Todos quedaron un tanto alarmados por lo que había sucedido aquella noche, pero estaba totalmente segura de que nadie estaba más inquieto que yo.
Cada noche me la pasaba mirando hacia la ventana esperando que ese imbécil entrara de nuevo. Y aquel brillo. Aquel azul amenazador me seguía a todos lados.
El mes que le había prometido a Lena estaba en la recta final y estaba preparando mi mejor excusa para decirle a mis padres y a Lena de la manera más sencilla que ya estaba harta y que no continuaría con esta farsa.
Sabía que eso me traería problemas enormes pero debían respetar mi decisión. Sólo un milagro podía salvarme de eso y esperaba que apareciera. Mientras tanto las cosas seguían su rutina: despertar, escuela, Lena, amigos, descansar.
Y todo aquello se resumía en una sola palabra: fingir.
Me había vuelto tan buena mintiendo que hasta yo misma me creía a veces. Solo que eso se terminaba en cuanto miraba mi reflejo en el espejo. Aquella chica de ojos verdes brillantes y una sonrisa forzada no era yo. Las cicatrices que cubrían mi cuerpo me recordaban lo que realmente era y lo que me había sucedido.
Janine se esforzaba por darme un nuevo guardarropa que ocultara todo aquello, pero ¿que caso tenía? A pesar de que eran horribles, sabía que no debía taparlas, me habían pasado cosas peores en otros tiempos, esto era solo un rastro más.
Y había un tema en particular que me tenia un tanto desconcertada: Peter.
No había hablado con él desde hacía casi dos semanas. Me evitaba a toda costa y pocas veces me saludaba.
Sólo había visto a su "familia" una vez y eso bastó para que Daniel no me quisiera cerca de ellos nunca más y al parecer los demás apoyaban su decisión.
Aquella tarde habíamos decidido comer unas hamburguesas con Derek Bennet.
Dios, eran tan deliciosas.
En fin, regresando al tema, se respiraba un ambiente distinto, había alegría y tranquilidad. Daniel disfrutaba el hecho de que me reintegrara al mundo. Sentía una gran culpa pues lo estaba engañando y él como siempre confiaba en mi. Siempre le fallaba.
-Hola Vicky
Todos alzaron la vista al escuchar eso, fue como si por un momento me hubiera quedado congelada. ¿Vicky?
Peter estaba frente a mí con esa hermosa sonrisa.
-Hola- respondí algo nerviosa.
Mientras tanto Daniel no despegaba los ojos de Peter, él solo había escuchado de la familia Hathaway pero al parecer no conocía a los menores.
Se expresaba muy bien del matrimonio, Jillian y Carl al parecer, no lo recordaba. Pero en el momento en que sus ojos se posaron en Peter algo cambió.
-Que bueno que te veo, quería hablar contigo, pero veo que no es buen momento.
-Ah, si- parecía una idiota, no podía ni hablar- Papá, Janine, él es Peter, está conmigo en la escuela.
-Es un gusto conocerlos.
-Igualmente muchacho, pero ya nos tenemos que ir.
-¿Qué?- las gemelas dijeron al mismo tiempo.
-Pediré las cosas y comeremos en casa, recordé que tengo cosas que hacer.
Miré a Janine en busca de alguna respuesta pero al parecer estaba igual de sorprendida que yo.
-Supongo que te veré luego Peter.
Así como habíamos llegado salimos del restaurante dejando a Peter con la palabra en la boca.
Daniel se había negado a explicarme qué rayos le pasaba y luego se encerró por horas en su estudio con Janine.
Desde entonces ni yo hablaba con Peter ni él me tomaba en cuenta, y supongo que en parte era mejor.
Tomé un viejo libro que Daniel me había dado, bueno viejo porque lo había comprado hace años pero era muy hermoso en realidad. Pero aquella noche ni siquiera me concentre en él.
Lena había estado llamándome toda la maldita tarde para convencerme de salir pero estaba agotada y no tenía ganas. Había perdido el gusto por las fiestas desde aquella noche.
Al final se dió por vencida y me prometió que me visitaría al día siguiente.
Decidí dormir temprano y era tan gracioso que yo hiciera eso. Es decir, era viernes en la noche y yo ya estaba lista para irme a la cama. Eran las nueve apenas. Alguien toco a mi puerta. Janine se asomó con una pequeña sonrisa.
-Hola cielo.
Entró cargando una caja con mi nombre escrito. Me levanté de la cama y la ayudé.
-Olvidé decirte que John vino a dejarte esto hace un rato, estabas en la ducha.
Miré la cara extrañada y recordé. No me despedí de Selma. Se rehusó a decirle adiós a cualquiera. Llegamos a la escuela con la noticia de que ya había sido transferida.
-¿Te dijo qué era?
Janine negó con la cabeza. Nathan, esto debía ser de él. Estaba segura. Me quedé inmóvil por un segundo. Mierda.
Janine me dio un beso en la frente y sonrió.
-Buenas noches mi amor.
Salió de mi habitación y me quedé ahí sentada mirando a la nada. Tomé las tapas de la caja y la abrí para cerrarla de inmediato. Aún no. No había abierto ni por equivocación las que Carlos me había dado con cosas de Vanessa.