El Diario De Lucifer

Regreso a Brasov

Llegamos después que Matteotti, su coche vacío estaba aparcado en frente de la puerta del hospital.
Los tres la atravesamos y frenamos en seco ante el escalón.

_Malditos escalones_ murmuró Gabriel_ , casi me mato con el de la iglesia.

No pude evitar reírme.

_Gracias por haberme avisado.
_No lo he hecho. 
_No, en este no, en la Iglesia.
_Lucifer, me mantengo en mi afirmación, no te he avisado, se me pasó. A ver si fue Beni.

Decidimos dejar el tema y continuar nuestro camino. Llegamos a recepción, donde había una enfermera .

_Será mejor que preguntemos_ sugirió Gabriel.

Viendo a la enfermera, no me opuse.

Nos acercamos hasta el mostrador.

_Disculpe_ dijo Gabriel llamando así su atención.

La enfermera levantó la mirada y posó sus oscuros ojos en nosotros.

_¿En qué puedo ayudarles?

_Han traído a un señor mayor, un obispo...

_Fiore_ lo interrumpió María_, se apellida Fiore.

La enfermera lo buscó en el registro.

_¡Sí!_ exclamó al fin_. Habitación número ochenta y siete.

_Gracias_ respondió María a la vez que se separaba del mostrador con su característico paso decidido.

Gabriel la siguió enseguida, y yo a él.

_¿No prefieres quedarte con la enfermera?_ me preguntó de repente.

Yo le sonreí.

_No me juzgues por ello, son mi debilidad.

_¿Las enfermeras?

Dirigí una mirada a la demonóloga, que iba por delante.

_Todas en general.

_Haces honor a tu nombre_ dijo con cierto aire de desprecio.

_Bueno, si te sirve de algo... Desde que conozco a María, me he relajado bastante.

Gabriel se rió.

_Vete olvidando, no le interesas.

_¿Seguro?

_Seguro_ respondió de repente la mujer, cortándome por completo.

Gabriel se rió de nuevo.

Valeria, Valentín y yo seguimos a Gabriel.

_Menudo bochorno_ dijo Valentín entre risas.

_Déjalo, se lo merece_ dijo Valeria_, que asco les tengo a los que son así.

_Se llama Lucifer_ dije como si con ello lo dijera todo, y en parte, así era.

_Bueno, continúa_ dijo Valentín.

Por fin llegamos a la habitación. María llamó a la puerta y, seguidamente, la abrió.

Cuando entramos descubrimos a Fiore sobre la cama, conectado a un respirador. Beni estaba sentado en una esquina de la habitación, mirando a Fiore, ni siquiera nos miró cuando entramos. Mientras Gabriel y María se acercaban a Beni, yo lo hice a Fiore. Observaba atentamente las máquinas a las que estaba conectado, los pitidos que producía una de ellas me ponía de los nervios.

_Me dan escalofríos al verlo así_ oí que decía Beni.

Cuando me volví para mirarlo descubrí que tenía la mano de María entre las suyas.

_¿No ha reaccionado?_ preguntó Gabriel.

_No, ni creen que lo vaya a hacer en un tiempo.

Me alejé de Fiore para acercarme a ellos, ahora era María la que miraba fijamente las máquinas, con la cara casi desencajada. Me senté a su lado.

_¿Estás bien?_ le pregunté.

Ella afirmó con un movimiento de la cabeza.

_¿Y tú?

Me encogí de hombros y miré a Fiore de nuevo.

_No me duele, al menos todavía_ dije a la vez que volvía a dirigir la mirada hacia María, dando la casualidad de que ella también me miraba en aquel momento.

Cuando mis ojos se cruzaron con los suyos pude sentir aquel extraño cosquilleo en la boca del estómago que llevaba sintiendo desde que la conocí prácticamente. A esta vez habría que sumarle la evocación del recuerdo de aquel momento durante el exorcismo en el que sin quererlo realmente, acabé sobre ella.

Di gracias en aquel momento porque la habitación estaba casi a oscuras y no pudo ver cómo me ruborizaba al recordar la sensación de nuestros cuerpos juntos.

_Lucifer, me alegro por ti.

Le sonreí de nuevo.

_Creo que será mejor que volvamos_ sugirió Beni a la vez que se levantaba_, pronto amanecerá.

_¿Y Fiore?_ pregunté.

_Matteotti está aquí, dice que él se encargará de todo.

_Está bien_ dije encogiéndome de hombros.

Salimos de la habitación y recorrimos el pasillo en silencio hacia la salida.

_¿Conduces tú?_ le preguntó María a Beni.

Él aceptó.

Pensé que se sentaría detrás, pero me equivoqué, María ocupó el asiento del copiloto.

_No te importa, ¿verdad Lucifer?

_No_ dije tratando de ocultar mi inconformidad.

Gabriel, que iba sentado junto a mí, me dio un sonora palmada en el hombro.

_Llevas todo el día pegado a ella, por unas horas no te pasará nada_ me dijo en voz baja.

Tampoco me importó tanto al final, tanto María como yo caímos en un profundo sueño. Sólo nos despertamos cuando Beni anunció que acabábamos de llegar a Brasov, para entonces ya había amanecido.

Mientras María y yo nos espabilábamos un poco, Beni y Gabriel salieron del coche para estirar las piernas.

_¿Qué hacemos?_ le pregunté a María, aún medio dormido_. ¿Volvemos al hotel de mi abuela?

_Sí, pero no ahora, primero quiero pasarme por la iglesia, quiero encontrar al Padre Andrei.

_Vale, pero antes tomamos algo, ¿no?

_¿Tienes dinero?

Dejé escapar un gemido de fastidio.

_Nada.

De repente Gabriel abrió la puerta en la que me apoyaba y, a punto estuve de caer al suelo.

_¿Bajáis?

_Sí_ dije con cierto fastidio_, aunque casi me sacas tú.

Gabriel empezó a reírse.

_Lo siento.

_Vamos a desayunar_ anunció Beni con los brazos en jarras_. Lucifer, llévanos a algún lugar.



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En el texto hay: espritus, exorcismos

Editado: 09.09.2019

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