El Diario de Susan Lowell (trilogía "Los Diarios")

Sucesos

Tenía miedo de volver a tratar de abrir la puerta, pero una repentina claustrofobia me invadió y me desesperé por salir… la puerta no opuso resistencia alguna y casi me caigo al abrirla de un tirón, afuera todo estaba normal, podía escuchar la voz de mis padres conversando, miré el reloj de la pared, no habían pasado ni diez minutos, pero yo sentía que había estado con esa tortura por horas, abajo no parecían haberse percatado de mis gritos, o de que las luces se comportaban de una forma extraña, me atrevía a asegurar que ni siquiera habían notado la extraña luz de afuera, no entendía absolutamente nada, mi corazón aún seguía agitado, pero ya no sentía ese terrible miedo que me paralizaba por completo, caminé hasta mi cuarto y me cambié inmediatamente.

Bajé con sigilo al gran comedor, esperando ver sorprendidos o al menos extrañados a mis padres, pero al parecer la única que vio y sintió todas las cosas extrañas que pasaron en los anteriores veinte minutos, había sido yo.

—¿No me escuchaste gritar mamá? —pregunté sin rodeos.

—No, Anne, ¿me llamabas? ¿Sucedió algo?

—Aamm —dudé si debía contarles o no. Lo menos que quería era que me pasaran por loca—. No, estoy bien.

—¿Segura, hija? —preguntó mi padre.

—Sí —me acerqué a él y lo abracé—. Es solo que te extrañé.

—Yo igual las extrañé a las dos —dijo él con una gran sonrisa, todos nos sentamos en la mesa y mamá sirvió un exquisito platillo de carne para cenar, usualmente no prepararía algo tan pesado para la cena, pero era una ocasión especial porque mi padre adoraba la carne, durante toda la cena no podía dejar de pensar en lo que había ocurrido en el baño, definitivamente eso había sido más aterrador que lo del jardín y no podía explicarme por qué mis padres no lo notaron, por qué no podía abrir la puerta y después solo se abrió como si nunca hubiera estado cerrada, tal vez fue la desesperación del momento, o solo me lo imaginé todo… no, claramente vi cómo se apagaban las luces y como aparecía esa extraña luz en el horizonte oscuro del cielo nocturno, definitivamente todas las cosas raras —o paranormales— que estaban sucediendo, se relacionaban con la desaparición de Susan, y ahora más que nunca era primordial averiguar todo, mientras comía decidí que al terminar, subiría a descubrir que era lo que abría esa llave, mi primera opción era el compartimento secreto detrás del baúl, pues era lo único allí que tenía cerradura, aunque no estaba segura de si esa llave tan elegante coincidía con un cerrojo de una pequeña puerta de madera vieja.

—Anne, ¿Qué piensas? —cuestionó mi padre—, has estado un poco callada esta noche.

—Pensaba que tengo mucha tarea que hacer —justifiqué, se me estaba haciendo un poco más fácil eso de mentirle a mis padres.

—Puedo ayudarte si quieres.

—No, pero gracias, papá —dije fingiendo una sonrisa.

—Bueno; si tienes que hacerla, puedes irte a tu habitación.

—No, quiero quedarme contigo un rato. —Él sonrió y después de cenar nos pusimos todos a ver una película, era reconfortante estar junto a mi padre; así dejé de pensar en mi aterradora experiencia en el baño.

 

No supe en qué momento me quedé dormida. Al día siguiente, amanecí en mi habitación, agradecí a la pesada cena de la noche anterior que me hizo dormir como un bebé; porque estaba segura de que no podría haber dormido nada pensando toda la noche en aquellas extrañas luces. Sabía que tenía que entrar de nuevo allí, pero tenía miedo de volver a quedarme encerrada.

Suspiré y tomé una bocanada de valentía, abrí la puerta esperando encontrar algo horrible que brincaría contra mi cara, pero todo estaba como la noche anterior, sin embargo, ya no me sentía cómoda allí, hice todo lo más rápido que pude y salí de ese lugar. Ahora mi situación se estaba poniendo cada vez peor, ya tenía miedo de entrar al jardín, y ahora el baño, ¿Cuál será el próximo lugar al que temeré entrar?

—Buenos días, hija —saludó mi madre cuando bajé a la cocina.

—Buenos días, mamá, ¿y mi padre ya se fue?

—Sí, pero dijo que volvería esta noche otra vez.

Sonreí y no dije nada más. Desayuné con calma pues me había despertado más temprano de lo usual, hasta que me acordé de la llave, la había olvidado por completo, con lo de anoche y mi padre, mis planes de ocuparme cien por ciento a investigar la casa habían quedado en segundo plano, subí a mi habitación y empecé a buscarla, pero para mi sorpresa, no la encontraba.

—La última vez que la tuve, la había guardado en mi bolsillo —dije en voz baja, para mí misma, traté de encontrar el pantalón, pero tampoco estaba, lo busqué en la cesta de la ropa sucia, tal vez con el apuro del momento había olvidado que lo puse ahí. Tampoco estaba.

—Mamá. —Decidí preguntarle a ella, quizá no había visto la llave, pero si mi pantalón—. ¿Has visto mi pantalón? El que me puse ayer.

—Ah sí, lo eché a la lavadora.

—¿¡En la lavadora!? —Salí corriendo a buscarlo, no sabía si la llave se podría dañar o no, pero no me iba a arriesgar a perder la única pista que tenía, mi madre salió tras de mí preguntando qué sucedía, por suerte aún no había empezado el ciclo de lavado, introduje mis manos en el agua fría, revolviendo desesperadamente toda la ropa en busca del pantalón, pero la llave no estaba en ninguno de sus bolsillos. Entré en pánico, pudo haberse caído en la misma lavadora, removí todo casi metiéndome de cabeza en la lavadora, la llave no aparecía por ningún lado.



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En el texto hay: misterio, ciencia ficion, amor

Editado: 08.01.2022

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