Capitulo 26

Xilonem.

Me sujetó del respaldar de una de las sillas, mis nudillos se han puesto blancos ya que siente que si no estoy sujeta me desmayare.

Siento una capa de sudor sobre mi cuerpo y la habitación está dando vueltas.

Letinia cogió su bolso.

- regresaré mañana y espero respuestas, no sé si estas fingiendo que te has puesto mal, te advierto que si mañana no me atiendes, vendré con la policía.

El sonido de sus tacones sobre el piso me sonaba como un martillo en mi cabeza.

Sentía que estaba viviendo una total pesadilla, estaba confundida, los recuerdos hicieron estragos, como si estuviera cargando el mundo en mis hombros me puse de pie y caminé lentamente hacia mi habitación.

- " prometelo Lanzzi"

- " lo prometo"

- Xilonem - siento que me sacuden, abró los ojos y César está acostado de costado en la cama - no te has quitado la ropa, estarás incómoda.

- tuve una visita - César me mira preocupado.

- ¿estás bien?

- no, vino alguien llamado Letinia.

César se sienta en la cama.

- ¿qué quería?

- encontrar a Lana, vio la foto en el periódico... amenazó con llamar a la policía si no le daba respuesta.

- ella puede decir la verdad... papá no está bien para este tipo de noticias.

- no sé que hacer... - cierro los ojos - en este momento me siento un poco confundida, Letinia dijo que vendría el día de mañana.

- mañana no iré a la oficina, me quedare aquí esperando a Letinia.

- gracias César.

Me recuesto en la cama y mi mirada se ha perdido en el techo. Hay cosas que me dan vueltas.

— César, yo... — suspiró — olvidalo, creo es mejor que durmamos.

Siento la mano de César acariciando mi brazo.

— no te preocupes Xilonem, mañana no estarás sola, no dejaré que Letinia te haga daño.

Me acurruque en su costado y cerré los ojos, tenía miedo de que la verdad saliera a la luz y lastimara a esta familia que yo ya la sentía como mía... y sobre todo que está verdad le hiciera daño a Raúl.

— quizás no deberíamos casarnos ahora César.

— no pienses eso, no tenemos nada que ocultar Xilonem.

— está bien — bajé la mirada y me di cuenta que sin desarlo estaba envuelta en una gran mentira.

Especial León.

— ¿qué te pasa? — me giré y miré a papá recostado en su cama, tenía mejor semblante.

— nada — metí las manos en mis bolsillos y caminé como un león enjaulado en un lugar muy estrecho.

— hoy no he visto a Lana — no respondó por que desconozco que le sucedió para no venir al hospital.

— padre, recuerda que tiene un bebé ahora— el rostro de papá se vuelve triste.

— todo lo que me estoy perdiendo con mi nieto.

— no pienses en eso papá, ahora piensa en que necesitas curarte pronto.

—  por Rafaello, todo esto es por mi nieto, de lo contrario ya estaría en mi tumba.— papá sonrió — háblame de como van las remodelaciones de los hoteles.

— van bien avanzados.

— ¿qué pasa León? Llevó días observándote y me doy cuenta que ya no eres el mismo.

— un poco cansado nada más.

— esperó no me mientas.

Sonreí despreocupado.

— no tengo por que mentir papá.

La revisión de parte del médico llegó justo a tiempo, si andaba preocupado, no lo podía evitar pero debía desechar cualquier mal  pensamiento pero deseaba saber que investigaba Gallo y porque Hasta ahora.

No entendía por que César había dispuesto que ahora que tenía un hijo, investigar a Lana.

— ¿Fiorella aún sigue con nosotros?

— ¿por qué el aún? — papá tenía el ceño fruncido.

— calmate León, sólo hice una pregunta nada más — declaró papá, suspiré y exhale.

— lo siento papá, ando un poco estresado —papá se encogió de hombros y tomó su vaso de agua

— deberías descansar León.

— claro — descansaria hasta que supiera quien era el tipo con el que se veía Fiorella. Ella que me había asegurado que no había nadie en su vida cuando le pregunte un día que salimos tarde de la oficina que si no tendría problemas en su casa y ella respondió que el único que la esperaba en casa era su gato.

" el señor bigote " un gato muy cariñoso y un poco dramático ya que si no le dedicaba una caricia su dueña, se dedicaba a ignorarla el resto de la tarde "

Iba a descubrir  quien era el tipo el cuál Fiorella negaba con vehemencia.

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