El era una Amenaza

CAPÍTULO 6: "La Fiesta"

Las luces de la mansión brillaban como si fueran llamaradas.

La música retumbaba tan fuerte que podía sentirse en los huesos.

Y Ariadna, de pie frente a esas puertas dobles, se preguntaba qué demonios estaba haciendo ahí.

Lia, su compañera de cuarto, le había insistido:

"Tienes que distraerte, Ari. No todo puede ser investigación y chicos peligrosos."

Pero mientras miraba el interior de la casa, llena de estudiantes con copas en mano, no podía dejar de pensar en él.

Killian.

Su nombre le sabía a pecado.

Y entonces lo vio.

De pie junto a la barra, con una camisa negra ajustada, mangas arremangadas y esa expresión de hombre que no debía estar ahí… pero que dominaba el lugar.

Las miradas se giraban hacia él como si la gravedad misma girara en torno a su presencia.

Y Dios… cuando sus ojos se cruzaron con los de ella…

fue como si el mundo se callara.

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—No deberías estar aquí —murmuró una voz a su lado.

Camila. Con un vestido rojo que gritaba peligro.

Y una sonrisa que más que sonrisa, era una advertencia.

—Tampoco tú —le respondió Ariadna sin mirarla, avanzando hacia el interior.

—Te voy a dar un consejo gratis, princesa… —Camila se inclinó hacia su oído, su perfume caro mezclado con veneno—: Él no es un chico de fiestas. Es un chico de ruinas. Y si sigues, te vas a hundir con él.

Ariadna le sostuvo la mirada sin miedo.

—Prefiero ahogarme que quedarme en la orilla.

Camila soltó una carcajada afilada.

—Entonces no digas que no te lo advertí.

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Killian no dijo nada cuando ella llegó a su lado.

Solo la miró. Ese tipo de mirada que desarma, quema y marca la piel sin tocarla.

—¿Te divertías sin mí? —preguntó Ariadna, retándolo.

—Yo no me divierto.

—Pues parece que todos te miran como si fueras el centro del maldito universo.

—Y tú… —dio un paso hacia ella, invadiendo su espacio, su calor, su oxígeno— …me miras como si quisieras quemarte.

Ariadna sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—Tal vez quiero.

—No sabes lo que dices.

—Haz que me arrepienta, entonces.

Killian sonrió. No como un chico bueno.

Como un hombre que sabe exactamente lo que hace.

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La fiesta continuó, pero no para ellos.

Él la llevó al segundo piso, a una habitación apartada, cerrando la puerta detrás de ellos.

El ruido quedó afuera. Solo quedaron ellos dos, el silencio, y esa tensión que ya no podían fingir que no existía.

—No deberías estar aquí —repitió él, más bajo.

—Entonces sáname… o destrúyeme. Elige.

Y esa fue la última chispa.

Killian la besó.

Duro, salvaje, como si no hubiera mañana.

Sus manos sujetaron su cintura con fuerza, su espalda chocó contra la pared, y entre jadeos y risas nerviosas, Ariadna se sintió viva de una forma que no conocía.

Pero justo cuando el calor estaba a punto de devorarlos…

Él se detuvo.

—No aquí. No así.

—¿Por qué?

—Porque tú no eres como ellas.

—¿Y tú?

—Yo no soy como nadie.

Se apartó, dejándola temblando.

Y antes de salir de la habitación, la miró una última vez.

—Camila te va a atacar. No confíes en nadie más que en mí.

Y se fue.

Dejándola con el corazón al borde de estallar…

y la certeza de que su vida acababa de volverse mucho más peligrosa.

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✨ Fin del Capítulo 6



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En el texto hay: amor, universitario, detecive

Editado: 12.08.2025

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