Octubre 13, 2007
Para Baylee Ravenson, Hernan Ravenson su padre, era el hombre más perfecto que pudiera existir en la faz de la tierra. Y es que no solo ella lo creía, sino también todo Rusia y los países que leían sobre él en las revistas de sociales.
El tema de la familia y fortuna de Hernan Ravenson siempre fue muy notable y muy llamativo para cualquier persona. Incluso para aquellos que ni siquiera sabían sobre medicina.
Así que, lo quisieran o no, Anastasia y Baylee debían de saber sobre lo que las demás personas pensaban sobre su padre y esposo, sobre el hombre que vivía con ellas y las amaba por sobre todas las cosas; del hombre que era capaz de dar su vida por cualquiera de las dos; de las tres una vez que llegó Haylee a sus vidas.
Y Baylee sabía muy bien que Hernan era ese padre perfecto que era capaz de dar lo mejor de sí para verla feliz, para ver sonreír a su pequeña.
Y aunque Baylee quisiera demostrar ser una chica desinteresada muy en el fondo amaba cada vez que su padre cumplía cada uno de sus caprichos, por muy mínimo que fuera, Hernan siempre hacía todo lo que estaba a su alcance para que ella obtuviera lo que quisiera; sin importar el costo, siempre se esforzaba por ver feliz a su hija.
Además, Baylee podía presumir de que su padre había estado en todas sus etapas, en los momentos más importantes de su vida; y en los que parecían no serlo; desde su primera palabra, sus primeros pasos, hasta sus ceremonias de graduación; Hernan Ravenson siempre estuvo para ella, y Baylee estaba agradecida por esos momentos.
—¿Listos para la entrevista?
Con el paso de los años, tanto Anastasia como Baylee se acostumbraron a las entrevistas que le hacían a Hernan, pero eso era porque a ellas no solían preguntarles nada, solo les pedían que posaran para las fotos que usarían y hasta ahí, solo para presumir al mundo de que Hernan era el hombre ideal para cualquier persona, como hombre, padre de familia y profesional; pero en esa ocasión alguien tuvo la aravillosa idea de decir que debían de participar en la entrevista, en especial Baylee Ravenson, ya que era una de las competidoras de gimnasia que representaría a su escuela a nivel nacional, eso solo daba de que hablar; la hija de Hernan Ravenson es una prodigio en la gimnasia, así como su padre en cardiología.
Y aunque no estaba muy de acuerdo, su madre y padre hablaron con ella para que accediera y así poder tener su primera entrevista, eso le ayudaría mucho si deseaba seguir con la gimnasia, y aunque ella no estaba muy de acuerdo, les dio ese gusto a sus padres. No quería verlos tristes o molestos, prefería acceder a hacer cosas que quizá son eran del todo de su agrado solo para verlos felices, pero prefería eso a tener que soportar reproches; cosa que nunca antes había ocurrido en casa, y por esa razón no sería esa la primera vez que ocurriera.
—Si, creo que si.
Era obvio que Baylee estaba muy nervosa, y es que no era para menos, era su primera entrevista, tendría su propio apartado, y toda la cosa; sería ridículo querer fingir que no quería hacerlo, claro que le emocionaba, aunque justo ahora su estómago le estaba haciendo pasar una vergüenza terrible; iba cada cinco minutos al baño, todo por la sensación que sentía de querer vomitar.
—Hola. —Escucho una voz mientras iba de regreso al set de grabación; la entrevista sería grabada y trasmitida en algún canal de televisión, la cual no vería; estaba segura de que su apariencia no era del todo la adecuada. Sentía que se había vuelto más pálida de lo que ya era, y sentía que por haber vomitado dos veces había bajado de peso de manera notable.
—Eh, hola…—La confusión de Baylee se hizo presente cuando se giró y descubrió a uno de los chicos que estaban en maquillaje, uno de los más lindos, detrás de ella. Sonriendo de oreja a oreja, aunque se notaba que estaba un poco nervioso. —¿Sucede algo? —El chico delante de ella, asintió.
—Lamento si te molesto, pero quería darte un consejo; para que no estes nerviosa, puedes solo enfocarte en la persona que te haga sentir más cómoda, o en la que te estará realizando las preguntas. Es normal estar nerviosa la primera vez, pero ya verás que cuando pases esta gran prueba, querrás tener más y más, y no dudo a que eso ocurra.
—Muchas gracias, nunca ha sido mi fuerte ser el centro de atención, bueno, me gusta, pero no creo que… que quiera más entrevistas. —El chico sonrió y ella se sonrojó; hasta ese momento no era su fuerte estar con ningún chico, y si esa charla resultaba bien, él sería el primer chico con el que mantendría una conversación un poco más larga que la de costumbre.
—No es nada, y ya sabes, nunca digas nunca. Te puedes llevar una gran sorpresa. —Baylee asintió, y como si algo le quisiera arruinar las cosas que iban bien hasta ahora, caminó de regreso a donde se encontraba su padre con la estilista que estaba terminando de acomodarle el micrófono.
—¿Lista hija? —Baylee asintió sonriendo, —Bien, que te acomoden el micro.
Una vez listos, las entrevista daría comienzo, pero al parecer la persona que llevaría la entrevista había ido a atender una llamada, así que se tardaría un poco en estar con ellos; cosa que ponía más ansiosa a Baylee.
—Nena, ¿estás bien? —Baylee asintió. Pero de inmediato negó.
—No, la verdad es que no; estoy demasiado nerviosa. Es mi primera entrevista papá; antes solo éramos una especie de cara bonita que adornaba la portada. Pero… ahora seré yo la coprotagonista de la historia.
—No hija, bonita eres, desde siempre y no es porque quieran ponerlas como las caras bonitas a mi lado, sino porque saben que son lo más importante en mi vida. No lo dudes nunca.
—¿Y qué hay de…? —Y justo antes de que pudiera terminar su pregunta, la entrevistadora llegó; aunque Hernan imaginó lo que ella quería preguntar.
—Lamento la demora. —Ambos negaron sonriendo mientras ella se sentaba frente a ellos. —Bien, ¿todo bien, Baylee? —Asiente. —Bien. Comencemos.
Julissa Milles, la mujer encargada de la entrevista fue lo más amable que pudo, para que la joven hija de Hernan Ravenson no se sintiera presionada o incomoda, de esta manera también tuvo que cambiar ciertas preguntas que de alguna manera afectaban a Baylee, ya fuera en sus respuestas o en su comportamiento con ella, y es que el problema de Julissa recaía en que Julissa creía que por ser hija de Hernan Ravenson, Baylee sabría que responder y de qué manera. Pero al parecer, Hernan nunca habló de ese tipo de cosas; nunca antes habían estado en una entrevista como padre e hija, pero Baylee estaba sobresaliendo por si sola. Aunque eso no quitaba el hecho de quién era porque todo el mundo lo sabía; Baylee Ravenson era hija de un gran cardiólogo, que a su vez era uno de los hombres más reconocidos en Europa y América del Norte; no solo por su profesión, sino por el apoyo que brindaba de manera solidaria a las personas de bajos recursos; incluso estaba pensando en realizar uno de sus nuevos proyectos
El punto es que, Baylee siempre sería la hija de Hernan y aunque sus logros siempre eran también de su esposa e hija, Baylee quería demostrar que era capaz de lograr grandes cosas por su cuenta.
Así que de alguna manera debía de aprovechar la entrevista; aunque Julissa no se lo puso tan fácil;
Julissa era conocida por ser la mejor en su trabajo, pero cuando se le salía el lado amarillista, decidió que sería buena idea pedirle a Baylee que hablara un poco sobre Hernan, sobre lo que él significaba para ellas; como esposo para su madre y para ella como hija.
—Sé que este espacio es para ti, Baylee, pero has dicho algo con lo que más de uno se podrá identificar; “esto es gracias a mi padre” —Baylee asintió, y aunque eso no era lo que ella quiso decir, tenía la oportunidad de aclararlo. Y no lo dudó ni un solo segundo.
—Quiero comenzar diciendo que he dicho eso porque es verdad, mi padre, además de darme parte del capital invertido en cada cosa que hago, me ha brindado lo más importante; amor, cariño y su apoyo en todas y cada una de mis decisiones. Y no solo él, sino también mi madre quien suele pedirle que acepte cuando algo se ve difícil de alcanzar. Papá en ocasiones duda de lo que puedo o no hacer y teme que me decepcione por ello, pero créeme que he aprendido de esas caídas; a veces hasta yo misma me ilusiono de más, y la caída de ese sueño es terrible, pero lo he ido superando y de alguna manera he ido encontrando esa forma de poder llevar las cosas con calma; paso a paso, no queriendo tener todo de golpe.
“Hernan Ravenson no solo es el mejor cardiólogo de esta época, ni mucho menos el buen samaritano que todos conocen por entrevistas contigo y con otros medios, o por los anuncios que ha hecho para las campañas de salud. No, Hernan Ravenson es más que eso, más que el hombre de familia, más que un esposo y padre ejemplar; Hernan Ravenson es un ser humano que siempre da lo que está a su alcance para ayudar a las personas que lo necesitan, sin importar si su carrera se ve afectada o no, si de pronto la acción no es bien vista por la sociedad, él piensa en el momento y actúa; es impulsivo, sí, pero siempre con razón alguna.
Y yo no me cansaré de decir, jamás, que es el padre perfecto. Para mí lo es…
—¿Baylee ha dicho todo eso de su padre? —Los abuelos de Baylee, los padres de su madre, no podían creer la maravillosa noticia de que Baylee era parte de la entrevista que le habían realizado a Hernan, en realidad todos los que la conocían estaban sorprendidos porque ella pudiera haberse comportado en dicha situación; normalmente el tema de los interrogatorios y demás la ponen nerviosa; eso a pesar de que ella amaba ser el centro de atención, pero en esta ocasión existía la enorme posibilidad de que ella seria expuesta en público, todos leerían ese número solo por tratarse de ellos, y aunque se aseguraba de decir que había trabajado en ello, sabía que se estaba mintiendo; Baylee seguía igual de nerviosa como el primer día.
—Sí, eso es lo que ha dicho mi pequeña. ¿No creen que se ve hermosa?
Anastasia Ravenson era una mujer que desde que nació Baylee se encargó de que ella luciera preciosa, impecable, aunque eso significara que Baylee no podía jugar en la tierra, en el jardín, o exponerse por mucho tiempo bajo el sol; esos impedimentos hicieron que Baylee se convirtiera en una presa fácil de las enfermedades.
Y fue ahí donde entró el gran Hernan Ravenson, y esto fue mencionado por Baylee en dicha entrevista;
“Hernan Ravenson, el gran cardiólogo al que muchos niños nombraron EL MARAVILLOSO CORAZÓN HERSON, esto por su nombre y su apellido, jaja, no solo era bueno salvando vidas con problemas cardiacos, sino también era un gran superhéroe que me salvaba cada que mamá quería que entrara a casa; papá llegaba y me sacaba a escondidas de casa, luego conforme fui creciendo, se creaba distracciones para que mientras mamá no veía, yo pudiera salir y juagara en el jardín con las flores de mamá. Pero cuando nos descubría las cosas parecían ser aún más difíciles.
No me gusta hablar mal de mamá, pero gracias a ella soy alérgica al sol, esto debido a que nunca me dejaba pasar el tiempo fuera de casa, o con enormes cantidades de protector solar.
En conclusión, tuve una madre sobreprotectora, en realidad lo sigue siendo, pero ahora con menor obsesión, (risas) pero papá siempre fue ese gran superhéroe que me salvaba de ella. Así que sí, si tengo a alguien a quien agradecerle todo esto, es a papá, hay demasiadas cosas que merecen ser agradecidas, pero que me tomarían varias entrevistas… solo quiero que sepan todos los lectores y audiencia que nos ve, que mi padre pudo haberme dado todo a manos llenas, pero lo que más me importaba era tenerlo cerca, no sé qué sería de mí si mi padre no hubiera caminado de mi lado; este gran paso que he dado al representar a mi escuela en la nacional de gimnasia lo demuestra,
Mis padres son lo mejor que puedo tener; y no sé qué sería de mi vida sin ellos.” Fin de la entrevista.
—Vaya, creo que ha profundizado mucho en el tema de tu obsesión por su cuidado. No creo que debas de ser tan cruel con mi pequeña Bay-lee. —La abuela de Baylee siempre hacía esa separación del nombre, y al parecer a su nieta le gustaba. —Yo nunca te hice eso, y mira lo maravillosamente sana que te encuentras, en cambio Bay-lee se la pasa de hospital en hospital y de especialista en especialista.
Hernan y Baylee solo rieron al ver como Anastasia era regañada por su madre.