Una emoción desconocida,
una duda que te desgarra la vida;
un corazón necio imposible de domar,
sumiéndote sin permiso alguno en un abismo de ansiedad.
Un campo de brotes chinos,
llevándose mi atención consigo,
susurrándole al corazón mencionar tu nombre a cada latido,
e ignorando bruscamente mi hiriente suplicio.
Un cruce de miradas,
una esperada llamada,
diciéndome todo y al mismo tiempo nada,
sometiéndome de un solo golpe a beber una sensación amarga.
Un escenario que brinda esperanza,
una pregunta invocando a la verdad,
y una respuesta cargada de un aliento frío no se hace esperar;
acarreando consigo una fuerte matanza,
mi corazón y emoción muriendo en un juego de azar.
Una alegría pasante,
una emoción vibrante;
un giro inesperado,
que apacigua a un corazón desesperado.
Un mensaje que resucita,
a un cuerpo inerte y sin vida;
una sonrisa que abre las puertas,
a posibilidades anteriormente desiertas.
Un apapacho cálido,
que aleja el sentimiento solitario;
una sonrisa amena,
consiguiendo sin traba alguna que quiera entregarte mi vida entera.
Gritos silenciosos,
silencios ruidosos,
arrojándome lejos con un destello de furia omnipotente,
a lo que es mu cruel, frío, y triste presente.
Un eco familiar,
poniendo a todo mi cuerpo a vibrar,
orillándome a recordar,
que existe un alguien a quien intento amar.
Un chico ansioso,
indeciso y temeroso,
paseando su mirada de un lado a otro,
rebuscando de entre el cobre el oro,
quizás dando mil y un pasos en falso,
pero sin cesar de buscar a un amado.