El enigma de la Quimera [libro 1]

Destinos y variantes inconexas

—Porque estás muy extraño en estos días —insistía Issis—, necesito una explicación, es lo único que pido, Adem.

La joven lo seguía por el pasillo principal del edificio dos del campus. Adem un paso adelante y ella intentando seguirle el ritmo.

—Adem, ¿qué es lo que me estás ocultando? —preguntó—. ¿Desde cuándo hemos dejado de ser amigos?

Todo comenzó cuando Issis quiso tener una tarde de amigos con Adem e intentó averiguar sus horarios en la base de datos del CCI, pero no pudo hacerlo, por lo cual, fue a Ayuda Estudiantil para pedir el horario personalmente y la asesora la observó con fijeza con un rostro que poco a poco se tornó serio.

—¿Por qué quiere el horario del soñador Adem? —preguntó la mujer.

Al preguntarlo, los asistentes que estaban a su alrededor voltearon a ver a la estudiante con curiosidad.

—Bueno, es mi mejor amigo y quiero darle una sorpresa —respondió la chica, cosa que era verdad—. Pero no encuentro su horario y no puedo preguntarle directamente porque va a sospechar.

Y con una excusa como aquella nadie le iba a creer, con justa razón.

—Por favor, espere un momento —pidió la mujer con una sonrisa fingida y se adentró por el pasillo de las oficinas.

Issis comenzó a sentir el ambiente hostil, algo que le pareció muy extraño. Y, entonces, aparecieron dos guardias de seguridad que le pidieron que los acompañara.

—¿C-cómo? —preguntó.

Decidió no poner resistencia, aunque su corazón estaba palpitando como un loco desesperado. Y entre más se adentraban por el gigante campus del CCI, Issis no sabía si debía pedir ayuda, aunque tampoco había opción de escaparse, porque la estaban rodeando cuatro guardias de seguridad.

¿Qué había hecho mal? Ella solamente pidió información de su mejor amigo, se suponía que todos en la academia sabían que ella era amiga de Adem, ¿cómo era posible que terminara metida en esa situación?

La adentraron hasta uno de los últimos edificios, uno que estaba apartado de los demás y rodeado por algunos árboles. Al ingresar, la llevaron hasta una habitación gris que estaba completamente vacía y sin ventanas; era iluminada por una lámpara suspensora que estaba en una esquina.

Para ese momento la pobre Issis ya estaba llorando del miedo, ¿acaso le quitarían la vida? ¿Qué era lo que había hecho mal?

Entonces, la puerta metálica se abrió e ingresó un hombre grandote, de piel oscura, totalmente vestido de negro. En frente de la joven, ella se veía tan pequeñita e indefensa. El hombre arrastraba una silla metálica desplegable que acomodó en el centro de la habitación y le ordenó sentarse con una voz gruesa y autoritaria.

Issis no dudó en hacer caso y se abrazó a sí misma, con las mejillas húmedas de lágrimas.

—¿Desde cuándo conoces al soñador Adem? —preguntó el hombre frente a ella.

—Yo-yo-yo… —trató de hablar la chica, pero el miedo se lo impedía—. Desde… desde niña, señor.

—Desde niña —repitió el hombre mientras la inspeccionaba con la mirada—. ¿Y son muy amigos?

Un escalofrío recorrió la espalda de la joven y se le creó un nudo en la garganta.

—Sí-sí… soy… su… mejor amiga —respondió.

—Y si eres su mejor amiga, ¿por qué estás buscando información de él? —preguntó casi como un gruñido.

Issis rompió en llanto al notar que no le estaban creyendo nada.

—Señor, digo la verdad —suplicó—. No me vaya a matar, por favor… Yo no soy un espía… Digo la verdad, se lo juro…

Afortunadamente, cuando a Issis la llevaban a la parte trasera del CCI, Leo, que estaba acompañado por Lily pudieron verla y rápidamente le informaron a Adem lo que ocurría.

Adem trabajaba con el Escuadrón de Tortura Mental en esa sección de la academia y pudo ir a rescatarla a tiempo. Ingresó al bloque de interrogatorio y pidió que le dejaran ver a la nueva reclusa. Allí todos sabían quién era él, así que lo dejaron ingresar a la habitación donde se llevaba a cabo el interrogatorio de Issis.

Cuando se abrió la puerta, encontró a su pobre amiga sumida en llanto, temblando, aunque no le habían hecho nada, simplemente estaba sentada en una silla y en frente estaba uno de los Vigilantes Oscuros.

—Disculpe, hay un mal entendido —informó Adem al Vigilante.

—¿La conoce, soñador Adem? —preguntó el hombre con un tono bastante decente.

—Sí, es mi mejor amiga —explicó Adem—. Hay una confusión, por favor, déjela salir.

—Sí, señor —aceptó el hombre y después volteó a ver a la chica—. Perdone la confusión, puede irse.

La chica se levantó de un salto y corrió a abrazar a Adem, para soltar con más fuerza el llanto.

—Tranquila, todo está bien, estás a salvo —calmaba Adem y la sacó de la habitación.

Cuando estaban a las afueras del edificio, Issis permanecía aferrada a Adem llorando y temblando, no le importaba que a su alrededor estuvieran algunos integrantes del Escuadrón de Tortura Mental. Para la chica, acababa de estar al borde de la muerte, pudo sentirlo, y si no era así, ¿por qué Adem tuvo que ir a su rescate?




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