El Elegido de Cranoa

Capítulo IV: El Plan de Axel.

Axel leyó y releyó las palabras varias veces sin poder convencerse de que fueran reales. Estaba seguro de que en algún lugar habría más palabras escondidas diciéndole que todo era mentira.

Parecía una de las típicas bromas de Reggie. Axel aún recordaba la vez que la chica había aparecido frente a él sin un brazo y cubierta de sangre, gritándole que un lagarto la había atacado. Como era de esperarse, el brazo estaba escondido dentro de su túnica y la sangre eran solo moras reventadas. Pero el susto que se llevó Axel fue suficiente para que su amiga se riera por más de una hora.

Sin embargo, esta vez no era posible que fuera una broma planeada por Reggie. Durante la pelea estaba inmovilizada y, aún en el caso de que hubiera podido soltarse, no veía de que manera habría podido derribar a los cuatro oponentes ella sola.

Lo más extraño era la escritura en el tronco. Como todo niño, Axel había intentado tallar su nombre en algún árbol. Pero la escritura siempre terminaba siendo desprolija y desordenada en el mejor de los casos. Todo lo contrario a las palabras que podía apreciar ahora. De hecho, las letras eran muy parecidas a las que él mismo realizaba durante sus aburridas clases semanales con los ancianos, donde los niños practicaban la escritura utilizando la pluma y tablas de madera encerada o, en algunos casos, pergaminos.

Otra cosa que resultaba difícil de explicar era que la escritura hubiera aparecido en ese lugar… ¿Cuándo? No había existido tiempo para que alguien escribiera.

Jaime no había descubierto las palabras, a pesar de que los exploradores estaban entrenados para ver cosas donde las personas comunes no veían más que tierra y pasto. No había dudas de que la misiva había sido escrita para Axel pero ¿Cómo había estado seguro el escritor de que sólo él la vería?

Todo resultaba demasiado extraño, pero quedaban pocas horas para el anochecer. No tenía tiempo de pensar en cómo había pasado todo, sino en que hacer al respecto.

Lo primero que se le ocurrió fue pedir ayuda, pero lo descartó en seguida. La misiva estaba dirigida a él, y el hecho de que nadie más la hubiera visto le hacía pensar que el secuestrador no quería otros invitados.

Lo mejor que podía hacer era ir detrás de los habitantes que estaban siguiendo el rastro de huellas guiados por Jaime. Con un poco de suerte, el explorador daría con su amiga y su captor y todo se solucionaría sin que Axel tuviera que actuar.

Era una esperanza más que un plan. No creía que todo se fuera a resolver de manera tan sencilla. Releyó una última vez las palabras escritas en el tronco del árbol y, en un momento de inspiración, también recogió el pedazo de tela de la túnica de Bylu; tal vez le sirviera mas tarde.

Manteniéndose escondido para que los habitantes no pudieran ver en su cara las marcas de la pelea con Bylu, que si se veían tanto como dolían debían ser grandes, fue tras ellos. Al principio le resultó difícil descubrir qué dirección habían tomado una vez que los había perdido de vista. Intento emular a Jaime pero solo pudo ver pasto. Cualquier rastro que este hubiera descubierto era tan invisible para Axel como las letras en el árbol lo habían sido para el explorador.

 De todos modos siguió el camino por un costado, ya que le pareció la dirección más probable. No tuvo que caminar mucho para encontrarse con algunas personas que venían en dirección contraria. Sin que lo vieran logró escuchar su conversación.

—Nunca había visto a Jaime así. ¿Has observado lo que preocupado se veía? —comentaba el señor regordete que Axel había visto unos minutos antes. Su capa rosada ondeaba con la suave brisa.

—No está acostumbrado a perder a su presa, eso es todo —dijo un hombre calvo. No parecía darle mucha importancia al asunto.

— ¡No era una presa! ¡Era un humano!

—Da igual. Ya sabes cómo son los exploradores, se desesperan si pierden un rastro. Estoy seguro de que no fue más que una pelea entre niños.

—Jaime parecía pensar que había alguien secuestrado… —insistió el primer hombre.

—Esas cosas pasan solo en las historias. Secuestros en Cranoa, ¡No puedo creer que realmente pienses eso!

—Pero había sangre… —El hombre regordete no parecía convencido, pero Axel no pudo escuchar nada más ya que ambos se perdieron de vista por el camino.

Aún así, lo que escuchó le bastó para entender que Jaime había perdido el rastro. Y no parecía que las demás personas fueran a seguir investigando.

Otras conversaciones que pudo oír en el camino confirmaron su teoría. Nadie buscaría a Reggie. Su amiga dependía de él.

 Calculó que quedaba poco más de una hora para el anochecer. Recogió agua de un aljibe con un balde para enjuagarse la cara. Su reflejo era bastante diferente al de horas atrás. Tenía un oscuro color púrpura alrededor de su ojo derecho y sangre seca debajo de su nariz, que estaba hinchada. Su cabello rubio estaba cubierto de hojas secas y tierra. Se limpió de forma rápida para pasar lo mas desapercibido posible, aunque no había nada que pudiera hacer con el ojo púrpura y la nariz hinchada.



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En el texto hay: sangre, amistad, guerra

Editado: 28.02.2019

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