Llegó el día del nacimiento de mi hermana, llamaron a casa de mis primos, y yo estaba re contento.
Al día siguiente vienen por mi, en casa estaba mi madre y en sus brazos tenía una pequeña bebé.
Abracé a mi madre, junto a mi hermana. Se veía completamente pequeña. Me daba mucha curiosidad.
Los días pasaron rápidamente, Sahily ya tenía tres años, mientras cantaba una canción sentada en la silla para niños. Hubo una sensación extraña en la habitación, algo que no era normal. Mi madre se puso cuidadosa con todas las cosas, como los que tenían filos, o podían ocasionar cortes. Nunca había visto a mi madre tan temblorosa. Parecía que sabía algo, a lo que yo le pregunto.
* ¿Qué pasa madre? ¿Todo está bien?
- No, creo que deberías saber que es lo que pasó en realidad.
Verás cuando tú...
¡AHHHHHHHHHHHHHHH!
Escuchamos gritar a mi hermana, se había caído, algo la había empujado, porque la silla estaba firme al suelo, y se cayó con todo y silla.
Me pareció extraño, me quedé en shock.
Todo parecía pasar lento delante de mí. Mi madre levanta a mi hermana, el vestido que tenía puesto estaba todo de sangre, mientras la sangre seguía saliendo de la boca de mi hermana.
Mi madre decide cargarla y llevarla al hospital, por suerte había uno cerca a donde vivía.
Llegando al hospital el doctor pide el diente que se había caído, mi madre me dice de seguro está donde se a caído, en ese instante salí del hospital corriendo.
Corrí como si tuviera una velocidad tremenda, sentía el viento golpear mi rostro, el sonido y la gente que estaba alrededor pasaban rápidamente, mientras corría siento que puedo correr aún más, y lo intento, efectivamente no recuerdo a que velocidad corría pero llegué en un momento a casa, ingresé y empecé a buscar el diente perdido. Veo en todas partes donde se había caído, no había nada. Hasta que de la nada vuelvo a ver donde ya había visto y he ahí el diente. Procedo a tomarlo, y lo llevo al hospital. Nuevamente tenía que correr. Al llegar al hospital el doctor se sorprendió porque dijo que solo habían pasado 3 minutos desde que me fui, acaso vives al frente del hospital, mencionó.
La verdad que no, pero no era momento de discutir ese tema. Me quedo en la sala de espera. Treinta minutos después sale mi madre con mi hermana, sucede que le habían vuelto a colocar el diente, ya no tendría problemas al estudiar en la escuela por si algún molestoso, se entrometiera.
Volvimos a casa, llega mi padre le contamos lo sucedido.
Parece no sorprenderle, como si ya supieran que debía pasar eso.
Al siguiente día, vuelvo a preguntar a mi madre lo que pasó, que era lo que tenía que saber. A lo que me responde, corres el riesgo de que te enteres de esta manera. Ya viste lo que pasó, solo te puedo decir que todo está en ti. Encontrar tu camino.
Parecía que esa frase ya había escuchado antes.
Me preguntaba una y otra vez, ¿Dónde lo oí? ¿Quién me lo dijo?
No recordaba nada, me resultaba difícil.
Pero, ¿a qué camino se refieren?
¿Soy malo?, lo que sucedió ayer ¿es mi culpa?.
Me sentía culpable, por algo que ni sabía que era.
Olvidé lo que era sonreír, pensaba bastante en lo sucedido, era tanta la intriga que no podía dormir tranquilo, tenía ganas de salir y buscar una respuesta.
Mientras los días pasaban, todos hacían lo mismo cada día, una monotonía en sus labores, de igual manera también hacia lo mismo, me di cuenta de que desde pequeño te mantienen, dentro de una burbuja, donde no puedes cuestionarte, hablaba con otros niños y ya venían con las creencias inculcada por sus padres, sabían que cosas eran buenas o malas desde la perspectiva de sus familiares, mientras tanto seguía generando más preguntas que respuestas.
Pensaba en mi hermana, vino a este mundo a continuar los pasos de toda persona, a lo que me respondo y digo que no, no pasará de esa manera. Le haré ver cómo las cosas tienen distintas perspectivas, lo sé, suena a un experimento. Pero para nada, es por su bien, así nadie la engañaría y haría lo que a ella le parece bien y mal, de acuerdo a lo que va conociendo, experiencias, sin embargo estaré allí siempre.
Un día, salimos a una reunión, mi madre, mi hermana y yo.
Mi madre nos dejó en la zona de niños, mientras se fue a una conferencia. Estaba allí de lo más tranquilo. Sahily jugaba con otros niños, eso estaba bien. Yo solo los observaba, fijaba mi mirada a cada acción que hacía cada uno. Hasta que por un momento me distraje, al reaccionar me percato de que un niño la quería pegar. Fui cual rayo, me pongo al frente de Sahily, aquel niño era más grande que yo, creo 2 años más, no me importó, le golpeé en el estómago, estuvo por gritar y le cierro la boca de otro golpe, se muerde la lengua. Por suerte en ese momento no había una persona mayor cuidándonos, le dije al oído, no vuelvas a meterte con quién no conozcas. Pobre de ti que menciones que fui, quien te pegó.
Lo dije con una certeza que hasta me sorprendí, era mi primera pelea, bueno el que lastimaba a otro, porque mi primera pelea fue con el bravucón quién me lastimó y yo no hice nada.
Mientras pensaba todo eso, nos dirigimos con mi hermana a la zona de juegos. Estábamos allí, hasta que acabo la conferencia.
Al dirigirnos a casa le cuento lo sucedido a mi madre, y parece sorprenderle. Pero no me reprocha, solo me dice que lo hice porque mi hermana estaba en peligro.
Bueno así era la vida, pasaron 2 años, era el último año de escuela, año que marcaría mi vida, dicen que todo llega a su tiempo, que uno tiene que ser paciente, por cierto jamás había experimentado llorar. Hubo momentos que me sentí triste pero llegar a llorar no, no sabía que era, no sabia que se sentía.
Sahily, era genial. Además de que tenía unos dotes para los estudios. Aprendía rápidamente, a esa edad ya sabía leer, claro la apoyábamos, mis padres, amigo y yo.
La profesora me miraba sonriente, cada vez que me veía con Sahily, decía que había cambiado bastante. Me dijo que yo era como una semilla que pronto brotaría, y llegaría mi redención.