Estos días me siento bastante tranquilo. Supongo que es porque ya dije todo lo importante que tenía que decir, y estos últimos días son un extra que me estoy tomando.
Me pregunto qué estará planeando La Rebelión ahora.
A mitad de diciembre terminaron los entrenamientos. Me llevaron de nuevo para los edificios y me reencontré con Juan y otros amigos.
— ¿De verdad no querés que te ayudemos a escapar? —Me preguntó Juan una última vez.
—No... Aunque creo que podrías ayudarme en algo —Respondí, y le expliqué la idea del diario detenidamente.
Me respondió que iba a hacer todo lo posible para ayudarme, y que tenían un infiltrado que seguro iba a conseguir lo que necesitaba.
Los últimos días los aproveché para despedirme de todos, y para hablar con Juan sobre mis amigos que quedaron afuera. Le conté sobre Heaven, sobre la guerra y sobre mamá. Él me escuchó pacientemente en silencio. Le pedí que si podía, los cuidara.
—Alejo y Lima... —Dijo Juan frunciendo el ceño cuando terminé de hablar—. No sé por qué esos nombres me resultan familiares...