El día lunes estaba soleado, raro teniendo en cuenta que estábamos en invierno. Yo lo tomé como una buena señal.
En el salón estaba Marcos, callado y de mal humor. Me acerqué. Marcos era un chico inquieto y con una sonrisa en el rostro, algo malo tuvo que pasarle para que esté en ese estado.
—¿Qué tienes? —le pregunté, cuando estaba su costado.
Marco me miró serio. Suspiró. Luego revoloteó mis cabellos con sus manos.
—¿Te acuerdas que me citaron?
Era imposible olvidarme del viernes pasado, Marco estaba sonriente y más animado de lo normal, incluso el profesor le llamaba la atención por estar muy imperativo.
—Claro. También fue el día que vi porno por primera vez.
Él rio.
—Quién me citó fue un chico de otro grado, se veía más alto y robusto, el asunto es que él se me confesó.
Me quedé mirándolo por un rato, esperando que fuera una broma, pero no lo era. Marco estaba comenzando a deprimirse.
—Sólo recházalo con delicadeza, después de todo son sentimientos que se te está entregando y eso vale mucho.
Marco estaba ido, como queriendo decir algo más. Suspiró cansado.
—Lo iba hacer en ese momento, sólo que de la impresión salí corriendo.
Reí. Era típico de él salir corriendo cuando no sabía qué hacer o qué decir.
—Se gentil.
El profesor entró al salón. El lunes se sentía pesado para todos, incluso para él, que con voz adormilada mandó a tomar asiento para empezar la clase.
El asiento de Rosa estaba vacío.
Era la primera vez que Rosa faltaba a clases.