El diario del agua

Cap. 23: Cortante

Los gemelos suspiraron al llegar al colegio, por poco y se les hacía tarde. Al menos el preceptor no había llegado aún, se dirigían a sus respectivos lugares cuando algo se le tiró encima Marcos, ese algo era alguien, ese alguien era quien más odiaba Candy. 

Ambos cayeron al suelo, casi se lastiman.

—Hola, Marcos —dijo Mauro aún encima de él.

Tenía que intentar acercarse a él, que confiara, quería descubrir qué estaba pasando. Le atraía toda esa capa de misterio que estaba envolviendolo últimamente. 

En la pijamada lo había confrontado en secreto, cuando Rodrigo y Franco aún dormían y ellos se habían levantado medianamente temprano. Quería saber la verdad, pero Marcos solo insinuó que estaba soñando y que nada de eso pasó.

—Je, hola —respondió un tanto tembloroso.

—Ya, dime la verdad, —bufó— sé que lo que vi no fue un sueño.

Marcos miró nervioso a Candy, quien se encogió de hombros con una sonrisa burlona y fue a sentarse, como si que le dijera "es tu problema". Sabía que era de todos, si Mauro exponía el mundo mágico tendrían muchos problemas.

 Tragó saliva, maldiciendo para si mismo a su hermana, juró que le spoilearía el principio de la segunda temporada de La guardiana.  

Se levantó, tomó asiento con aparente calma, perder la compostura sería un error fatal.

—Mauro, no quiero llamarte loco —comenzó su monólogo—, pero en serio ¿pensas que yo y Candy somos hermanos, que tenemos otra hermana mayor con la capacidad de hacer magia y que nosotros tenemos un libro mágico o algo así? —hizo una pausa—. ¿No suena un poco... —buscó la palabra durante unos segundos— ridículo?

El castaño se quedó callado, lo ayudó a pararse y ambos se sentaron detrás de Candy. Guardaron silencio en el peor momento, llegó a escuchar cuando su hermana le dijo a Guadalupe

—Necesito que me des un poco de energía o Uriel, Seta y Lilim morirán —estaban susurrando ambas.

—Está bien, creo que puedo hacer algo, necesito que me acompañes al baño.

Si él lo había escuchado Mauro también, estaban en problemas. Eran unas inconscientes.

~Y~

Ambas pidieron ir al baño, Mauro se veía con la mirada perdida, Marcos lo miraba de reojo, se sentía irritado. Su hermana no era para nada cuidadosa, no pensó que eso lo pondría en tantos apuros por culpa... ¿Pero qué mentiras decía? Sabía de sobra que ella podía hacer las cosas peor que mal, era capaz de gritar a los cuatro vientos que tiene El diario de secretos. 

Se agarró de la cabeza, el dolor que venía a ratos desde ayer era una tortura. Durante todo ese tiempo hubo un par de veces que escuchaba una suave voz decirle cosas extrañas, no sabía qué le pasaba.

Esa mañana su abuelo había explicado que en los momentos de pelear su energía subía drásticamente y que esa irregularidad era como una frecuencia de radio, de seguro interfería en algún tipo de comunicación, de ahí provenía la voz.  

Estaba tan concentrado en sus cosas que no prestó atención cuando Mauro pidió a ambos salir para salir al baño, lo sacó a tirones y cuando salieron le dijo lo que planeaba.

—Vamos a entrar al baño de las chicas, quiero ver lo que hará tu hermana con Guadalupe —dijo Mauro corriendo con él mientras lo llevaba agarrándolo de la muñeca.

—No te das idea de lo pervertido que sonaba eso —balbuceó el desconcentrado, al parecer el chico no lo escuchó

 Se dejaba llevar, sin poder pensar. Lo estaba agarrando de la muñeca... le dolía, pero no porque hiciera fuerza, era otro tipo de dolor.

Llegaron al baño Mauro miró a ambos lados y entró por un largo pasillo, hasta llegar a donde estaban las letrinas. Allí lo vio todo, Guadalupe tenía una mano en el pecho de Candy, ella estaba con los ojos cerrados, se veía calmada, como dormida. La mano de la joven comenzó a brillar, todo su cuerpo lo hacía, el de Candy también.

Marcos se sentía impresionado, ¿dónde habían aprendido esas cosas? 

La luz de la fuente de energía pasaba de un color dorado a uno azul. No sabía si asemejarlo a una transferencia de sangre. 

—Gracias —dijo abriendo sus ojos, por un segundo se vio un brillo color dorado en sus ojos, luego volvieron a la normalidad. 

— ¡Lo sabía! —exclamó Mauro emocionado—. Vos y tu hermana son mágicos. 

—Perdón... —susurró.

Marcos le dio un golpe en el estómago a Mauro, dejándolo sin aire y muy atontado. Cayó en sus brazos, Candy y Guadalupe no salían de su asombro, la gemela se percató de que su hermano la estaba fulminando con la mirada, tendrían muchos problemas

—Llamaré a Lilim, vos llama a Gabriel... debemos irnos rápido —se había enojado—. El plan e arruinó.



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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