2 años después.
El hombro me dolía por el flechazo. Caía rápidamente, la gravedad me absorbía. Miraba con ojos entrecerrados el borde del abismo.
Tenía miedo, pero no quería que me vieran mal así que les sonreí.
¿Qué pasará después de esto?
No quiero que su última imagen mía sea triste. No podría verlos llorar, pasamos tantas cosas hermosas juntos, tantas aventuras, no pude haber pedido mejores compañeros.
Ya no tengo más movimientos, a pesar de ser todo tan triste y estar a unos segundos de morir me rio con alegría. Me podrán sacar todo, mi diario, mi fénix, mi habilidad, pero no mis recuerdos.
—Chicos... los quiero...—murmuré sonriendo ampliamente.
2 años antes.
— ¡Que cansancio! —exclamó Candy estirándose en su lugar—. Quiero dormir, háblame cuando termine la clase —pidió a la chica de pelo negro, que se encontraba a su lado, era tan intenso su color que se le formaban reflejos azulados.
Su compañera miró molesta. Estaba muy estresada, pronto terminarían las clases y estaba reprobando varias materias, sobre todo esa. Su amiga no ayudaba mucho quejándose continuamente del cansancio.
—Dale niña, aguanta un poco más —habló mientras terminaba de anotar lo que la profesora escribía.
La chica que estaba enfrente suyo prestaba mucha atención a la conversación de sus amigas.
Cuando terminó de anotar vio a su compañera, se encontraba babeando la mesa mientras dormía.
—Estúpida —dijo molesta dándole un golpe en la cabeza, haciendo que la joven se levantara.
Belén soltó una carcajada al ver a la niña masajear su cabeza golpeada.
—Ay, no me siento muy bien —respondió suspirando mientras reposaba su cabeza en su brazo y miraba a su amiga— necesito dormir.
—Eh... señorita Gómez—la llamó su profesora y el corazón de las tres saltó al escucharla—. ¿Sucede algo?
—No me siento bien, profe—habló simulando tranquilidad.
—Aguanta un rato y te irás a tu casa —dijo la mujer dándose vuelta y continuando su aburrida explicación.
Ainara suspiró, no quería que la regañaran, tenía que portarse bien para que la profesora le pusiera una buena nota de concepto y no estuviera en vacaciones de verano. Lo tenía todo calculado.
Al voltear se encontró con su amiga babeando nuevamente mientras dormía. Le dio otra bofetada.
—Ya, Ainara —habló Belén tratando de calmarla—. Aprobó la materia.
—Te dije que estudiaras durante todo el año —se burló y comenzó a reposar un poco.
Ainara se contuvo de golpearla, aunque tenía muchas ganas de hacerlo.
Se estaba sintiendo peor, lo atribuyó al golpe que se había dado hace algunos días, después de todo no había sido nada suave, logró que perdiera el conocimiento.
Se mantuvo mirando la pared color naranja del aula. A unos cuantos bancos se encontraba uno de los chicos con los que normalmente peleaba, no sabía si discutirle algo o seguir haciendo nada.
—No, por favor. —Escuchó una voz quebrada.
— ¿"No por favor" qué, Ainara? —preguntó extrañada a su compañera de mesa, la cual la miró con desinterés.
—No dije nada, Candy —susurró.
— ¡¡Deja a mis hijos!!! ¡¡No!! —se escuchó un grito desgarrador que la atontó, su corazón latía con fuerza.
— ¿Qué, Belén? —preguntó confundida.
—Yo no dije nada, Candy —le dijo su amiga.
—¡¡Noo!! —dijo una voz.
—Chicas, dejen de hacer voces no es gracioso —habló en voz más alta de lo que quiso. Se estaba comenzando a estresar.
—No estamos haciendo voces Candy, en serio —le susurró Ainara.
—No tienes honor —dijo otra.
—Tú empezaste esta guerra.
Las voces la desorientaron y le hacían doler la cabeza. Se paró tambaleante, todo el curso la miró, pero no estaba lo suficientemente consciente para darse cuenta de ello y sentir vergüenza.
— ¿Señorita Gómez, se siente bien? —le preguntó la maestra.
Intentó decir algo pero de su boca solo salió un quejido lastimero. Con paso inseguro caminó en dirección a la puerta, las cosas se hacían confusas.
Todo se puso negro.
Vio a Ainara, la tomaba del hombro y la forzaba a verla.
Negro de vuelta.
La joven de pelo negro estaba asustada con su presencia.
Oscuridad.
Estaba en la puerta de entrada del colegio, alguien gritaba su nombre.
Se encontraba nerviosa, intentaba mantener la calma y seguir los extraños sonidos.
Decidió dejar que su cuerpo se dirigiera a donde deseara.
Despertó ya entrada la noche, sentía algo de frío. Estaba bastante oscuro, tomó su celular para alumbrar el camino. Con el foco logró alumbrar una parte de lo que parecía ser un bosque.