El Diario de Maxine Borage | Rd Hogwarts

Septiembre 24 de 1994 | ¿Una Carta? es extraño

Maxine se despertó con una leve inquietud en la mañana mientras se preparaba para el día. Se preguntaba internamente si debía disculparse con Tom Riddle por haberlo "insultado" de alguna manera. Sin embargo, una reflexión la invadió: ¿por qué debería disculparse con alguien malvado? Mientras acomodaba su corbata, una presencia siniestra se hizo evidente cuando se volvió y se encontró con el susodicho.

Él, notablemente más alto que ella, la observaba con un deje de enojo, sin pronunciar palabra alguna. Los ojos oscuros y penetrantes de Riddle la miraron intensamente, las sombras danzando en su rostro dificultaban la interpretación de su expresión. Se mantenía perfectamente inmóvil, un silencio ominoso envolvía la escena, y su presencia resultaba amenazadora. A pesar de la tensión palpable, no mostraba ni el más mínimo movimiento, como si estuviera aguardando a que ella diera el primer paso. La incertidumbre flotaba en el aire mientras Maxine evaluaba la situación, consciente de la necesidad de enfrentar este encuentro.

Ella se limitó a observar la expresión de Riddle mientras continuaba ajustándose la corbata, decidida a no disculparse. Ignorándolo por completo, desvió su atención hacia el espejo de pie que se alzaba detrás de él, intentando eludir cualquier interacción.

Una leve sonrisa jugueteó en los labios de Riddle al notar que ella lo ignoraba. Su mirada burlona denotaba un aire de diversión ante la situación. Permaneció allí, observándola detenidamente, estudiando cada uno de sus movimientos con interés. Esperaba que ella tomara la iniciativa y se disculpara, pero el tenso silencio persistía, y él no estaba dispuesto a romperlo.

Después de unos segundos, visiblemente aburrido, Tom se sentó en el escritorio, como si estuviera decidido a ignorarla también. La atmósfera cargada de tensión se prolongaba, y Maxine se encontraba en un dilema sobre cómo manejar la situación.

Riddle permaneció sentado, su sonrisa persistente bailando en sus labios mientras el silencio envolvía la habitación, sumiéndola en un juego mental que disfrutaba plenamente. El tiempo parecía detenido, como si el mundo hubiera quedado suspendido en ese momento.

Mientras tanto, Tom se distrajo con la cajita de música, jugueteando con ella como si intentara extraer algún entretenimiento de la situación. Los ojos de Riddle parpadearon con molestia al ser cautivados por la música que emanaba de la pequeña caja. Su mirada dura y aguda se posó en Maxine, frunciendo el ceño al considerar la melodía como algo infantil.

La joven consciente de la presencia de otras chicas en la habitación, optó por el silencio y se acercó al escritorio. Cerró la cajita de música con determinación y lanzó una mirada desafiante hacia Riddle, quien no emitió palabra alguna en respuesta.

Los ojos entrecerrados de Riddle y su inclinación hacia Maxine revelaban una confrontación aún más intensa. Todavía sosteniendo la caja de música en sus manos, observaba de cerca la expresión de ella, como si intentara descifrar sus pensamientos. A pesar de la evidente molestia de Maxine y de que él estaba consciente de que la estaba provocando, Riddle no dejó de presionar, añadiendo un nivel más de tensión al ya cargado ambiente entre ambos.

Decidió distanciarse de Tom y se sumergió en una conversación con sus compañeras. La habitación quedó atrás, y Tom, en su escritorio, mostraba una evidente molestia. Entre risas, Maxine entabló un diálogo con Millicent Bulstrode.

—¿Podría llamarte Milly, Millicent?

—Ummm, no lo sé, supongo —respondió Millicent, ajustando sus libros y encogiéndose de hombros. Maxine rió ante sus propios esfuerzos por encontrar un apodo, y "Milly" fue el primero que se le ocurrió. Al salir del cuarto, Maxine cerró la puerta junto con Milly y lanzó una mirada fría a Tom, quien aún permanecía allí.

Mientras caminaban hacia el gran comedor, los detalles del trayecto se desvanecían en la memoria de Maxine, pero recordaba haberse reído con Bulstrode mientras conversaban sobre eventos del día anterior. Al llegar a la mesa de Slytherin, notó que Draco Malfoy seguía igual de callado que en la cena del día anterior. Reflexionó, considerando la posibilidad de que esa fuera su naturaleza en ocasiones, como señalaba Gregory Goyle.

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En el aula de Encantamientos, el día estaba dedicado a la teoría, aunque no recordaba exactamente qué hechizo estaban estudiando. Se había sentado de manera peculiar, al lado de Draco y en la primera fila, una elección inusual ya que Draco solía ocupar los asientos del fondo.

—¿Me darías un poco de tu tinta? Se me acabó... —decía Draco, con una sonrisa apagada. Maxine, sorprendida por la solicitud, le ofreció rápidamente su pote de tinta sin decir palabra. Él asintió en agradecimiento.

Mientras ambos compartían la tinta para escribir en sus pergaminos, Maxine se encontraba mirando a Draco de vez en cuando. Finalmente, él notó la atención y se giró hacia ella con una sonrisa. Afuera del aula, la lluvia comenzó a caer, notando como cada ciertos minutos el aula se iluminaba por la luz azul de los rayos.

Observó a Draco, quien se encontraba concentrado en su pergamino. Recibió una pequeña sonrisa de él, pero Maxine no logró descifrar por completo qué intentaba transmitir esa expresión. Aun así, Draco volvió su atención al pergamino y continuó copiando las palabras meticulosamente. De vez en cuando, no pudo resistirse a lanzarle miradas furtivas a Maxine, mostrando una precaución evidente para evitar que pareciera que la estaba observando intensamente.

Después de unos minutos de silenciosa observación, Draco decidió romper la quietud con una pregunta.

—¿Entonces? Me has estado mirando mucho últimamente ¿Soy tan guapo? —dijo sin despegar la vista de su tarea.

—Pfff— Maxine desvió la mirada hacia su pergamino y en otra dirección, tratando de aparentar indiferencia—. Nada que ver, no estaba mirando, no estaba mirandote.




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