El diario de secretos

Cap. 6: El cazador y la presa

— ¿Yo hice esto? No... no pude ser yo —una mueca apareció en su rostro—. Esto no es real... ¿O sí? Fue "eso" de vuelta... al menos no podrá hacerte más daño.

Se había quedado dormida en la mesa haciendo la tarea. Fue algo muy difícil engañar a sus padres, quienes las vieron demasiado alteradas al regresar, además de que se sorprendieron mucho de que no hayan comprado ningún libro.

—Nos intentaron robar —inventó en ese momento Candy.

—Nos costó mucho salir del shock, Guadalupe se desmayó —continuó Josefina.

Candela se reprochaba internamente mientras intentaba despertarla, no tuvo que dejarla ir al colegio. Quizás los estaban vigilando, sabía lo malas que podían ser esas personas. Podía ser que ese robo sea parte de un intento de encontrarla.

Candy se despertó sobresaltada, miró a todos lados y se tranquilizó al ver que estaba en su casa. La mala noche que pasó comenzaba a reflejarse en su rostro.

Desayunaron mientras la menor terminaba de estudiar y recién después de almorzar se dispuso a descansar. A pesar de estar todo el día sentada sentía que no tenía fuerzas para nada.

Se estaba por ir a su habitación cuando recordó lo que debía mencionarle a Candela.

— ¡Cande! —la llamó desde la escalera.

— ¿Si, Can? ¿Qué pasa? —le preguntó mientras levantaba la mesa y se acercaba para ver a la colorada.

—Tengo un azulejo en mi habitación, es mi mascota. Espero que no te moleste.

Ella paró en seco y se quedó seria, pensando. Miró a Candy y le sonrió como si nada.

—Es genial, luego me lo muestras y me cuentas de donde lo sacaste, ahora anda a descansar, le podemos ir a comprar comida más tarde.

—Genial, gracias por dejarme cuidarlo —dijo subiendo la escalera rápidamente en dirección a su habitación.

—Espero que no haya encontrado el libro o habrán muchos problemas —susurró y siguió limpiando.

~Y~

—No te permitiré salir—murmuró la joven de cabello negro mientras intentaba relajarse, cada día le costaba más mantenerse tranquila. Las pesadillas, el estrés del colegio y lo que pasó con ese demonio la estaba desequilibrando.

Se miró al espejo, ahí lo único que encontró fue su horrible reflejo, ese atemorizante fulgor negro que envolvía la mitad de su rostro y le quemaba.

—Hija—escuchó que del otro lado su madre le hablaba—. ¿Está todo bien? —preguntó, parecía preocupada.

—Sí, solo estoy algo dormida —mintió.

—Belén llamó—dijo del otro lado.

—Ah, ¿sí? ¿Qué dijo? —preguntó tirándose agua en el rostro para intentar controlarse.

—Dijo que sentía que algo raro te pasaba y quería hablar con vos, le dije que estabas durmiendo y que nada malo pasaba.

—Bueno, después la llamaré para tranquilizarla.

Escuchó como sus pasos se alejaban. Le preocupaba que Belén se diera cuenta de lo que estaba pasando. Era extraño como siempre podía saber cuándo su mente se estaba saliendo de control.

~Y~

Candy dormía plácidamente, cuando sintió un golpe en su cabeza, se despertó sobresaltada, pero no encontró nadie. Se fijó en el reloj de su mesa de noche, ya eran las 2 pm.

Miró su celular, tenía una llamada entrante de Belén.

Holis, holis colu —habló alegre Belén. A veces la impresionaba la cantidad de paciencia que le tenía, de seguro había más llamadas perdidas y no parecía molesta—. Quería saber si podías venir a mi casa a dormir.

—Claro —respondió tranquila, pero algo adormilada—. ¿Quién va?

—Guadalupe y espero que vos. Josefina está sobrecargada de tarea y Ainara se siente mal así que no vendrán. Intenta llegar a las 8 a mi casa.

—Genial, ahí estaré.

Cortó la llamada y bajó a merendar. Tenía planeado dormir un poco más, terminó de comer y se dirigió a su habitación. Ese día era relativamente tranquilo, quizás al día siguiente ayudaría a Candela a trabajar, no debía de estar haciendo de niñera suya.



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En el texto hay: demonios y angeles, diarios magicos, guerras magicas

Editado: 28.04.2020

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