Capítulo 3

Que curiosa la vida. 

Siempre llevándote a momentos incómodos.

Taehyung se separa lentamente de la chica y me mira con furia y después con confusión, el reconocimiento se hace presente y yo no puedo estar más roja por lo que vi. 

—Estoy ocupado, largo.—habla y regresa a la boca de la chica que lo recibe gustosa sin importar que los este viendo.

Me molesta este trato, ¿Por qué no puedo tener un empleo con alguien profesional? Esto no es para nada profesional, liarse frente a tu trabajador.—Necesito maquillarte tu entrevista es en una hora.

Se aparta de la chica y mueve su mano en un gesto para que se retire. La chica coreana baja sin mediar una palabra pero tiene una sonrisa de satisfacción, se abotona los botones de su blusa. 

Dios, le acabo de ver el sostén.

Se encamina hasta donde estoy y me da una mirada de superioridad.

Como si quisiera ser ella. Jamás.

—¿Cómo es posible que estés aquí? Recuerdo haberte despedido.— habla Taehyung, está recostado en el tocador donde hace solo unos segundos estaba liándose. Su cabello está desordenado y su playera esta arrugada. No bajo la vista más abajo, no quiero más sorpresa pero vamos, que la curiosidad mata y doy un pequeño vistazo. Enrojezco.— Mis ojos están acá, brillos.

—No me llames brillos, soy Amy tu estilista.— recalco lo último. Me cruzo de brazos y avanzo hacia el otro lado del tocador donde esta mi material. Escucho una risa y susurra algo en coreano que no logro entender, lo ignoro pero ahora que esta a menos de un metro de mí parece imposible. Me concentro en agarrar las brochas que utilizaré, me niego a fallar en la única misión que tengo hoy.

Maquillarlo.

—Entonces, Hyung no hizo caso.— resopla molesto. Se acerca peligrosamente a mi y me pongo nerviosa y se me cae una brocha.—Dime Amy ¿Cuántos años tienes? pareces una estudiante y prohibí que contrataran a aprendices locas pero al parecer Hyung no esta respetando mis decisiones.

Vamos, que parezco más joven de lo que soy pero no tanto. Hablo muy digna:— Tengo 21.

Y él tiene 25.

—No parece.— se encoge de hombros y se deja caer en la silla, todo relajado y cierra sus ojos. Suspiro agradecida que no diera tanta guerra.— Pero te advierto algo brillos, si empiezas a convertirte en una fan desquiciada estás despedida y Hyung no se interpondrá.

Es una amenaza recibida, procesada pero no aceptada.— Tranquilo, antes de venir a Corea ni siquiera sabía tu nombre.

Ríe falsamente.— Y de ahora en adelante nunca lo olvidarás.

Ruedo los ojos y me concentro en maquillarlo, me dejo llevar por mi experiencia y hago mi magia. Su piel es perfecta, ninguna imperfección a la vista así que será más fácil. Aplico un poco de corrector bajo sus ojos y difumino con is dedos delicadamente. Estoy tan cerca de él y no se inmuta ni abre los ojos. Aplico un poco de color en sus labios con los famosos tintes que me parecen una invención extraordinaria porque lo hace ver natural, tiene el labio inferior más regordete que el superior. Lindo. Suspiro, que lástima que de esa boca salgan puras bobadas. 

Hay un chupeton en su cuello y trato de cubrirlo  rápidamente.

Paso a su cabello y según las indicaciones debe llevar un estilo despeinado. El típico despeinado pero que se tarda horas en tardar. Paso mis dedos por su cabello negro y me sorprende lo brilloso que se ve a pesar de usar muchos tintes. Me imagino jalándoselo por lo idiota que es.

Nos mantenemos en silencio todo el rato hasta que tocan la puerta y entra la misma chica que se estaba liando con él hace rato y con ella, el vestuario de Taehyung. 

Asi que Celeste debe conocerla, apunto mentalmente que me cuente el chisme. Le doy pase y como ya voy a terminar guardo algunas cosas.

El dueño del vestuario abre los ojos y agarra su móvil sin prestarle atención a nadie. La chica le lanza no muy sutiles miradas pero todas son en vano. Con un suspiro de resignación se va no sin antes darme otra mirada de superioridad. Cuando cierra la puerta se me sale una pequeña carcajada. Taehyung levanta su vista hacia mi y me aclaro la garganta.

—Lo siento, me acorde de un chiste.—me acerco pero alza su mano para que me detenga. Se para y da pasos lentos hacia mi hasta quedar muy cerca, choco con la puerta al no poder retroceder más.

—Espero que Hyung no se entere de lo que viste en la mañana.— su tono es mordaz y bueno, no es algo con lo que no he liado antes, mi padre puede ser aun más atemorizante. Sus cejas están fruncidas y está tan cerca que siento su respiración.

—Entonces no deberías haberlo hecho, no es nada profesional.— respondo intentando sonar firme pero me es difícil teniéndolo cerca.

Es muy hermoso.

—Y tú no deberías haber entrado sin tocar.—refuta.— ¿Acaso eso no te enseñan desde niños? No ha pasado mucho para ti.

—Recuerdo haberte dicho que tengo veintiuno.—contesto amarga, mi estatura es un tema delicado para mí. Recuerdo a mi  madre lamentar eso con creces, no ser tan alta como para ser modelo como ella lo fue era algo que le había frustrado.

Taehyung ríe esta vez con gracia, la voz detrás de la puerta hace que me sobresalte.—¡En veinte salen!

Miro al hombre frente a mi y nos quedamos unos segundos así teniendo una pequeña batalla. Su mirada me recorre la cara con detenimiento y hago uso de todo mi esfuerzo para no apartar la vista asi que yo también lo evalúo. Cejas negras espesas y unos ojos negros que solo demuestran indiferencia, sus nariz no es recta pero no le da un mal aspecto, al contrario, lo hace ver más rudo de los que es. Y por último esa boca que llama al pecado. 

Me aclaro la garganta porque me he quedado como un desierto ahí.— Deberías cambiarte, necesito terminar contigo.

Levanta su dedo y recorre delicadamente mi cara.—Pero si ni siquiera hemos empezado, brillos.

Se aleja de mi y se saca la playera que llevaba. ¡Madre mía! Tiene los abdominales marcados, los cuento rápidamente. Seis. Seis muy pecaminosos cuadraditos y tiene la típica V que se marca en los laterales como si fuera una invitación a un infierno ardiente.