Ha pasado un mes desde que Klarrisa abandono la casa.
Sin tener a donde ir, se refugió en la casa que junto Azar alquila Baldo.
-¿Hasta cuando piensa seguir esta situación? - lo pregunto Azar, cuando se encontraban solos en la mesa. - Porque no... No tengo nada en contra de que Klarrisa se queda aquí, pero ella no hace absolutamente nada, no sabe ni cocinar - se explicó.
-¿Y qué esperabas? Si creció con servicio - le contesto. - Y baja la voz que te puede escuchar - dijo, mirando hacia la cocina donde se encuentra Klarrisa.
-Sí, sin embargo, bueno... Si está aquí, debería estarnos ayudando en algún modo, si no paga nada - se lamenta Azar. - Todo el dinero que tienes lo das y por lo que gastas tú y ella.
Suspirando, procede explicar en voz baja:
-Desde que salió de la casa no quiso usar las tarjetas de sus padres.
-Sí, bueno. ¿No debería estar recibiendo un sueldo por su trabajo en el hotel?
-Sí, lo tiene. Señor ya me pregunto varias veces por ella y dijo que no le quitará el trabajo que puede llegar cuando quiere, no obstante, ella sigue de necia - confiesa, cuidando con la mirada de que no llega y en voz baja para que no oiga.
-Señor si se ve preocupado por ella.
-Bueno, no les puedo cocinar, menos les puedo servir cuando no trabajan - dijo en tono divertido Klarrisa, uniéndose les.
-Sí, gracias - contesto forzadamente Azar.
A los primeros días intentaba ayudar de todos modos y fracasaba; rompiendo, quemando o arruinando todo lo que intentaba.
Así fue y con los platos y su intento de llevar más de uno en una mano.
-¿Amor, no piensas que deberías ir a hablar con tu hermano? - pregunto cauteloso.
-No, si Óscar no me llamo - contesto, despreocupada. - Él sabe que estoy bien - agregó. - A pesar de que nunca pasamos tanto tiempo sin hablarnos - pauso con una exhalación -, estoy segura de que todo está bien.
-¿Y tu papá?
-Ya te dije que él… No - dijo, nerviosa.
-No te quito el trabajo y como vez a mí tampoco - le dijo para tranquilizarla.
-Sí. Mi mamá se aparecerá ahí en el mismo momento en el que yo entro, ella tiene sus espías y no quiero verla, estoy harta - dice alterada. - Solo me quiere controlar la vida, quiere que sea como ella y ella se ha convertido en una persona a la que solo le importa el dinero y lo social que... Cree que papá es el culpable de engañarla y no ve que ella con sus actos y su manera de comportarse está alejando a todos.
-Hasta que ella no lo ve, yo no voy a regresar ahí. No puedo - concluyó al final.
-Sí, bueno. Es hora de irnos o llegaremos tarde - dijo Azar, incómodo rompiendo el silencio y levantándose.
-Sí, amor bueno nos vemos cuando llegue.
-Si - contesta ella, todavía afectada por lo que hablaron.
Al llegar al trabajo, el superior se le acerca:
-Engenc, jefe te quiere ver. Sube a su oficina.
Al llegar arriba, Baldo se encuentra con Reynaldo.
-Señor - lo saluda.
-Hola, Baldo - le devuelve el saludo un cansado padre de su novia y jefe.
-Me dijeron que me está buscando.
Con un profundo suspiro, él le contestó;
-No te estoy buscando a ti y lo sabes.
-Señor, ya le dije lo que podía decirle - contesto con dificultad.
Por una parte, es su jefe y le debe respeto además lo ve preocupado por su hija y de otra es ella; mujer que ama y teme que si habla de más ella enojada se irá y entonces nadie sabrá donde está.
-No quiero que se enoje conmigo.
-Klarrisa no tiene por qué enojarse contigo - razona Reynaldo. - Si la información que me das ni llegará hasta su madre. - Mira, yo no quiero perder a mi hija - habla con la sinceridad el señor. - Y si eso significa aceptarte yo ya lo hice. Y Klarisa debe darse cuenta. Mira, yo no sé dónde está mi hija, así que con... - dijo tomando un pesado suspiro - Ingrid no está. Tengo la sospecha de que está contigo. Y cómo en este mes comienza el año escolar que has escrito, yo... Yo renté un departamento cerca del instituto donde irás.
-Es poco alejado del trabajo, lo sé, sin embargo, me dará el gusto que Klarisa y tú se mudan ahí.
Continuó después de una pausa:
-Voy a estar más seguro por ella y por... Y ella sabrá que tiene mi apoyo, los apoyo a los dos. Si necesitan algo, yo estoy aquí. Yo quiero a mi hija - hombre desesperado, en palabras saca su corazón. - Por favor, toma estás llaves. Habla con ella, dile que llegue a trabajar.
-Ella tiene miedo de que llegara su madre al hotel, por eso no viene - tocado por las palabras, Baldo confiesa.
-Sandra - dice Reynaldo, apretando los labios - desde que Klarrisa se fue no ha venido. Bueno, si vino al principio unos días - acepta. -Ya no puede, porque debe mantener su propia mentira de que Klarrisa se fue de viaje. Por lo tanto, no creo que se le ocurra venir aquí. Sabe que estoy enojado con ella, menos se expondrá a un escándalo.
-Además, estoy solo. Óscar no viene y me llegaría bien la ayuda.
-No te retengo más - le dijo, acercándote las llaves al final de la mesa para qué los puede tomar.
Se quedó ahí, parado, mirando las llaves y no sabiendo qué hacer. Quiere hacer bien por todos y de otra tiene miedo de que saldrá aprovechado o que ella se enoje.