser una tormenta a convertirse en el momento más esperado por mí. Podía sentir tanta paz y tranquilidad, tanto silencio, podía ver la estrellas, la luna, todo lo que mundo me tenía para mostrar, se encontraba allí afuera, sin embargo yo lo deleitaba desde la ventana de la habitación.
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Editado: 17.04.2023