Luz nos siguió, trotando, parecía que había comido un paquetito de azúcar otra vez. – a ver hija mía, necesito que me dejes asolas con tu tío, ¿ok?— su voz era dulce, el engreimiento era algo en lo que ella se especializaba. – bueno hermana, ¿no crees que tu hija, ya es grande?...
Luz movió la cabeza en acuerdo con lo que había dicho Amelia. Se retiró trotando, estaba muy alegre, una niña que deseaba, lograr grandes cosas. – tu sobrina, cada día es más lista –.
--vamos ella saco la inteligencia de su tío – hui sí, claro, si bien me acuerdo, su tío había olvidado donde había dejado el control remoto –oye vamos, no es necesario recordarlo. – pero eso es cierto Jasón. Grito Luz desde la sala.
Amelia se hecho a reír, ahora mi Luz se había revelado contra mí. – bueno hija un favor, ya no interrumpas, voy a hablar con tu tío Jasón.
Inesperada mente, Amelia cerró la puerta y se quedó mirándome fijamente,-- que paso Jasón, dímelo, tú sabes que yo te voy ayudar, pero al menos por favor dime que ocurre.
Mire a Amelia esperando una respuesta, su rostro ahora mostraba una expresión de decepción. Sabía que ella amaba que yo cumpliera mi sueño, además era una mujer viuda. Su esposo había fallecido en un accidente de auto. Yo era el único que podía mantenerlas.
Ante lo visto, ella no soportaba la idea de que no habría como mantener a la familia, yo me sentía culpable de todo, sabía que había causado un mal. Aunque no lo creyera, ahora había empezado a odiar a la policía y a mí mismo. Las lágrimas ahora estaban invadiendo los ojos de Amelia. – Hermana, perdóname – buscare otro trabajo – Luz estaba parada fuera de la cocina, al parecer había oído el grito que Amelia había lanzado.
Luz me miro con confusión. – ¿Jasón, eso es cierto? Dijo Luz. No encontraba palabra alguna, no sabía cómo explicarle a mi sobrina, que pronto se iban a quedar sin hogar. – pero Jasón, tu sabes que mi madre no puede trabajar, ella tiene problemas en los pulmones, quien nos dará lo necesario.
Amelia, se levantó con algo de dificultad. Estaba muy decepcionada, cada instante era algo doloroso. No pude evitar sentir pena, por Amelia y Luz y por migo mismo. Mi vida se había vuelto una vida sin sentido alguno. – mira, Jasón, tú no eres una persona que haya estudiado ninguna profesión, ¿cómo piensas encontrar trabajo alguno? Ya veré, sé que en esta época encontrar trabajo es algo muy difícil, pues el país, esta algo intenso.
Las miradas de aquellas dos mujeres, estaban plasmadas, en mi mente. Luz estaba llorando al lado de Amelia, pero al menos mi hermana ya se había calmado. – Jasón Luz sabe lo que pasara si es que no tenemos con que mantenernos, la casa, hoy en día, el gobierno nos manda a pagar, la casa, cada medio año— no podremos conseguir otro hogar así de fácil.
La presión era muy fuerte, además todo era muy claro, era probable de que acabemos, muy mal.
La noche ya había inundado la ciudad. Amelia evitaba hablar mucho con migo, porque sabía que era mi culpa, que estemos en esta situación, tenía tan solo 19 años, pero de mi dependía todo.