Caelina regresó corriendo a donde sus hermanastras solo para encontrarse con Blaire sosteniendo a Sylvie en sus brazos, había una gran mancha roja sobre la nieve, mucha sangre que fue derramada por la chica, imposible de saber si seguía con vida o no. Caelina no quería acercarse a verificarlo, pero tampoco podía quedarse de pie sin hacer nada más que quedarse viendo.
Sintió un pequeño jalón en su mano que casi le hizo dar un salto e invocar una nueva arma. Pero solo era Nylee junto a Tylee, ella no las había visto antes, posiblemente se habrían escondido durante la batalla. No quería culparlas, pero ahora estaba molesta al saber que habían estado ahí sin hacer nada, mientras que Caelina se había enfrentado al monstruo por sí sola. Al menos hubieran ayudado a Sylvie antes de que empeorara.
Se soltó y fue a donde Blaire. Apenas se acercó, su hermanastra se alejó de ella arrastrando el cuerpo de Sylvie.
—¡Apártate! —exclamó. Caelina se detuvo en seco—. ¡Tú le hiciste esto!
—Blaire yo no...
—¡Eres una amenaza para nosotras! ¡No te nos acerques!
—¡Blaire solo quiero ayudar!
—¡No la toques!
Caelina retrocedió, no tardó en escuchar voces que iban hacia ellas. Un grupo de cazadores y gente del pueblo se acercaba con antorchas. Para mala suerte de Caelina, Aitana Sparrow estaba entre ellos. Sintió un estremecimiento cuando lanzó un grito al ver a sus dos hijas, una sosteniendo a la otra posiblemente sin vida. Se acercó dejándose caer a su lado llorando y clamando el nombre de su hija, susurraba algo a Blaire, ella solo asentía.
Pronto Caelina sintió las miradas acusadoras sobre ella. Blaire le estaba diciendo algo a su madre, y no hizo falta escuchar para saber a qué se refería. Aitana se puso de pie y la señaló.
—Ella es la culpable —dijo. La gente murmuró ante la acusación.
Caelina se sentía culpable, pero no al punto de decir que fue ella misma quien asesinó a su hermanastra. Solo había intentado salvarlas de las garras de aquella bestia, aunque intervino tarde logró alejarlo al menos. Además de obtener un pequeño avance en saber cómo se encontraba Raven, a no ser que fuera mentira. Pero entonces, ¿cómo supo que la conocía?
—Caelina Sparrow, se le acusa de asesinato y conforme a nuestra ley real, se le sentenciará a la pena de muerte —decretó un soldado entre la multitud.
—Pero soy inocente —repuso ella—, las hadas pueden confirmarlo.
—¿De qué hadas habla?
—Las tres hadas que están justo —se volvió hacia las tías de Azure, pero estas ya no estaban ahí—... Aquí.
—¿Acaso tiene demencia?
—¡Efectivamente señor! —exclamó Aitana.
—No solo eso, también es una bruja oscura —agregó Blaire—, seguramente esa bestia era su familiar, yo la vi crear magia con sus manos.
Caelina se congeló. Blaire la había visto.
—¿De qué hablas Blaire? —preguntó su madre.
—Caelina creó de la nada una espada de cristal, ¡es una bruja! Jamás nos lo dijo.
Los presentes murmuraron de nuevo, el soldado se había puesto pálido de repente, pero trató de mantener firme su voz.
—Será llevada a los calabozos y juzgada. ¡Llévensela!
—Espere señor, es una equivocación... —trató de decir Caelina. Sin embargo dos soldados más ya la estaban arrestando.
Ella no se sentía con la fuerza para defenderse, había agotado su energía en crear la espada y combatir a la bestia. Ni siquiera podría huir, ir con Azure pondría en peligro a la princesa y ya tenía demasiados problemas.
Iría a prisión y quién sabe qué le iban a hacer ahora que sabían de su secreto. Si ya la sentenciaron a muerte, ¿qué otro castigo peor podrían darle?
~~
Cuando Sawyer llegó al palacio, evitó derrumbarse sobre el suelo con tal de que Raven no lo viera de esa forma. No estaba seguro de cuánta sangre perdió, ni el cómo esa espada le había provocado un daño considerable; se negaba a creer lo que Zamirah le contó acerca de Caelina, pero al verlo con sus propios ojos se dio cuenta de cuán peligrosa era aún sin manejar bien sus poderes.
—¡Alfie, Lexi! —exclamó llamando a sus sirvientes.
Ambos se materializaron viéndolo preocupados.
—¡Amo! —gritó Alfie.
—Me apresuraré a traer vendajes y atender su herida —dijo Lexi.
—No, yo lo haré, ustedes solo no permitan que Raven salga de su habitación, arréglenla para una cena más tarde —indicó apoyándose en la pared para caminar.
—Eh... Amo...
—¿Qué?
—La señorita Raven —comenzó a decir Alfie. Sawyer se detuvo—. No está en ninguna parte.
Apenas terminó la frase cuando Sawyer ya había abandonado el palacio saliendo de nuevo al exterior. Se olvidó por completo de sus heridas, y aunque no sabía dónde buscar, iba a encontrar a Raven.
No porque quería encerrarla, sino porque el bosque era peligroso y ella iba desarmada.
~~
Raven estaba segura de que había perdido el camino, ahora era solo nieve a su alrededor sin el rastro de sus huellas. A pesar de que aún era temprano los árboles cubrían la luz del Sol haciendo que todo fuera más oscuro y le diera un aspecto más tétrico al bosque. No se detuvo ni un momento, tampoco bajó de la yegua por si debía escapar rápido.
Con cada ruido extraño que lograba escuchar, se mantenía alerta. Empezaba a pensar en que lo mejor era regresar y mantenerse a salvo, sin embargo el pensar en que su amiga estaría en peligro se lo impedía. Estaba segura de que no dudaría en hacerle pagar a Sawyer y que ni siquiera podría verlo a los ojos de nuevo.
Logró identificar el crujir de ramas, rápidamente jaló a su yegua para regresar en un intento por encontrar el camino, pero se encontró con una pared de árboles, que antes no estaban ahí, bloqueando su camino. Raven decidió rodearlos, hasta que se dio cuenta de que solo se estaba alejando más del camino correcto.
Volvió a oír a las ramas moverse, se volvió para ver, pero solo recibió un golpe que la tiró del animal. Este relinchó descontrolándose, Raven se arrastró por la nieve alejándose de los posibles pisotones de la yegua, no obstante un nuevo golpe en la espalda la hizo caer otra vez.
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Editado: 28.05.2021