El diario del agua

Cap. 40: Cuestion de vida o muerte

— ¡¿Qué pasó?! —exclamó Seta al entrar y ver a los dos así.

—No puede ser.. —Candela miraba a sus hermanos inconscientes, su peor miedo se confirmó.

Lilim ingresó a la sala aterrada por el grito. El alma se le fue a los pies, escuchó los pensamientos de la Gomez mayor y se puso aún peor. 

— ¿Qué sucede? —preguntó Uriel notablemente confundido mientras trataba de ayudar a los dos.

—Candy y Marcos comparten la misma alma —declaró muy dolida—. Si Candy muere Marcos también y viceversa. 

~Y~

Guadalupe miraba ese desastre como si que fuera su culpa, los signos vitales de los gemelos descendían, la habían cagado. Una de las plantas no era la indicada, los que hizo que su corazones se detuvieran, los pudieron volver a poner a andar, pero la otra droga, la cual funcionó, no sirvió de nada. Puesto que contrarrestó el veneno que le dieron y lo único que hizo fue que la enfermedad se retrasara... Los síntomas durarían más, hasta que encuentren la verdadera medicina, tenían tiempo al menos.

El problema es que no recuperaban la conciencia, se encontraban dormidos en camas separadas.

— ¿Cómo es posible que compartan el alma? —le preguntó a Candela para tratar de distraerla un poco mientras Nina hacía lo que podía junto con lo médicos.

—Es extraño que pase, sobre todo cuando no son del mismo género... Candy y Marcos eran un mismo óvulo, al cual se le asignó un alma como a todos los seres —hizo una pausa mientras miraba a sus hermanos—. En un caso normal se les reasigna un alma a cada uno, hay algunos casos en los que eso no sucede. Ambos son una persona que fue dividida si lo quieres ver así. 

— ¿Y por qué ambos morirían? —preguntó.

—Porque el alma se iría hacia el cielo y el otro no lo tendrá, no pueden vivir sin ella —explicó—. Las heridas se pasan porque son como un mismo cuerpo, los sentimientos, la energía, son lo mismo.

Volvieron a ver la horrible imagen, José lloraba, María estaba en un ataque de nervios y Luis era el único que actuaba razonablemente. Lilim estaba en un costado de la habitación con los ojos cerrados y cruzada de brazos.

—Lilim... —la llamó Seta.

—Shhh —lo calló y él se enojó.

— ¿Cómo estás tan tranquila cuando ella... digo, ellos mueren? —pregunté 

—No te vengas a hacerte el amigo. Yo sé que deben fingir que se quieren, pero no enfrente mío. Ustedes dos no tienen una relación. Yo soy la importante para ella, no vos y me encargaré de salvarla —habló molesta.

El chico le dio un puñetazo a la pared, se vio los nudillos, un líquido rojo salía de ellos.

— ¿Por qué sangran? Si estoy muerto —preguntó.

—Ya sé que sucede —habló Lilim—. Uno de ellos está en el umbral de la muerte, se rehúsa a volver a su cuerpo. Usan a una alma dividida como sacrificio intentando de forma torpe darle un poco a él, por eso estás sangrando, pronto tendrás un pulso lento, y dejarás de estar tan frío.

— ¿Qué haremos? —preguntó Candela asustada. No podría aguantar la pérdida de alguien más.

— ¿El umbral de la muerte es algo así como un lugar o qué? —preguntó Guadalupe.

—Sí, ¿qué planeas humana? —Lilim desconfiaba de su entendimiento sobre el problema.

Se sentó unos segundos en un sillón mientras meditaba que podían hacer, no le quería hacer caso a esa gentil voz que repetía una y otra vez lo que debía hacer. Era gentil y parecía tratar de guiarla.

— ¿Y si alguien va a buscarlos y convencerlos de que vuelvan? —preguntó.

El silencio inundó la sala, si, había forma de hacerlo, pero no sabían muy bien a quien mandar.

—Iré yo —dijo Seta sin más. Nadie lo contradijo, después de todo tenían mucho miedo para siquiera hablar.

—Intentaré ver si hay cambios en los planes de quien sea que esté interfiriendo aquí, llamen a el resto del grupo, que busquen los responsables —pidió José hablando con la voz quebrada y salió de la habitación.

—Entendido —Guadalupe y Uriel salieron a intentar contactarlo.

—Escúchame, Seta. —La demonio se acercó amenazadoramente a él—. Si fallas te vendrás al infierno conmigo... no me será difícil ¿entiendes? O vuelves con los gemelos o no vuelves —el chico asintió sin denotar miedo en su rostro.

Esperó pacientemente sentada en el lugar que anteriormente ocupaba Guadalupe. La actitud que adoptaba Lilim era la misma que adoptaría alguien que estaba celosa. 

Miró a Luis, quien solo miraba a sus sobrinos.

—Luis —lo llamó, el hombre volteó—. La piedra que llevamos Candy y yo... se supone que debería marcar nuestro lazo, pero la mía está azul y la de ella no y deberían estar igual. ¿Verdad?



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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