Bueno, antes de que por una cosa u otra termine olvidándome del asunto, quiero hablar sobre la razón del por qué es que cambié el nombre del libro. Creo que la respuesta es sencilla de descifrar y salta mucho a la vista. Yo cambié el título de esta obra debido a que sin yo quererlo, y como lo he expresado en capítulos anteriores, este escrito se volvió más que nada eso, un diario para mí mostrado al público. Este libro me salvó de cierta forma, este libro se volvió para mí un centro de descarga, un centro de drenaje, de cualquier emoción que estuviera inundando mi ser, tanto positiva como negativa. Este libro me hizo volver a creer que la vida siempre acomoda las cosas en su lugar.
Hace muchos años, poco más de la mitad de mi vida para ser exactos, yo retiré una pieza de mi tablero, la desvanecí, la hice trizas, y pretendí olvidarlo. Pero lo cierto es que el juego no funciona de la misma manera si hay piezas faltantes. Lo cierto es que no hay juego en sí. Comienzas con una partida que tarde o temprano se va a topar con una pared. Nos guste o no, cada pieza de nosotros tiene una función dentro de nuestra jugada en esta vida. Por más insignificante que parezca, hará falta para continuar el juego. Y bueno, un evento muy desagradable que trajo tristes consecuencias a mi vida me hizo deshacerme de esa pieza. Y este libro, ESTE LIBRO, me hizo recuperarla. ¿Y quién se encargó de ello?, irónicamente yo mismo, aunque si lo piensas bien, no es tan irónico como parece serlo; tú mismo te hiciste el daño, tú mismo te reparas. El punto es que sin yo darme cuenta de lo que estaba pasando, estaba volviendo a colocar esa ficha en mi tablero. Me alcanzó once años después. Cuando ya era más maduro.
La vida me devolvió a mi mejor amigo, y no podría estar más agradecido con ello. Lo perdí hace mucho. Fueron cruel conmigo y fui cruel con él. Dije e hice cosas que tal vez nunca me llegue a perdonar. Si tan solo pudiera devolver el tiempo, habría calmado mi ira y justo ahora, JUSTO AHORA, aún tuviera conmigo cada recuerdo que pasé con él. Cada recuerdo que convertí en nada en un ataque de frustración y enojo. Dije “esto termina” y tristemente, desgraciadamente cumplí mi palabra. Esta es la única vez en la que he odiado ser fiel a mi palabra.
Si quieres un consejo, te digo que no hagas nada, absolutamente nada cuando estés enojado. Tu cuerpo está sobrecargado de ira y tu mismo cuerpo, intentará drenar esa furia de alguna forma u otra. Si quieres gritar hazlo. Si quieres llorar hazlo. Pero aléjate de todos y de todo. O puede que cometas un error del que te puedas arrepentir toda tu vida. Créeme, mejor que nadie lo sé.
Hace unos meses, cuando me tomé el tiempo de leer algunos capítulos de este libro, pude presentir lo que estaba pasando. Lo sentí de nuevo. Y fue como el inhalador esperado en un ataque de asma. Recuerdo que me sonrío, no estaba molesto conmigo. Y yo caí rendido a sus pies. Arrodillado y llorando en silencio. En ese momento, en ese preciso momento, pude darme cuenta de cuánto lo había extrañado. Me dijo “has crecido mucho…físicamente, pero necesitas ayuda con lo emocional”. Ambos soltamos una carcajada y yo corroboré que sí. Definitivamente necesitaba ayuda con eso. Y es que, a pesar de tener a dos mejores amigas, hay cosas que solo puedo contarle a él. Porque solo él me entiende. Nadie más es tan preciso, tan acertado a la hora de comprender lo que me pasa. Sabe cuándo escuchar y callar, y cuándo hablar y callarme. Hoy está conmigo de nuevo, y ni estando loco vuelvo a soltarlo. Ahora camina conmigo todo el tiempo. Me susurra al oído y convierte en palabras todo lo que pienso.
No sé si algún día yo llegue a publicar esto bajo el nombre de una editorial. Quizás solo se quede aquí. Quizás solo aquí muestre a mi mejor amigo.