Tal vez y solo tal vez… si se hubieran conocido en otra vida de otro tiempo de otra primavera, solo digo tal vez, pues el hombre por lo general suele echarle la culpa de las desgracias al mero destino y anhelan desde lo más profundo de su ser que en otra vida les iría mejor. Ya que en esta; su amor no fue aceptado ni bendecido, ni en la tierra ni en el cielo…
Desde que cruzaron sus miradas aquella hermosa tarde de primavera, como solo se puede vivir en la sierra, supieron sin lugar a ninguna duda que se pertenecían el uno al otro por todas las vidas, decidiendo desde entonces a caminar juntos el largo y empinado sendero del vivir. El tiempo que pasaban juntos naturalmente era maravilloso y sin ningún contratiempo, después de todo suele pasar que en la época de enamoramiento los ojos de ambos se pintan de colores vivos dejando de lado alguna imperfección del otro. Pasaron casi tres meses en amoríos y mimos cubiertos de ternura con besos, cuando tomaron la decisión de casarse y fueron a buscar la bendición de sus padres. El joven Pacha Mamani y la bella Puna Navarro, se dirigieron a sus respectivos hogares a buscar la tan esperada bendición para poder contraer nupcias y vivir su historia de amor como solo para ellos era lo único importante, nublando la vista a cualquier necesidad aparte.
Para su pesar de ambos, el padre de Puna hombre notable del pueblo, hacendado y prominente empresario se opuso rotundamente a su unión, argumentando que jamás permitiría tal infamia que denigrara a su familia ya que el enamorado Pacha pertenecía a una casta inferior venida de peones y servidumbre, que ni padre tenía. La oposición del padre de Puna era tal que me atrevería a decir que era algo mucho más de lo que argumentaba. Por otra parte, la madre de Pacha aceptó la decisión de su contraparte y también se opuso rotundamente a la unión, que si bien era cierto nada malo pedía.
Habría que ser una persona que jamás conoció el amor; para pensar que este par de enamorados agachó la cabeza y aceptó la indolente y egoísta decisión de sus progenitores. Les comentaré con entusiasmo y algo de pesar que los dos jóvenes maquinaron un plan de escape, dejando herencia y hogar, recuerdos y sangre, amigos y vecinos, dejar todo y donde sea que fueran, empezar de cero. Habrían creído seguramente que el amor es todo lo que necesita el ser humano para sobrevivir, increíble que no tomaran en cuenta alimento, vestido y techo. Pero en el clímax de estos sentimientos llenos de frenesí es inútil pedir que piensen en realismos, porque todo lo que viven lo hacen en un mundo de fantasías inventados y alimentados por sus deseos y ambición de calor mesclados con besos interminables, que si por ellos fuera, terminarían ahogados en ellos. Cada uno armó su kipi1 con lo que creían necesitar para el viaje, acompañado de algo de dinero juntado o dado, y con la firme idea de no retroceder en su decisión, se escabulleron de sus casas antes que rompa el alba cuando aún todos dormían y sin levantar sospechas hasta que fue muy tarde. Los dos enamorados se encontraron en una terminal terrestre acordada, donde un bus camion viejo y acabado los llevaría a su lugar soñado, mientras estén juntos cualquier lugar al que ballan no les importaba. Mientras el bus se alejaba de su pueblo una que otra lagrima se coló de entre sus ojos abiertos, se miraron fijamente sin contarse melancolías causadas, solo se abrazaron y besaron, cualquier recuerdo que cause tristeza ya estaban de más los arrepentimientos, de ahora en adelante solo estaban los dos que se apoyarían mutuamente, un matrimonio realizado en su mundo imaginario, mientras veían en las ventanas como se alejaban de su vida anterior y un juntos por siempre hasta que la muerte los separe selló la ceremonia. Abandonando su cálido valle llegaron a lo más alejado que pudieron, hallándose ante sus ojos la gélida puna, donde el clima es tosco e inclemente, aquel lugar donde no acaricia la lluvia, sino golpea con fuerza el granizo, donde no te toca la briza, sino que te golpea el fuerte viento helado. Allí fue donde decidieron quedarse y aunque no sea para ellos el lugar perfecto para vivir, su amor, creían, cambiaria el clima en su hogar.
Naturalmente ambos provistos de inexperiencia en ser independientes, supusieron que lo primero que debían hacer es buscar posada y trabajo, ¿trabajo en qué? Si eran lo suficientemente jóvenes como para no haber aprendido ningún oficio, sin embargo cuando está presente el deseo, para algunas cosas, el creador suele ponerte al frente tuyo las oportunidades justas y si eres lo suficientemente observador uno se podría dar cuenta de los regalos que la vida te suele dar, así pues lo primero que encontraron lo tomaron, siendo el trabajo de pastores lo que les ofrecía techo, comida y paga para poder sobrevivir, además de todo lo más importante era
1.Kipi: dícese en quechua al bulto que llevan las personas sobre sus hombros ya sea en manta o costalillo.
que en el trabajo podrían estar juntos todo el tiempo.
Así comenzó su historia de amor en las heladas e inhóspitas punas, donde poco a poco pudieron aprender a la perfección el oficio del pastoreo mientras se amaban sin límites ni sermones, allí donde todo es libre y corre el viento por el inmenso campo que no lo limitan paredes ni condiciones, allí amándose día y noche cada vez que podían en el ichu2 o en unos pellejos sobre la tierra dentro de su choza. El tiempo que pasó siempre fue dulce y mientras se esforzaban en su trabajo esperaban con ansias la venida de su primogénito que bendeciría más su unión. Con el tiempo llegó su casa, llegaron sus propios animales, pero el niño o niña que esperaban con ansias que fecundara el vientre de Puna; no llegaba. Pero nunca dejaban de intentarlo.
Los jóvenes enamorados que conoció el campo, ya no eran jóvenes, los adultos ya no eran adultos, ahora quedaban cuerpos cada vez más decadentes, aunque sus aspectos habían cambiado, el amor que se tenían no era afectado por el tiempo o al menos eso se lograba notar a simple vista, pero por más enamorados que ellos estén no podían ocultar su sueño frustrado y el hijo que nunca llegó; llenó de tristeza aquellos frágiles y ancianos corazones que ya no podían desear un heredero tener.