El equipo ganador: Volumen 1

Capítulo uno: Barbie nos invita a una fiesta

La primera vez que los conocí era el último sábado de un aburrido mes de octubre.

Habían pasado dos semanas desde que el médico me había recomendado dejar las muletas. El simple hecho de cargar con ellas se había convertido en una tortura de la que afortunadamente pude liberarme. Todo comenzó con un pequeño incidente, aunque llamar "pequeño" a una chica de 86 kilos que accidentalmente resbaló y cayó sobre mi rodilla, rompiendo mis ligamentos, no parece tan insignificante. Apenas podía doblar la rodilla, pero al menos ya no necesitaba la ayuda de mi madre para bañarme. Sí, tengo una suerte increíble, ¿no crees?

Lisa pensó que sería una buena idea que mi primera salida después de la operación fuera a una fiesta cerca de casa, "para levantar mi ánimo", como ella misma dijo. No tenía idea de quién era el anfitrión, ya que la invitación había llegado a través de Barbie, una amiga de Lisa. La verdad es que no me sentía en mi mejor momento para ir a una fiesta. Hacía dos meses que no me teñía el pelo, no podía bailar por miedo a dañar mis ligamentos y, en general, me sentía bastante mal. Aun así, intenté aparentar estar mejor de lo que realmente me sentía.

Últimamente he sentido que el universo ha conspirado en mi contra, enviándome sus peores energías. ¿Qué más puedo decir? Soy una chica espiritual. Me gusta pensar que todo sucede por una razón, pero en esos momentos, me costaba ver el propósito de mi mala racha.

Por el momento, vivía en el pequeño departamento que compartía con Lou, mi hermanastro, en el centro de la ciudad. No era un lugar muy llamativo, pero tampoco una posilga. Los muebles eran básicos, funcionales, y el espacio reducido hacía que todo se sintiera más acogedor, aunque también un poco apretado.

—No estoy segura de si quiero ir —comenté mientras cepillaba mi cabello una vez más, lo que provocó que se esponjara aún más, provocando una mueca desagradable en mi rostro.

—Pero habrá alcohol gratis, ¿cómo es que no quieres ir? —replicó Lisa, terminando de aplicarse su lápiz labial. Encogí los hombros en respuesta. Ella suspiró y añadió—: Escucha, Barbie llegará en unos minutos. Te caerá bien... son parecidas.

—¿Qué significa eso? —pregunté al oír su tono. Ese tono que no me gustaba para nada.

—¿No sabes a dónde vamos? —dijo incrédula, apartando la mirada del espejo. Negué con la cabeza ante su pregunta. Por lo que con una sonrisa maliciosa añadió—: La fiesta es de los Leones Marinos.

Al oír ese nombre, casi me da un ataque al corazón.

Los Leones ostentaban el título de ser el mejor equipo de rugby de la ciudad, manteniendo su reinado como campeones durante los últimos nueve años consecutivos. Era un hecho innegable que todas las chicas que estaban familiarizadas con ese ambiente sentían una fascinación por esos chicos. Y para mi desgracia, no me encontraba exenta de esa categoría. Aunque no me consideraba su fan, tenía que admitir que disfrutaba viendo sus partidos, sobre todo desde que aquella chica me dejó postrada en la cama. De pronto, había pasado de devorar películas en Netflix a revivir los antiguos encuentros de los chicos que ahora conformaban el equipo, llegando incluso a reconocer a los jugadores por los números de sus camisetas.

Tal vez sí era su fan. Una fan que los reconocía incluso cuando ellos mismos no lo hacían entre ellos. ¡Qué vergüenza, por Dios! Me sentía como una psicópata.

—¿Cómo es que Barbie los conoce? —indagué con nerviosismo.

—Todos ellos están enamorados de Barbie —no murmuró, rodando los ojos con cansancio—. No sé qué le ven exactamente. Tú eres mucho más linda que Barbie. De todas formas, ellos le dijeron por mensaje y ella les respondió que tal vez iría.

—¿Iremos, no? —casi rogué.

—Claro que iremos. Barbie solo quiere hacerse la interesante con ellos. Porque así es ella. Le encanta que estén pendientes de ella. Lo que no entiendo es cómo ellos parecen caer una y otra vez en su trampa.

Me callé ante ese venenoso comentario, sabiendo que en el fondo Lisa tenía razón. Barbie tenía ese algo que atraía a los chicos, aunque a veces yo no lograra entenderlo del todo. Mientras tanto, el tiempo seguía corriendo y la presión de Lisa para que me apurara se hacía más evidente.

Me miré al espejo una última vez, suspirando profundamente antes de darme cuenta de que no había mucho por hacer para mejorar mi apariencia. No había ido a teñirme el pelo en casi cuatro meses, y las raíces oscuras se mezclaban desordenadamente con el color claro de las puntas. No me gustaba para nada mi aspecto desarreglado, con mechones rebeldes y la piel cansada, pero en ese momento, no podía hacer nada. Estábamos a dos horas de la fiesta y solo quedaba esperar que no notaran que definitivamente no encajaría.

Por su parte Lisa no tenía nada. Ella no estaba para nada arreglada. Solo una sudadera con unos pantalones de color claro y unas zapatillas básicas. Antes de que pudiera decirle algo sobre su atuendo y el nido de lobos al que nos meteríamos, el timbre del departamento sonó.

Finalmente, llegó Barbie, vestida con un atuendo que destacaba cada una de sus curvas, su cabello perfectamente arreglado y un maquillaje impecable. Al verla, mi inseguridad creció aún más, pero intenté no dejarme afectar.

—Hola, Barbie —saludé con un beso al llegar.

—Hola... Candace, ¿no? —cuestionó con una bella sonrisa. Asentí sin darle importancia—. Recuerdo que solo nos vimos antes de tu operación. ¿Cómo estás por cierto?

Solo nos habíamos conocido una vez. Solo esa vez había bastado para saber cuán perfecta era ella. Siempre sabía qué decir y cómo decirlo. Cómo actuar y cómo lucir. Todo lo contrario a mí. Había sido en el cumpleaños del novio de Lisa, el cual no me agradaba mucho.

—Bien, mucho mejor —intenté poner mi mejor cara, pero estaba segura de que no lo había logrado—. Ya no debo usar las muletas.

—Eso es genial —dijo con alegría Barbie.

—¿Puedo preguntarte de dónde conoces a los Leones Marinos? —pregunté sin querer esperar más por la respuesta—. Es que conozco a uno, pero no estoy segura de quién será la fiesta.




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