Era la primera vez que Adem quería hacer algo increíblemente bien en su vida. Sentía que anteriormente se resignaba a conseguir no hacer las cosas mal, se quedaba en su zona de confort. Ahora tenía una motivación, algo que debía conseguir y para eso debía esforzarse muchísimo para conseguirlo: ser Soñador Oficial y volverse el mejor en su área. Era la única forma en que Jara se fijara en él, además de que quería demostrarse a sí mismo que no era un fracasado como esa vocecita en su cabeza se lo vivía diciendo.
—¿Soy yo o los uniformes de los Soñadores Oficiales son demasiado cool? —preguntó Issis mientras observaba la proyección.
Los estudiantes soñadores se reconocían por sus capas azules claras que usaban, pero sólo eran para eventos especiales o reuniones. Sin embargo, los estudiantes les gustaba usarlas al público, por lo cual las academias, en vez de castigar dicho comportamiento, prefirió darles capas azules con bordados dorados para que pudieran usarlas fuera del campus y diferenciarse.
Normalmente la gente solía burlarse de los estudiantes por este comportamiento, ya que era demasiado habitual en los estudiantes recién admitidos y así lograban diferenciarlos de los que tenían más antigüedad. Adem e Issis siempre cuestionaron esto y se decían que era muy ridículo, aunque ahora sentían que podían entenderlos un poco: el poder mostrar al mundo que perteneces a un grupo selecto de personas debe sentirse demasiado bien.
—¿Crees que las personas nos regalen cosas cuando lleguemos a un supermercado o algo así? —preguntó Adem.
—Espero que sí, es cultural que regalen cosas a los soñadores —respondió la joven mientras pasaba las imágenes que se proyectaban frente a ellos—. Mira, esta es mi soñadora favorita: la soñadora Jara Adelina Darmy. Es tan cool como su nombre. Trabaja en la academia Centro Capital Interdimensional. Es la única soñadora en el continente que es capaz de descifrar Déjá Vu, es muy conocida por esto, pero también trabaja como representante del CCI a nivel internacional y hace misiones interdimensionales de alta peligrosidad, como rescatar humanos de muerte cerebral. Rumoran que ella es capaz de desdoblarse, pero sabes que esa información no la brindan al público para poder protegerla de terroristas o cualquier persona que quiera asesinarla por razones políticas. Pero podemos concluir que ella es una eminencia en el mundo de la Quimera, alguien a quien admirar.
Adem observó la foto proyectada de una joven no mucho mayor que él, seguramente cinco o seis años mayor. Era de piel oscura, cabello liso, con mirada profunda y rostro serio; en la foto aparecía de pie, observando a otro lugar lejos de la cámara que le tomó la foto, se veía desprevenida, aun así, su porte elegante la hacía verse bastante bien.
—Creo que ya había leído sobre ella antes —dijo Adem.
—Es probable, es una referente para muchos que aspiran a ser soñadores —explicó la joven—. Yo estoy enamorada de ella, me fascinaría ser su aprendiz.
Adem por dentro se reía, sabía que su amiga nunca creería si le dijera que de niño era amigo de la soñadora Jara.
—Bueno, dijiste que trabaja en el CCI —comentó Adem—, nosotros enviamos nuestras solicitudes allí, seguramente la podrás ver si eres admitida. Podrías pedirle que sea tu mentora.
—Ella no acepta aprendices —Issis negó levemente con la cabeza mientras su rostro se tornaba decepcionado—. Además, tiene la fama de ser muy temperamental, así que muchos estudiantes cuando la conocen le tienen miedo; pero eso no impide que sus clases se atiborren de estudiantes. Es la puta ama del desciframiento de sueños.
—¿Qué estamos haciendo con nuestras vidas, Issis? —cuestionó Adem con decepción.
—No lo sé…
—Mira todo lo que ella ha logrado y apenas es unos años mayor que nosotros. ¿No es algo triste?
—Sí, de verdad lo es —admitió Issis.
—Debemos ser admitidos, Issis, debemos convertirnos en soñadores. Tal vez y nosotros seamos sus primeros aprendices.
Los ojos de la chica se iluminaron y una sonrisa emocionada fue desplegándose lentamente en sus labios.
—Cierto, si logramos ser sus primeros aprendices, nuestros rostros aparecerán a su lado, siempre —aceptó Issis—. ¿Te imaginas? Ser los aprendices de Jara Adelina Darmy.
Los dos jóvenes suspiraron con fuerza, haciendo que toda la habitación de proyección hiciera eco por aquel sonido. Por un momento sus mentes crearon rápidos escenarios mientras contemplaban aquella foto.
Lo bueno de ser un soñador nato es que, al tener la imaginación desarrollada, se hace fácil imaginar tu futuro, volviéndolo más palpable.
—¿Qué traes puesto? —preguntó Adem cuando vio que Issis traía una capa azul clara en su espalda para las horas de estudio en el salón de proyección.
La chica modeló con coquetería por la habitación con las manos en la cintura.
—Es una imitación de la capa oficial de soñadores —respondió ella con una gran sonrisa.
—Eso ya lo estoy viendo —respondió Adem, intentaba que una carcajada de burla no se le escapara porque no quería hacer sentir mal a su mejor amiga. Le daba ternura ver que estaba demasiado entusiasmada con el hecho de poder hacer el proceso de admisión para ingresar al CCI.
Leo había llegado a visitarlos y estaba comiendo un pote de helado mientras observaba a su mejor amiga pasearse como pato presumido por la mediana habitación de proyección del colegio.