Domingo 14 de septiembre
Los domingos, generalmente destinados al estudio o al ocio, se presentaban como un lienzo en blanco para Maxine Borage. Sin embargo, sintiendo su batería social agotada, desafiaba la rutina y se levantaba a las 8 de la mañana. La penumbra del dormitorio femenino en Hogwarts la envolvía, sus compañeras yacían en un sueño profundo mientras ella decidía enfrentar el día.
Con la firme convicción de no dejarse vencer por la sencillez, Maxine optó por una ducha rápida y un cambio de vestuario. "Antes muerta que sencilla", se dijo a sí misma mientras se cambiaba. Su estilo preppy/channel, tan característico, quedó plasmado en un conjunto blanco que incluía chaqueta y pollera. El meticuloso peinado indicaba que, a pesar de encontrarse en el castillo, estaba lista para una ocasión especial o cualquier cosa que surja.
Reclinada en su cama con las botas aún puestas, Maxine contempló la idea de ver alguna película en su celular. La realidad de los años 90 la golpeó con fuerza, y una mezcla de frustración y risa escapó de sus labios. Mientras el día se presentaba nublado y lluvioso, decidió entregarse nuevamente al sueño, encontrando refugio en la comodidad de su cama.
Dos horas después, en medio de un sueño reparador, una perturbadora sensación la despertó: alguien movía su pie. El dormitorio, iluminado débilmente por la luz de la lampara de su escritorio, se volvió un escenario misterioso mientras Maxine intentaba discernir quién osaba interrumpir su descanso.
—Maxine… despierta, Draco… Draco quiere hablar contigo al parecer —anunció Pansy con seriedad y un deje de apatía en su tono.
—Ahhh que no joda! es domingo... —respondió Maxine, dando media vuelta en su cama con la intención de seguir disfrutando de su reposo dominical.
Pansy, persistente, mencionó que no había comido, un detalle que despertó la inesperada sensación de hambre en Maxine. Los ojos de la joven se abrieron y, aunque inicialmente resistente, aceptó la realidad del llamado matutino.
—Ahh está bien… solo iré por la comida —concedió Maxine, dispuesta a abandonar la comodidad de su cama en favor de satisfacer su apetito.
Con una falta de entusiasmo evidente, Maxine Borage se peinó un poco y bostezó, eran ya las 10 de la mañana. En su camino hacia el comedor, sumida en sus pensamientos, no se percató de la presencia de quienes pudieran cruzarse en su camino.
Al llegar, notó que Draco Malfoy estaba solo en una de las mesas. Su rostro se iluminó al ver a Maxine, quien, ajena a su propio cansancio, se sumió en sus propios pensamientos. A pesar de su estado, Draco parecía más abierto y amable de lo habitual, lo que tomó a Maxine por sorpresa. Se sentó, esbozando una leve sonrisa ante el cambio en la actitud de Malfoy.
—¿Qué querías, Draco? Me levanté por ti y por el chisme —dijo Maxine con desgano pero entre risas, dejando claro que, a pesar de su tono, se trataba de una broma.
—¡Buenos días! Solo estaba aburrido —respondió Malfoy con su actitud arrogante, intentando molestar pero con un deje de humor que resultaba novedoso. Maxine simplemente negó con la cabeza y comenzó a comer, sumergiéndose en la tranquilidad del desayuno.
De repente, a un lado de Maxine se sentó de espaldas Moon Hyeong Jun.
—¡Maxine! Buenos días... ¿Dónde estabas? Usualmente te despiertas temprano —bromeó Moon, aunque su mirada parecía más interesada en Draco que en la propia Maxine.
—Es que tenía sueño y no planeé nada para hacer hoy, Moon —respondió Maxine entre risas. Tal vez Moon pensaba algo como "¿cómo puedes levantarte para estar con Draco y no conmigo?", suspiró y volvió a sonreír, acomodándose para tomar un jugo a su lado. Había algo en su expresión que sugería que Moon no quería que Maxine lo olvidara.
En el comedor, la atmósfera de Hogwarts se volvía palpable. Grandes ventanales permitían que la luz del día iluminara las mesas de madera y las sillas. El techo encantado reflejaba el cielo exterior.
El día transcurrió sin eventos sobresalientes para Maxine, aunque sí recordaba haber pasado parte de la tarde jugando cartas con Fred Weasley.
Lunes 15 de septiembre
La jornada del lunes se presentaba ante Maxine Borage con un velo de confusión. En el ajetreo del salón de Herbología, Kevin Entwistle la sacó de su ensueño.
—Y qué dices, Maxine —preguntó Kevin, observándola con una mezcla de diversión y preocupación. Maxine, aún adormilada, apenas había despertado. Kevin, con un extraño buen humor, la sacudió suavemente.
Resultaba que ya estaban en clase y Maxine se encontraba en pleno proceso de trasplantar alguna planta. La joven se quedó momentáneamente muda, tratando de recordar cómo había llegado hasta allí.
En la mañana, los recuerdos de un sueño con voces susurrantes, algo parecido al pársel, la envolvían. Aún lidiando con el sueño, con su pijama blanco se dirigió a bañarse, siendo ese el único recuerdo nítido de su mañana. Ahora, en el salón de Herbología, se esforzaba por procesar la situación mientras el bullicio de la clase y el aroma a tierra fresca llenaban el aire. El salón, con sus mesas repletas de macetas y plantas mágicas, emanaba una atmósfera terrosa y estimulante. Las ventanas permitían que la luz del día iluminara el espacio, destacando los tonos verdes de las plantas y creando una sensación de conexión con la naturaleza.
—Maxine, yo creo... que debe ser algo de la teoría de las paradojas, ¿no? —comentó Moon Hyeong Jun a la derecha de Maxine. Ella lo miró con extrañeza, sin entender de qué estaba hablando.
—¡Eso! ¿Eso de otros universos, la relatividad, etcétera? —agregó Moon, sonriendo mientras cambiaba de planta.
"¿Por qué demonios está hablando de eso?" pensó Maxine, sorprendida por la inesperada conversación, mientras él simplemente sonreía.
—¿Por qué hablas de eso? —preguntó Maxine, casi bromeando, consciente de la inteligencia de Moon.
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Editado: 18.02.2024