—Qué bien.— digo con sarcasmo.
Si ese hombre me ve estoy segura que ya descarta el contratarme.
No creo que quiera contratar a la chica que le arruinó la camisa y le gritó delante de cien personas mínimo.
—¿No estás feliz?.— me pregunta Lucy con la boca llena de pochoclos.
—Sí, solamente hay un pequeño problemita...— me levanto del sillón y empiezo a juguetear con mis dedos.
—Esto es serio... mirá como juega con sus dedos. Está nerviosa.— le dice mi hermano a mi mejor amiga, esta se pone en modo pensativa hasta que habla.
—Hay dos opciones. La primera es que ya conociste al jefe y descubriste que es un bombón y la segunda es que lo conociste e hiciste alguna estupidez.
Suspiro y la miro.
"Un poco de los dos"
—Segunda opción, ¡segunda opción!.— dice Benjamín con los ojos cerrados y asqueado.
—Tranquilo, es la segunda opción.
Aunque...—digo estirando la palabra.—... Puede ser que también sea un bombón. Mirá, te cuento. Tiene unos ojazos azules que te hace alucinar y un cuerpazo que te dan ganas de...— no puedo terminar de hablar ya que Benjamín me tapa la boca con sus manos. Lucía se ríe como loca y yo estoy a punto de hacer lo mismo.
Mi hermano siempre me celó mucho y cada chico que veía cerca mío lo golpeaba o trataba de intimidar con su cuerpo y altura.
En la secundaria ningún chico se me acercaba por eso, era irritante. Las veces que me habré enojado con él por ese motivo.
—¡Basta! ¡Malena Rodríguez una palabra más y juro que voy a acompañarte a la empresa solo para desfigurarle la cara a ese flaco! ¡¿Entendido?!.—yo lo único que puedo hacer es asentir con la cabeza.
Él me suelta y empiezo a reírme como loca porque su cara es de lo más graciosa. Cada vez que se enoja levanta la comisura de su labio y frunce el seño como anciana.
—¡Ya paren de reírse, pelotudas!.
Lucía y yo no le hacemos mucho caso y nos seguimos riendo.
—¡Bueno, bueno, ya está!.— grita mi amiga tratando de calmarse.
—Sí, sí, ya está.— digo respirando hondo.
—Che y contanos, ¿que pasó con el jefe este?.— me pregunta Lucy poniéndose una almohada arriba de sus piernas.
—Bueno, yo estaba esperando a que me llamaran para hacer la entrevista y como no me atendían fui a buscarme un café. Todo iba bien hasta que choqué con ese hombre.— pongo mis ojos en blanco al acordarme de su actitud.—Sin querer le tiré el café encima, quise ayudarlo a limpiarse la camisa pero no me dejó, solamente me gritó que era su camisa nueva y que sí era despistada por naturaleza. Entonces me cansé, le grité y me fui a la mierda.— sonreí.
—¡Ídola!.— gritan Benja y Lucy mientras me aplauden y silban.—¡Te amo Diosa!
—Gracias, gracias.— hago una reverencia mientras me río.—Tampoco fue para tanto.
—Juro que si no fuera hermano de Gerardo lo golpearía por idiota.— dice Benjamín poniéndose las manos en la cintura.
—Pará, pará, pará. Rebobina un cachito. ¡¿Hermano de Gerardo?!—pregunto sorprendida—Primero que nada, ¿Gerardo tiene un hermano y yo nunca me enteré?
Lo conozco hace tres años a Gerardo y jamás me había dicho que tenía hermanos. Eso no es algo que se te olvide mencionar.
Entonces, ese pedazo de hielo, que digo pedazo, esa heladera, ¡¿es hermano de un ángel como Gerardo?!
"Bue tampoco es un ángel pero bueno"
Debe ser terrible tener un hermano como Sebastián Anderson.
—Sí, yo también me enteré hace poco que Gerardo no es hijo único. Encima no tiene uno, tiene dos hermanos. No sé por qué nos mintió o no nos dijo. —dice mi hermano frunciendo el ceño.
Yo me sorprendo cada vez más.
—¿Pero no tenían juntadas familiares? Nosotros fuimos muchas veces a la casa de los padres y-
—Hay otra cuestión.—me interrumpe Benjamín. —Esos no eran los padres, eran los abuelos.
—Me estás jodiendo.
—Ojalá.
No puedo creer que nos haya mentido así y que los abuelos lo hayan aceptado. Es raro.
—¿Y el apellido?.— pregunta Lucy re enganchada en lo que nos está diciendo Benja.
—Ah, el apellido de Gerardo no es López, es Anderson.— dice Benjamín— Nosotros lo conocemos como López porque me dijo que no le gustaba que sepamos quién es en realidad. Piensa que por tener el apellido Anderson le hubiéramos dejado de hablar o algo así.— explica pegándose en la frente.
Mucha información para procesar. ¿Tan siquiera Gerardo se llama Gerardo? Espero que sí.
—O sea que si él es un Anderson, tiene toda la guita... — dice Lucía pensativa—Ya no me está disgustando tanto Gerardo eh, un muy buen pibe y no es para nada feo.
—Interesada de mierda.— le digo. —Yo no puedo creer que el muy maldito no me dijo que SU HERMANO era el jefe del lugar donde me consiguió la entrevista. Yo lo mato.— digo indignada.
—Che igual, ¿no reconociste al hombre más famoso del mundo cuando le volcaste el café?
—No, nunca lo había visto. Había escuchado su nombre pero nunca lo ví en mi vida. — digo recordando si lo había visto en algún lado. Por eso me dijo que era una "persona importante".
—Bueno no importa, el punto es que Gerardo nos mintió.— dice indignado y limpiándose una lágrima falsa.
—O sea que mi segundo hermano todo este tiempo...— hago un silencio dramático y sigo.—¿Me pudo haber traído ropa de ese lugar espectacular?.— pregunto indignada con la mano en mi pecho.
—¡Si! ¿Sabés toda la plata que me pude haber ahorrado si él me hubiera traído algo de ropa de ahí? Pero no importa, ¡vamos a hablar con el traidor ese!— grita Benja agarrando la llave de su auto. Más dramáticos con mi hermano no podemos ser.
—Se dan cuenta que sigo acá, ¿no?.— dice Lucía con la boca llena de... ¿gomitas? ¿De donde sacó gomitas?.
—Perdón amiga, nosotros vamos a cometer un asesinato, ¿venís?.— le pregunto con una sonrisa cínica.
Estoy tratando de ignorar el hecho de que tiene gomitas y no me está convidando. Nadie tiene gomitas en MI CASA y no me convida.