Desde su encuentro con Caelina, Azure llegaba a pensar que era igual que Daegan y que por eso se habían llevado muy bien. Los dos sabían cómo ponerla de nervios, eran igual de tercos, actuaban por impulso y no se molestaban en escuchar los consejos de alguien más. Al menos la compañía de Garrett le aliviaba la carga de la preocupación con su presencia, y le hacía preguntarse si en su vida de casados sería lo mismo.
—Toma el té, te ayudará a relajarte —dijo este insistiendo en la taza que tenía en sus manos.
Azure solo tomó un sorbo, sabía dulce, como todo lo que preparaba Garrett. Incluso las comidas más saladas llegaban a tener un toque dulce si era él quien lo hacía. Azure nunca entendió cómo lo lograba hacer, pero así era desde niños. Es por eso que los cocineros del palacio siempre mantenían las puertas de la cocina cerradas y no le permitían la entrada a Garrett; Azure nunca lo había visto, pues la mayor parte de su vida la pasó en aquella cabaña, pero era lo que su hermano le contaba y Garrett nunca lo había negado. También le dijo que lo hacía únicamente para prepararle los dulces tan especiales que a ella le encantaban.
—No puedo relajarme si te veo caminar de un lado a otro. Sé que estás igual de desesperado como yo.
Garrett se volvió hacia ella, se había quitado el chaleco y arremangado la camisa mientras cocinaba algo para ambos. Pensaba que mantenerse ocupado en algo le haría olvidar un momento la situación, pero no era así.
—No lo voy a negar, estoy preocupado por el príncipe, pero no puedo dejarte sola aquí. No mientras sigan existiendo rumores acerca de la bestia rondando por ahí. Han llegado incluso al palacio.
—¿De verdad?
Garrett recordó que Azure no sabía lo que había ocurrido con la princesa de la corte de otoño, y no estaba seguro de que decírselo fuera lo mejor. Pero por la mirada insistente de ella, decidió contarle.
—Hace apenas anoche llegó la reina Zamirah.
—Oh sí, mis tías me contaron que venían a celebrar mi regreso y al parecer algo más respecto a la princesa.
—Quería proponer una unión entre ambas cortes, casar a Daegan con Ebony.
—Pero eso no es posible debido a la maldición, ¿o sí? —Indagó Azure—, ninguna corte debe unirse con otra pues traerá calamidad a ambos reinos.
Garrett meneó la cabeza.
—No se trata de maldiciones, querida. De cualquier forma el matrimonio arreglado no era, ni es una opción. Es posible que la princesa Ebony haya muerto junto a un guardia.
Azure casi se va de espaldas al escuchar la noticia. No había tenido la oportunidad de conocer en persona a Ebony, solo oír rumores acerca de su personalidad excéntrica. Recordaba la vez en que sus padres asistieron al funeral del rey de la corte de otoño, ella ya vivía en aquella cabaña.
—¿Cuándo fue?
—Durante el trayecto al castillo, posiblemente antes de que llegaran a palacio. Zamirah culpa a tu padre por una mala gestión de su reino al no estar consciente de los peligros que existen en los bosques invernales.
—Sin embargo, y no es por desacreditar la versión de la reina, dudo mucho que haya sido la bestia la que atacó a la princesa.
—¿A qué te refieres?
Azure se acomodó en el sofá dejando la taza de lado.
—Que me parece extraño todo este asunto de la bestia. Fue muy repentino, y nosotros nos enteramos por medio de Caelina. ¿Cómo es posible que nadie supiera de su existencia? Ni siquiera nosotras que vivimos en el bosque —se puso de pie caminando a la cocina—. Cualquiera de mis tías se habría percatado si se trata de magia oscura o una criatura maligna.
—Daegan también pensó que la reina tenía algo que ver con este asunto, pero no hemos logrado encontrar nada, no mientras ella nos siga a todos lados, parece que siempre nos está vigilando aún cuando no está presente.
Azure se lo pensó un momento, reconocía que Garrett no era muy creyente de las leyendas abundantes que rondaban el país y las cuatro cortes, pero si estaban hablando de una bestia que atormentaba al reino, entonces podría abrirse a otras posibilidades.
—Vigilar sin su presencia, ver cada rincón de cualquier lugar sin estar allí. ¿No te suena a algo que cierto objeto puede hacer?
Garrett se volvió hacia ella incrédulo, pero no la contradijo. Dejó que siguiera hablando.
—Sé que suena imposible, pero, ¿y si la reina Zamirah posee el espejo de cristal?
—Tú lo dijiste, es imposible —caminó hacia ella tomando sus hombros con cariño—, mi amor, eso es solo una leyenda.
—También lo eran las criaturas mágicas y, adivina, mis tías son tres hadas y estamos siendo atacados por una bestia.
—De cualquier forma, si Zamirah lo tiene no podríamos comprobarlo. Seguramente lo esconde muy bien, nos traería problemas nos atrapa buscándolo.
—Tal vez mis tías, o incluso Caelina podría hacerlo.
Para sorpresa de Azure, Garrett no pareció en desacuerdo.
—No estaría mal, podría ser durante el baile, todos estarán distraídos con la fiesta. Solo queda que Daegan la encuentre.
—Ruego porque sea así.
Garrett tomó sus manos y la atrajo hacia sí, había pocos momentos en los que podían estar juntos como una pareja normal, pues solían estar acompañados por las hadas o por el príncipe. El chico la tomó del mentón y con el pulgar recorrió su labio inferior. Azure no pudo contener una pequeña risa.
—¿Te he dicho que tienes unos ojos hermosos?
—¿Estás usando las misma tácticas de coqueteo de Daegan?
—Tal vez, sin embargo a mí sí me funcionan.
Azure rio divertida, pero en seguida Garrett había puesto sus labios sobre los de ella en un beso dulce y afectuoso. La rodeó con sus brazos escalando en la intensidad, ella le permitió recorrer su boca como si nunca lo hubiera hecho, como si deseara grabarla en su memoria o guardar el tacto entre ellos para no olvidarlo nunca.
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Editado: 28.05.2021