Rosa me invitó a salir, fuimos al centro comercial a comer helados. Ella fue radiante, su vestimenta acentuaba sus curvas femeninas. Y su sonrisa me dejaba en éxtasis.
Ella es del tipo de chica que no podías dejar de mirar, era la musa que inspira a crear historias sobre la belleza de una mujer. Y estaba acompañando a una amargada como yo a pasar una agradable tarde.
Al darse cuenta de mi mirada insistente. Apoyó su cabeza en mi hombro; yo el agarre de la cintura, quise ser atrevida.
—Fue una bonita tarde, Mirella —dijo
Su voz sonaba armoniosa y no sonaba incómoda por mis manos en su cintura.
Me sentí segura.
Me sentí más cercana a ella.