Issis también estaba en la misma situación mental. Y si Adam daba una mirada panorámica por todos los de primer año, encontraba que era habitual, todos se veían como gatos asustados en un lugar que jamás habían visto. Bueno, todos, menos uno: Luie, éste emanaba una seguridad, como alguien que ya manejaba la situación y desplegaba una sonrisa porque sabía que lo observaban.
Adem estuvo días atrás acomodando su habitación con todo lo que había traído de su casa, pero no se quedó a dormir hasta el día anterior, donde hizo un recorrido nocturno con Issis por el campus, el cual ya se veía lleno de estudiantes de último año, lo que los obligó a regresar temprano a sus dormitorios, porque se sentían apenados de que fueran reconocidos por los antiguos si llegaban a perderse.
Adem e Issis preferían pasar las horas organizando sus medianas habitaciones, colocar en las paredes posters de sus soñadores favoritos; de hecho, Issis colocó en la cabecera de su cama una imagen grande de Jara Adelina Darmy, aunque sacó la excusa de que lo hacía porque le había costado mucho dinero y no quería perderla. Por el lado de Adem, prefería organizar su habitación con sus libros en la mesa de escritorio cerca a la ventana que daba vista al campus, trajo muchos libros que estaba seguro lo ayudarían a gastar todo el tiempo libre que tuviera sin hacer nada después de las clases.
Aquellos dos jovencitos asustados no se comparaban en nada con Luie, que pasaba las noches en las fiestas que organizaba la academia, tenía tantos amigos que Adem estaba segurísimo de que conocía a todos los miembros de la escuela. Era el típico chico fiestero que sabía adaptarse a los cambios y seguramente la academia no le quedaría grande. Adem lo envidiaba. Envidiaba que Luie no se pasara los días encerrado en su habitación porque prefería estar afuera, en las grandes canchas de fútbol que tenía el campus, donde la música sonaba de forma estridente y se escuchaban los gritos eufóricos de los estudiantes.
—Mira a toda esa gente —dijo Issis al lado de Adem, los dos estaban recostados al marco de la ventana de la habitación—. ¿Crees que Luie estará entre ellos?
—Seguramente —respondió Adem.
Y en ese primer día de clases, después de las muchas fiestas, llegaron hasta el auditorio central donde se reunirían todos los de primer año para escuchar las palabras de bienvenida del director del CCI.
Adem y sus amigos se sentaron en el centro del auditorio para tener una mejor vista del evento. Le impresionó ver que todos los estudiantes caminaban orgullosos con sus capas azules claras y las ondeaban como lo hacía Luie. Al parecer querían que todos notaran que estaban usando las capas.
El director llegó con un grupo de decanos, donde Adem pudo reconocer a Jara y un hombre blanco que llevaba gafas junto con una mujer rubia, los recordaba del último examen que asistían a Jara. De hecho, estaban hablando con ella mientras avanzaban por el frente del auditorio.
Adem se hundió en su sillón, temiendo que Jara fuera a verlo y se diera cuenta que su adolescencia le había marcado con acné el rostro.
—Luie, ¿quiénes son los que están con la señorita Jara? —preguntó Adem, su amigo estaba sentado a su derecha.
—La mujer se llama Madeline Rumanof, es del área de asesorías interdimensionales y dicta la cátedra de Balance Mental —explicó su amigo—. Es una de las más queridas de la academia y el amor platónico de muchos, ¿no es hermosa? Aun no entiendo cómo es que su mejor amiga es la decana Jara. Y el hombre que habla con ella es Grecor Mondezcan, también mejor amigo de la soñadora Jara, es agente de seguridad interdimensional, muy poco se sabe de él por su trabajo de inteligencia, aunque, hay rumores de que es el novio de Madeline, pero nunca lo han confirmado; yo creo que sí lo son, porque siempre están juntos, pero dicen que es normal, porque al parecer son amigos desde la infancia.
Adem observaba fijamente al grupo que conversaba y revisaban unos documentos en unas pantallas suspensoras y después se acercaron al director para mostrarle dicha información.
Notaba que era normal que Jara siempre estuviera ocupada, los decanos se acercaban a ella para hacerle preguntas o se la llevaban mientras le daban explicaciones. Aunque era bastante joven, los más veteranos la trataban con mucho respeto y se preguntaba cuánto poder tenía ella para que a su corta edad estuviera tan bien posicionada en la jerarquía de los soñadores.
Pronto el auditorio fue atrapado por un gran silencio y el director se plantó frente a todos los estudiantes de primer año. Era el típico hombre de edad con lentes cuadrados y cabello canoso, aun así, se veía con porte y cuerpo ejercitado; demandaba atención y su voz era gruesa, se evidenciaba que era una persona letrada. Llevaba en su espalda una capa vinotinto que le llegaba hasta los talones, lo cual dejaba ver que su cargo era bastante superior y podría considerarse que tenía un puesto importante dentro de la Élite.
—Buenos días, Soñadores Oficiales —saludó el director—, es un placer el día de hoy estar frente a ustedes…
Adem cuestionaba el por qué en la actualidad, aunque ya se tenía cura para la miopía, muchas personas seguían usando gafas. Aunque los lentes actualmente ayudaban para mostrar mensajes en tiempo real, hablar con personas que estuvieran conectadas en otras dimensiones y también para ubicarse en calles o buscar información de las personas que tuviera en frente… Adem sabía que en realidad las personas los usaban para dar ese aire de intelectuales y hasta de respeto que traía el verse como alguien que le gustaba lo clásico. Y era evidente que el director del CCI se esforzaba por tener esa capa intelectual que daba el verse como una persona de la era Antes del Gran Despertar.