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Soy Kira una chica de dieciocho años, no muy alta, con ojos de un color muy diferente entre caramelo y chocolate, labios carnosos y cabello largo de color rojo.
Soy muy reservada, muy rebelde y hago lo que quiero cuando quiero y como quiero, pase por donde pase arrasó pero con gran corazón. No fui siempre así, pero cambie, perdí mi infancia, madure y me hice fuerte para no ser pisoteada ni humillada por nadie.
Lena es mi mejor amiga, tiene veinte años, es alta y bastante delgada, con ojos azules y labios finos, su cabello es largo y castaño. Es muy sociable y no se guarda nada para ella.
Lena y yo vivimos en el pequeño apartamento que herede de mi abuela desde hace tres años. Viví con mi abuela porque mis padres habían fallecido cuando yo era una niña.
Cuando mi abuela murió yo tenía diecisiete años; tuve un pequeño problema con los abogados de mis padres porque todavía era menor de edad. Cuando Lena supo de mi problema no dudo en independizarse de sus padres por mi, porque me quiere; los abogados aceptaron y nos dijeron que podíamos vivir en la casa.
Me tomo las pastillas y el zumo, me dirijo al baño para asearme; acabo de diez minutos salgo lista y preparada.
Llevo unos shorts vaqueros con una blusa ceñida de tirantes roja y mis covers a juego. Mi pelo está suelto y revuelto como si no me hubiese peinado.
Lena me oye bajar y gira la mirada hacia mi. Me mira de arriba a abajo, me guiña el ojo y me pregunta:
Le guiño el ojo, me pongo el casco y me monto sobre mi moto para ir a la universidad.