Habían pasado un par de semanas desde que Lina comenzó a frecuentar la casa de Katy con más asiduidad. El perfume de Úrsula parecía haberse disipado, bien que la fragancia que usaba Lina era más intensa.
Las tardes se habían convertido en sesiones de películas, risas tímidas y momentos compartidos entre deberes escolares y conversaciones triviales. Aunque Katy no se lo decía, esperaba con ansias las visitas de Lina. Había algo en la presencia de la rubia que la desafiaba, la incomodaba, pero a la vez, la hacía sentirse extrañamente viva. No es que como si siguiera aferrada al pasado, pero aún mantenía una pisca de precaución.
Las visitas de Lina no pasaban desapercibidas para nadie, mucho menos para Úrsula y María. Desde la primera tarde, Úrsula había estado vigilante, siempre encontrando excusas para mantenerse cerca, como si su simple presencia pudiera evitar que algo saliera mal.
La pelirroja aún extrañaba esas tardes donde jugaban con el maquillaje entre las tres, la entrada de la rubia bien que no la pasaba.
Pero mientras Lina y Katy se encontraban en la sala de la casa de esta última, parecía que el tiempo se detenía y todo lo demás quedaba en un segundo plano.
"¿Qué tal esta película?" preguntó Lina, hojeando la pantalla de selección de Netflix con un interés fingido.
Katy se encogió de hombros.
"No lo sé. A veces eres tan indecisa para elegir algo que ver." respondió en tono juguetón, pero con un matiz de burla.
Lina se rió suavemente, girando para mirarla, si otra persona le hubiera dicho probablemente ya le habría dirigido una mirada de absoluta repugnancia.
"¿Ah, sí? ¿Y tú qué sugieres entonces? ¿Una de terror, para que te asustes y te acerques a mí?" provocó, alzando una ceja con picardía.
Katy rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír, la confianza con su ex mejor amiga había escalado tanto en ese pequeño período que incluso recibía cortos coqueteos por parte de esta.
"En tus sueños, Lina. Ya sabes que las películas de terror no me asustan."
"Quizá debería buscar algo que te haga temblar más..." respondió la rubia, mirándola con un brillo en los ojos. Katy sintió una corriente eléctrica recorrer su espalda, aquellos ojos azules la hacían perderse, la hacían olvidar que sabía nadar mientras bajaba en el profundo mar.
Mientras la tensión aumentaba en el ambiente, la puerta principal se abrió, y Úrsula apareció, interrumpiendo con un tono forzado de alegría. Llevaba un bolso con sus cosméticos mientras que María consumía unos snacks picantes.
"¡Hola chicas! ¿Qué están haciendo?"
Katy se enderezó inmediatamente, no iba a olvidar lo observadora que era la pelirroja respecto a sus propias emociones y como la cuestionaba hasta saber el motivo.
"Nada importante, solo viendo una película."
Úrsula lanzó una mirada crítica a Lina, antes de sonreír falsamente. La pelinegra que estaba su lado solo asintió, su atención estaba totalmente enfocada en la comida.
"Ah, qué divertido. ¿No te cansas de estar siempre aquí, Lina?"
Lina respondió con una sonrisa suave, el tener que soportar el desagrado de alguien ya parecía rutina, ni siquiera se molestó en quitar su mnao del brazo de la alta.
"No realmente, es un ambiente acogedor."
La frialdad entre ambas era evidente, y aunque Katy intentaba suavizar las cosas, no podía evitar notar cómo Úrsula tensaba la mandíbula cada vez que Lina hablaba. En cierta forma era comprensible, Úrsula estaba acostumbrada a ser el centro de atención en el grupo y en el salón, la rubia casi la había arrebatado todo con su sola presencia.
Días después, en el colegio, el ambiente estaba tenso. Con la semana repleta de actividades grupales y presentaciones de los proyectos el estrés había consumido a las estudiantes de quinto año, que solo miraban a las de primer grado de secundaria deseando volver tiempo atrás.
Durante las últimas semanas, las miradas furtivas y los susurros a espaldas de Lina parecían haberse intensificado. Katy y su grupo estaban sentadas en una mesa de la cafetería, conversando animadamente sobre un próximo examen, cuando vieron a Lina levantarse y caminar hacia la salida.
Antes de que pudiera dar dos pasos, dos chicos se acercaron corriendo hacia ella. Uno de ellos, un chico alto y atlético, llevaba una cartulina en sus manos con letras brillantes que decían "Lina, ¿quieres ser mi chica?". A su lado, su amigo sostenía un ramo de rosas rojas con evidente nerviosismo.
Esa acción fue rápidamente notada por los demás alumnos, quiénes empezaron a mirarse entre ellos, como si estuvieran hablando por telepática.
La cafetería quedó en silencio, todos observando la escena con expectación. Katy sintió un nudo en el estómago mientras miraba a Lina, quien parecía sorprendida pero mantenía una expresión neutra.
"¡Vaya, qué espectáculo!" murmuró Úrsula, pintándose los labios con un brillo color cereza, sin apartar la vista de la rubia. "Parece que la Barbie está a punto de conseguir otro Ken."
María, que estaba a punto de levantarse, se detuvo al notar la mano de Katy en su brazo.
"Déjala, no es asunto nuestro" dijo Katy, intentando sonar despreocupada, pero sintiendo una punzada en el pecho que no podía entender del todo.
Lina, por su parte, sonrió amablemente a los chicos, pero su mirada se desvió por un segundo hacia Katy, como buscando alguna señal. Quería simplemente rechazarlo como hacía con los hombres en primaria, pero estando con la presencia de la alta era más complicado.
El chico con la cartulina, nervioso, continuó:
"Lina... sé que llevas poco tiempo aquí, pero desde que llegaste, no puedo dejar de pensar en ti."
Katy apretó los labios, tratando de ignorar esa sensación que la invadía.
Ella siempre será la chica popular, la que atrae a todos.
Pensó para sí misma, mientras escuchaba a Úrsula murmurar con sarcasmo:
"Espero que al menos le compre algo más caro que esas rosas de la tienda de la esquina."