Peter me acompañó hasta mi casa sin decir una sola palabra al respecto de mi supuesta historia. Parecía incómodo, y no sabía en realidad por qué. Yo le había dicho todo lo que él quería escuchar.
Tal vez hubiera sido mejor para él quedarse con la version de las mujeres chismosas del pueblo que con la mia.
Mi problema era que aceptaba ese hecho con demasiada frialdad. Jamás había estado interesada ni por un momento en saber algo acerca de mi vida anterior. Y presentí que eso fue lo que incomodó a mi ahora nuevo amigo.
Pero me daba igual. Era imposible que se sintiera afligido. Por lo que oí en esas pocas palabras sus padres se preocupaban por él, se preocupaban porque él gozara de la vida antes de aquirir cualquier responsabilidad. Su familia debia ser perfecta. Él era perfecto.
Mi casa estaba sola. Fui hacia la cocina y en el refrigerador habia una nota:
Fuimos a Forbesville con tu padre, te veremos en la noche. Te quiero.
Janine.
Genial, estaría sola hasta quién sabe qué hora de la noche y era muy temprano.
Ni siquiera tenía hambre, comería mas tarde, después de todo, Nina había dejado algo para mí en el horno. Bien.
Me tiré en la sala, pues no tenía ni una maldita idea de qué hacer.
Llamar a Lena parecía buena idea, pero debía seguir en la escuela obviamente y por otra parte en verdad quería estar sola, sola con el silencio abrazador de la casa.
Pensaba mucho en cómo librarme de la escuela, unas cuantas horas ahí me hicieron convencerme plenamente de que no podía estar ahí, actuando con normalidad, ni siquiera con Lena y todos mis amigos a lado mío.
Cerré los ojos por un simple momento y así me quedé durante horas.
...
-Papi por favor no me dejes aquí, juro que no diré nada esta vez.
Mis manos ardían mucho pero a papá no le importaba, nunca lo hacía.
Me dió una fría mirada con esos ojos grises que tanto me aterraban, y todo eso me hacia preguntarme si de verdad ellos me querían, lo dudaba mucho en ocasiones.
-Esto es para que aprendas la lección, las niñas que se comportan de mala manera deben ser castigadas y lo sabes muy bien.
Cerró la puerta fuertemente y le puso llave. Ahora tenía que esperar hasta aprender una nueva lección.
...
Me desperté de repente. Un sudor muy frio corría por mi frente y mi respiración estaba muy agitada.
¿Por qué rayos estaba teniendo estos sueños?
Todos habían sido sueños agradables, como el de la pequeña niña rubia, pero este era muy distinto, había temor y miedo en él. Un escalofrío me recorrió por completo y casi por mero instinto toqué mis manos. Las lineas aun se sentían.
El sonido de una ventana rompiéndose me sacó de esos pensamientos.
Miré el reloj, eran casi las 7 y mis padres aún no llegaban. No había ninguna luz encendida. Si alguien tenia intenciones de matarme, lo conseguiría con demasiada facilidad.
Me levanté con mucho cuidado y tomé una pequeña figura de mármol que estaba en la mesa de centro. Deseaba no tener que usarla, pues era la favorita de Janine, pero ni modo, no había opción.
Se escuchaba como si buscaran algo, tal vez eran ladrones que no se percataron de que yo estaba aquí, pero ¿quién podría ser?
Todos en este pueblo nos conocían y esto jamas había pasado, en ningún lugar de este maldito pueblo.
Subí con mucho cuidado, el ruido venía de mi habitación. Caminé hacia la puerta y vi la luz encendida. Alcancé a ver unos cuantos portaretratos rotos, ropa tirada, en fin un maldito desastre.
Que bueno que yo no limpiaba mi cuarto, pobre Nina.
Al asomarme más, vi a la persona. Estaba totalmente vestido de negro, y sabía que era un hombre por la complexión de su cuerpo; se veía muy musculoso, 5 puntos menos para mi.
Tropecé contra la puerta y éste se volteó de inmediato, logré apagar la luz, pero capté algo: un brillo azul intenso.
Corrí hacia abajo antes de que ese imbécil, quién sea que fuera me hiciera algo, no sin antes lanzarle la pequeña estatua; algún daño debía causarle. Pero claro, nadie podía tener más mala suerte que yo y caí por las escaleras, por fortuna mi machacado cuerpo lo tolero.
Y para mi mala fortuna el vándalo ya estaba encima de mi. Traté de liberarme de él, pero era demasiado fuerte.
Liberaba un olor extraño pero familiar a la vez. La oscuridad era demasiada densa que no podía distinguir nada de su cara, ni una sola pista.
-Es hora de volver a casa Marie.
Esa voz, esa voz. Era de algún lugar, ¡rayos! no podía recordarlo. Y ¿qué era de eso de "Marie"?
-Púdrete imbécil.
Le di un fuerte rodillazo en la entrepierna y me levanté del piso.
Si lograba llegar a la calle alguien tendría que verme y auxiliarme. Sólo que el muy bastardo era hábil. Me tomó del pie y caí a muy corta distancia de la puerta.