Se despertó entre las mantas cálidas. al sentarse en la cama, a su lado en el velador había una bandeja con comida, era: pan fresco con trozos bien cortados y crujientes de panceta, huevos fritos, con una copa de cerveza para acompañar. Milton tomó un trozo de panceta y se lo devoró enseguida. mientras masticaba, vio tras la bandeja una carta, la tomo y leyó: "Sir, luego de que termine con su comida, baje al patio; antes, asegúrese de asearse."
Milton se olió las axilas y rió, se dio cuenta que si olía mal. Leyó el final de la carta y notó que no decía quién la había escrito. Pensó que había sido el amable Dike. Cerró la carta y siguió comiendo sin darle mucha importancia. Por un instante, se percató de que hacía demasiado tiempo que no había comido bien. Milton se había acostumbrado a comer bien en la taberna con el señor Roland, a él tabernero le gustaba cocinar, y a Milton le gustaba probar sus nuevas recetas.
Después del desayuno, se desnudó y se metió en la bañera. Pudo sentir lo agradable que estaba el agua. a su lado había una esponja y jabón, los usó y comenzó a deshacerse de una gran capa de mugre.
Al salir, vio que el agua había quedado marrón, casi negra. sonrió y se dirigió donde había un pequeño espejo. Se acercó y le costó reconocerse; «tenía el pelo bastante largo, pero el baño le había ayudado, en su rostro le había crecido una barba incipiente color negra, los ojos que recordaba se habían oscurecido y no era del mismo tono de marrón que recordaba» pasó un momento viéndose, reflexionando sobre cómo había cambiado y no sabía cómo sentirse.
Se decidió a terminar de vestirse, antes de salir, dejó la cama ordenada tal y como le había enseñado el Señor Roland.
Al bajar al patio, pudo notar a sus lados unos guardias cambiando de turno, los trabajadores de la fortaleza haciendo sus tareas matutinas. Fue caminando por el patio con las manos detrás, sorprendido por lo hermosa que era la fortaleza por dentro de las murallas. a lo lejos, vio a una persona practicando tiro con arco, pudo notar que era una mujer y atractiva. Se quedó observando por un momento «si que es buena —pensó— y ademas atractiva.»
escuchó detrás: —Es muy buena, ¿no?—Milton se dio vuelta y vio a un hombre con una túnica amarillenta. «Era un hombre adulto con el pelo corto, sin barba y unas orejas salientes muy peculiares.»
—Soy el Magistrado Cletus —dijo el hombre estirando su mano para presentarse educadamente. «Los magistrados eran un tipo de hombres sabios reconocidos en todos los reinos del continente, buenos consejeros que servían a lores o reyes; también tenían alto conocimiento en medicina, historia o fe»
Milton le dio un apretón de manos fuerte, digno de un caballero y preguntó:
—¿Quién es?
—Es lady Lynette, la olvidó Sir —. Milton no la había reconocido viéndola de espaldas, se sonrojo, prefirió cambiar de tema y preguntó:
—Tenía una carta, me dijeron que bajara al patio, pero no sé quién me la dejó —dijo al Magistrado.
—Venga conmigo —le indicó Cletus, mostrándole el camino por el otro lado de la fortaleza.
Caminaban lado a lado por la muralla, viendo el cielo despejado y oyendo los sonidos de los viajeros. Cletus se decidió a romper el silencio y dijo:
—Mi lord es un hombre orgulloso, ama a su hija y a su casa —calló un instante y siguió —.
le diré:
—Mi lord está enfermo, es un hombre mayor. hace un tiempo estuvo viajando por aquí y por allá en busca de un marido para su hija, para que se casara antes de que él muriera —se frotó la mejilla pensativo y continuó, mientras Milton lo escuchaba atentamente —. creyó que lo había encontrado en Villadosrosas con Lord Birchwood. El joven Sir Hendry vino cuando raptaron a mi lady, nos informó y desapareció... Mi lord es un hombre orgulloso y determinado, detesta a los Hanley; estaba decidido a cruzar el Dorado y buscarla él mismo, pero mi lord es vasallo del trono de Lutterhal y el Rey Loren Redman debía darle permiso para dicho acto, cosa que nunca hubieran hecho, pues sería un acto de guerra contra los Reyes de las Tinieblas... Mi lord no es tonto y decidió reclutar a caballeros valientes para dicha misión; se dio cuenta de que aquel que aceptara la misión y se decidiera a correr tal riesgo sería merecedor de una buena recompensa y de la mano de su hija —Cletus le indicó que parara y concluyó —. y el resto de la historia, ¿creo que la conoces? —paro y lo miro— ¿no?.
Milton se frotó la nuca pensativo, estaba despistado, ya que no entendía por qué le contaba eso a él.
—Lo entiendo —dijo en tono educado y añadió—. ahora tendrá que conseguir otro pretendiente para Lynette —frunció el labio y preguntó—. ¿Sabe dónde están mis cosas, Magistrado? —.
Milton tenía ganas de volver a la taberna y contarle todo lo que ocurrió en la última semana al señor Roland.
—Sir —dijo el magistrado—, le diré por qué creo que usted no está entendiendo —mi lord quiere que usted acepte en matrimonio a su hija y heredera, lady Lynette —.
Milton soltó una carcajada y golpeó levemente al magistrado en el hombro, pero al ver que el gesto del magistrado era serio, paró y dijo:
—Yo, en serio —se frotó los ojos y miró fijamente al magistrado.
—Claro, Sir, usted es joven, es valiente y es un caballero —.
—Pe-pero soy de la plebe, —titubeaba— no sería apto para tal dama —contestó.
Cletus lo tomó del brazo y lo hizo volver a recorrer el camino.
—Usted sabe la historia de la Casa Moller, —lo miró y al ver la negativa en la cara de Milton se decidió a contarla.
—Sir Merlyn Moller era un gran caballero, de origen ribereño pero de baja cuna. el se enamoró de una doncella del bosque, la gran Selene, pero ella lo dejó y se fue con un rey, su magia y belleza decidieron que no era para dicho caballero pobre —Cletus se cruzó de brazos y continuó—. Sir Merlyn se convirtió en un rey poco después para demostrarle a ella el gran hombre que podía ser, pero ella lo siguió viendo como un simple caballero. luego de eso, los Moller nunca subestimaron a nadie —dijo al concluir.
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Editado: 24.05.2024