Uno siempre quiere creer que cuando ocurre una injusticia siempre habrá alguna especie de ente justiciero que equilibrará ese dolor que te causaron sin causa aparente, pero, sabemos que en ocasiones, el mundo no es así. Cuando el equilibrio no es causado por la naturaleza decidimos que es hora de crearlo.
La inocente mente del grupo asumió que como estaban en el bando correcto el mundo estaría a favor de ellos, les haría la vida más fácil, pero no era así.
En el jardín ya no solo habitaban diferentes mariposas, también hadas curiosas que comenzaban a disfrutar de encontrarse allí, cerca de los inferiores humanos. Quizás de esa forma se sentían aún más superior a ellos.
Allí, de piernas cruzadas y con los ojos cerrados se encontraba Josefina, callada, inmutable y meditabunda. El viento primaveral golpeaba su rostro, el invierno se iba y con la fe de volver a la normalidad.
A su derecha y un poco más atrás de ella se encontraba Mauro, mirándola con bastante preocupación y algo de curiosidad por la extraña postura que había adoptado durante todo el día. No sabían que hacían ahí ni por qué su compañera no le explicaba nada y se mantenía así. En el fondo tenía miedo que los recientes fracasos se hayan desmotivado a la cabeza del grupo.
A su izquierda Sofia imitaba su accionar, aunque más que nada se aburría. No era una persona especialmente paciente y la inactividad del grupo la desesperaba un poco, ella estaba sedienta de aventuras y peleas. Comprendía que Josefina fuera diferente a los gemelos, no encaraba a nadie sin un plan y era muy paciente, después de todo hasta que el último río se secara ella seguiría viva.
Extrañaba la humanidad de los gemelos, la forma que tenían de hacer las cosas. Los Goméz eran niños bastante impulsivos, no meditaban mucho las cosas, todo era sobre la marcha, lo que muchas veces generaban más problemas que soluciones. En cambio, Josefina pensaba los efectos colaterales de cada paso que daba para minimizar los daños.
Si se había unido al grupo era por dos razones, la primera era, obviamente, la forma en la que los gemelos dirigían. La segunda razón era que realmente aportaba algo a ese extraño mundo del que no conocía por experiencia, solo por boca de lo pelirrojos.
El silencio sepulcral fue finalizado cuando Mauro decidió hablar.
— ¿Qué hacemos aquí? —cuestionó.
—Ustedes, no sé, yo, espero —respondió sumamente relajada.
El joven con ojos achinados suspiró, necesitaba decir algo que le confirmara o le desmienta si su estado actual era porque trataba de aceptar la derrota.
En un principio todo marchaba bien. Con la idea de Guadalupe ellos recobraron la esperanza. Candy y Marcos seguirían vivos con su ayuda, pero, con el correr de los meses, las cosas empeoraron. La venganza y el plan de rescate fracasaron. Sus enemigos parecían irrastreables. Cada vez que una pista los parecía encaminar, ellos solo desaparecían, como si que la tierra se los hubiera tragado. Para el colmo, hace unos días Gabriel había insinuado que no podían estar en la tierra y si era así estaban perdidos porque nunca podrían encontrarlos.
"¿Está así por el desastre de nuestras misiones?" preguntó sofía siendo directa como siempre.
—No, solo espero una señal.
— ¿Señal? —preguntó Mauro—. ¿Qué señal?
—De cualquier tipo —respondió con sencillez—. Hace unos días Ainara tuvo un sueño que me llenó de esperanza.
"¿Cual fue?" Sofía estaba muy intrigada.
—No puedo decirles, no quiero crearles falsas esperanzas —respondió con un deje de misterio.
"La horrible carga de ser la jefa" se burló. Josefina bufó, la chica no le caía muy bien. "Esto debe ser muy bueno como para que tengas miedo, pero en parte desconfío de las habilidades de tu novia" expresó su preocupación Sofía. En gran parte lo hacía desde la ignorancia, puesto que no había visto lo increíble que podría ser.
Mauro, al ver como el rostro de Josefina se ponía sumamente rojo, decidió interferir.
—No le hagas caso, solo está amargada porque no puede cumplir su único propósito en este grupo —se burló.
Escuchó como la muchacha bufaba y sonrió mientras apoyaba su cabeza en una de sus manos.
—Durante los últimos dos meses no hubieron noticias acerca de Los Servidores del Horizonte —rememoró en voz alta—. ¿Crees que debamos comenzar a preocuparnos por ellos?
—No, no contribuyen nada, tenemos lo mejor de lo mejor aquí —respondió con sencillez
—Eso no implica que... —trató de hablar Mauro pero Josefina los hizo callar.
— ¿Escuchan eso?
Una voz, un susurro que corría con el viento, parecía un llanto lastimero, dos voces a coro repetían una frase sin parar.
"Por favor, ven por mi... Sálvanos, sálvanos a todos."
Eso se repitió una y otra vez durante unos 20 segundos. Los que se encontraban detrás de la náyade se quedaron perplejos, mirándose.
#18361 en Fantasía
#3905 en Magia
#25309 en Otros
#3399 en Aventura
diarios magicos, magia amor y lucha, magia amor aventuras guerras muertes
Editado: 16.05.2020