Capítulo 1
"El efecto de una declaración"
Sus dedos sudaban como nunca gracias a los nervios que le estaban atacando desde que despertó, hoy era el día.
Para Abel no había otra cosa más importante que pedirle a Samanta que fueran novios. Si, era absurdo que después de tanto tiempo tratándose como tal ahora se dignara a hacerlo, pero no encontraba el momento perfecto para realizar la gran pregunta para que finalmente sea su novia. Ella era la protagonista de todos sus pensamientos.
Samanta Hernández, desde que estaba en el jardín de niños y la miró por primera vez sintió lo que es enamorarse de verdad, aquella niña de ojos azules y pelo rubio cenizo largo lo cautivó a primera vista e incluso después de muchos años seguía sintiendo aquella felicidad que le albergaba cuando la veía.
Más o menos cuando ambos rondaban los quince años comenzaron a reflejar sus intereses y poco a poco se fueron acercando cada vez más. Eran una especie de mejores amigos, que no se atrevían a dar el siguiente paso. Hasta que un día cuando recién cumplían diecisiete en una fiesta los retaron a darse un beso y se empezaron a tratarse como más que amigos sólo que sin título por así decirlo, eran como una especie de amigos con beneficios pero los dos odiaban llamar lo que tenían así.
La razón por la cual iba a realizar esta declaración es porque ya a él se le hacía incómodo que sus conocidos, amigos y familiares cada vez que le preguntaban que eran ambos, terminaban evadiendo la pregunta y soltando risitas nerviosas a mas no poder. Era claro para todos los que le rodeaban que tenían algo, tanto así que hasta cuándo asistían a la escuela fueron publicados varias veces en páginas dedicada a las noticias y chismes como una de las parejas más compatibles y ahora que había pasado un año y ya estaban en la universidad sentía que era hora.
Exacto, todos sabían que no eran oficialmente novios y ya estaban esperando la declaración.
Estaba repasando el plan por décima vez en su cabeza, diciéndose a sí mismo que todo iba a salir bien. Solo hacía falta la respuesta afirmativa por parte de Samanta y ya era evidente de que la daría, o eso esperaba.
— ¿Qué pasa? — el castaño lo sacó de sus pensamientos — ¿Estás así por Samanta verdad? — más que una pregunta parece que lo afirmaba.
— Sé que no te agrada Diego — habló ignorando la pregunta de su mejor amigo.
— Es demasiado, no puedes hacer esto así — contestó su amigo avisándole con una seriedad poca característica en él.
— Esperemos que no seas el próximo soldado caído de las redes sociales — Gerald su otro amigo comentó con una sonrisa burlona en el rostro.
— Gran apoyo el que me gasto — Abel contestó con sarcasmo.
— Bueno, que decirte — Gerald prosiguió —. Declararte en público no es la mejor idea que has tenido Abel, es en serio.
En verdad en su cabeza tampoco le convencía mucho la idea de realizar una propuesta en público pero recordó aquella vez en la que fue con Samanta al cine y en la película el protagonista se le declaraba a la chica en medio de un partido de fútbol americano. No olvidaba como ella se la pasó un mes completo hablándole de lo lindo que sería que le pasará algo similar en su vida y desde ese momento Abel quiso hacer una escena igual a esa — eliminando el fútbol americano y a él siendo el capitán del equipo —, era el plan perfecto, o por lo menos eso esperaba.
— Recuerda que no estamos en High School Musical y no eres Troy. Suerte — dijeron sus amigos al unísono sacándolo de sus pensamientos para luego chocar palmas.
— Ustedes no son normales — se rió Abel —, gracias por eso.
Se dirigieron al campo de juego de la universidad a la que asistían. Era un día soleado y el estadio estaba repleto de personas, divido en dos equipos el de la universidad rival y el de la suya, cada uno con una remera del equipo de la que asistían, que permitía distinguirlos.
Tenía todo preparado ya había hablado con Claudia, la organizadora del evento para que le echara una mano en los preparativos, con los carteles y demás.
Escuchó el bullicio de las personas en el campo de juego, esperando que el partido comience y de pronto la cámara comienza a enfocar el asiento de Samanta y siente como sus nervios aumentan cada vez más. Sus amigas le señalan la pantalla y ella luce desconcertada al verse a si misma. Abel da varias respiraciones profundas y decide que ya es el momento indicado.
Salió con el ramo de rosas rojas que eran las favoritas de ella, en su mano izquierda y esperó que desplieguen el cártel enorme que dice "¿Quieres ser mi novia?". Justo al momento se aprecia como el pequeño estadio se llena de vitoreos y gritos de emoción, inclusive los del equipo contrario gritan por lo que acaban de presenciar y Abel se queda esperando la respuesta de ella con la adrenalina al máximo. Samanta se queda helada en su asiento y él ve como niega con la cabeza lentamente logrando que su cuerpo se quede estático y sentir como un frío atraviesa su espina dorsal.