Desperté temprano para ir con mi padre al trabajo.
Al salir de mi habitación me llevé la sorpresa de que Nick había despertado incluso más temprano que mi padre y yo, se había preparado el desayuno e incluso ya se había ido a la escuela para tomar el curso de las materias que iba reprobando.
-Sigo pensando que lo que hace que estos milagros pasen... -Dijo mi padre refiriéndose a que Nick había despertado temprano. -...Es causa de una chica.
-Conociendo a Nick, yo sí creo que haya reprobado dos materias, o tal vez más...
-¡Ni lo digas! -Exclamó con un tono exagerado.
Al llegar al trabajo, nos encontramos a Benjamin. Era cierto que era muy puntual.
-Buen día, Benjamin. -Saludó mi padre.
-Buen día señor.
Benjamin llevaba en la mano un libro de tamaño mediano.
-¿Qué tal? -El saludo del chico que estaba frente a mi me hizo reaccionar. Deje de ver su libro y lo observé.
-Hola. -Respondí amable. -Sí que es cierto que te gusta leer, eh.
Con un movimiento de cabeza le indiqué que me refería al libro que llevaba en las manos. Benjamin solo asintió sonriendo levemente.
Durante todo el tiempo que he estado en esa escuela, nunca había mirado a Benjamín con un libro que no fuera los que usamos en algunas clases, aunque bueno, para ser sincera, nunca me encontraba con él por los pasillos.
Si eso llegaba a pasar era por mera coincidencia.
Nunca cruzamos palabras porque tampoco compartimos muchas clases juntos. Además me daba la impresión de que era un chico bastante solitario. No precisamente que no tuviera amigos, pero tal vez simplemente disfrutaba demasiado de su soledad para leer libros.
Durante el día estuve "capacitando" a Benjamin, pero a decir verdad, creo que él terminó capacitándome en algunas cosas.
La mañana se pasó relativamente rápido, y por suerte así fue, ya que esperaba con ansias la hora del descanso, tenía muchísima hambre.
Benjamín y yo nos sentamos en una mesa alejada de los clientes para poder comer.
El tiempo que estuvimos conversando durante la mañana me hizo cambiar mi forma de pensar sobre él.
-Creí que ibas a ser demasiado serio, e incluso debo confesar que pensé que serías un poco amargado.
Benjamin se rió levemente ante mi comentario.
-Demasiado prejuiciosa, señorita Bennet.
Reí ante su comentario. Me impresionaba que de verdad había leído el libro. Nunca he logrado persuadir a Dakota para que lo lea. Es probable que haya encontrado a alguien con quien compartir opiniones sobre libros.
-Lo siento. -Volví a reír. -Me diste esa impresión el día que viniste a la entrevista.
-Lo sé, me lo han dicho tantas veces, tal vez tiene que ver por mi rostro.
Su rostro reflejaba bastante seriedad, tanta que incluso debo confesar me pareció aparte de amargado, una persona con mal humor e incluso un poco pesado. Pero es todo lo contrario, es muy amable y su rostro cambia al conversar.
Refleja atención por estar escuchando una conversación por más simple que parezca.
-Mi rostro serio me ha traído unos cuantos malentendidos. Las personas suelen pensar que voy por la vida odiándolos.
Rió levemente y yo hice lo mismo que él.
-Sabes, yo creía que eras una chica creída. -Dijo riendo.
Lo miré sorprendida ante tal comentario. No me consideraba una persona que se creyera superior a los demás, aunque claro, cada quien es libre de pensar lo que quiera.
Yo lo hice con Benjamin
-Bueno, ¿ y ahora qué crees de mi? -Recargué mis brazos sobre la mesa para acercarme un poco.
Benjamin se apoyó en el respaldo de la silla y cruzó sus brazos.
-Bueno, ahora creo que no eres lo que creía. Eres más simpática de lo que pareces. Tal vez ese chico con el que salías te daba mala reputación.
Había escuchado eso antes, y a decir verdad, me preocupaba que mi forma de ser fuera opacada por la presencia y personalidad de alguien más. Salir con Damián hacía que las personas pensaran que yo era una "chica creída" cuando en realidad no era lo que quería reflejar sobre mi personalidad.
-Vaya, pero ahora puedo dar a conocer por mi misma quién soy, ¿no lo crees?
-Nunca es tarde para comenzar.
Benjamin me miró y sonrió levemente. Le correspondí la sonrisa y me puse a pensar por un momento en...
-Hola Lidia. -La voz de Damián a mi lado interrumpió mis pensamientos.
Le di un rápido vistazo a Benjamin y luego miré a Damián de nuevo.
-Hola. -Le saludé con el corazón latiendo a mil por hora. -¿Qué haces aquí?
-Estaba de pasada y decidí llegar a saludar.
-Qué bien. -Dije con un tono de voz algo confundida. -¡Qué grosera soy! Damián él es Benjamín. Benjamin, él es Damián.
El chico que estaba sentado frente a mi me miró.
-Solo dime Ben.
Lo único que hice fue sonreír y asentir.
-Sí, lo conozco. -Damián se sentó a mi lado y pasó su brazo por el respaldo de mi silla. De inmediato me sentí incómoda y a la vez nerviosa. Miré a Ben y este sonrió levemente también un poco incómodo ante la situación.
No tenía idea de lo que podría estar pretendiendo hacer Damián.
-¿Tienes un momento? Quisiera hablar contigo sobre algo.
-Aún no termino de comer. -Dije como pretexto, pero como olvidar que conocía tan bien a Damián. Era experto en encontrar soluciones. -¿Te parece hablar luego?
-Mejor los dejo para que hablen.
Ben se puso de pie y se alejó de la mesa donde me encontraba algo confundida por el repentino interés de Damián hacia mí.
-Genial, gracias por arruinar el descanso a Ben en su primer día de trabajo.
-¿Qué? ¿Trabajará aquí?
-¿Acaso no me escuchaste?
Damián me miró un momento detenidamente. Se quedó en silencio un par de minutos, y después pareció encontrar las palabras que estaba buscando.
-Ya veo.