Miro el techo de mi habitación recapitulando todo lo pasado hace tan solo unas horas atras. ¿Cómo es que casi arruine mi carrera por un beso?
A pesar de que Taehyung dijo que iba a guardar el secreto es más qje obvio que la he arruinado, nada de casi, mi relación profesional con él, porque ¡demonios! como lo miraré a la cara otra vez si los recuerdos me asaltan cada cinco minutos.
Toco mis labios como si aun pudiera sentir la sensación de los suyos.
Volteo mi cara y frunzo el ceño.
No.
Esto tiene que parar.
Me levanto de mi cama y busco a tientas mi móvil para alumbrar mi camino, todos deben de estar durmiendo porque son las tres de la madrugada pero claro, acá ando yo como zombie con insomnio. A unos cuantos pasos de la cocina escucho voces. No entiendo nada pero reconozco quienes están ahí.
Jaime y Yang Mi.
Quizá debería irme, total ni sed tenía.
Retrocedo un paso pero entonces escucho.
—¡Todo esto es tu culpa, estúpido!
El asombro me hace abrir la boca, mi cara se contorsiona como si estuviera gritando en mute.
—¡No necesitaba tu ayuda, yo podía manejarlo sola llegaste a empeorarlo todo, ahora estoy arruinada solo por tu maldito complejo de héroe!— Yang Mi destila enojo, cólera y lo que creo que es tristeza, no lo sé.
—¿Controlado? Por favor Yang Mi ¿Es que estás de broma? si yo no hubiese llegado...—se detiene abruptamente, escucho como parece indignado por todo lo que dice nuestra compañera de piso.—Ni siquiera quiero pensarlo.
Hay un largo silencio en el que siento el aire pesado y el ambiente incomodo. Es hora de irme, avanzo en puntillas pero no llego tan lejos porque mi celular suena.
Un mensaje.
La luz de la sala se prende y ya ni siquiera volteo para saber quien fue. Yang Mi me voltea con rapidez. Su rostro está rojo y me mira como si quisiera que me partiera un rayo. Trato de mantener la cara seria porque parece querer saltar sobre mi si muevo siquiera un músculo de mi cara.
—¿Qué has escuchado?—sisea rabiosa. Me agarra del codo zarandeándome cuando me quedo callada. Duele pero me descoloca toda la situación haciéndome quedar en shock como tantas veces atrás.—¡Contéstame!
Jaime se interpone entre nosotras, saca la mano de Yang Mi y ya veo como se va poniendo de un rojo a un morado. En un instinto lo cubro pero Jaime lo ha visto y parece igual o hasta más sorprendido que yo. Mira a Yang Mi como si fuera la primera vez que lo hace y niega con la cabeza.
—Estás cruzando la raya, Yang Mi. ¡Reacciona!¿Qué demonios pasa contigo? Amy no tiene que aguantar tus mierdas.—no salgo de mi estupor hasta que veo que Yang Mi levanta la palma de su mano y golpea a Jaime.
No, no.
Haz algo, haz algo, por el amor de Dios ¡Muévete!
Pero mi cerebro parece no querer hacer caso a mis mandatos.
Yang Mi mira perturbada como Diego niega hacia su dirección, no sé que mirada le estará dando pero por la forma que lo está viendo puedo creer que es más que decepción.
—Yo no...
—Solo vete.— habla cansino Diego, veo sobre su hombro como mi compañera de piso da un paso atrás y su cara ya no refleja nada solo frialdad y seriedad. Se va sin decir nada más y tras unos largos segundos me pongo delante de Jaime.
La vergüenza no me cabe en el cuerpo y siento como mis ojos se llenan de lágrimas.
—Lamento no haber reaccionado, esto es mi culpa.—susurro. Jaime aprieta mi hombro y gentilmente acuna mi mejilla.
Me sonríe y puedo ver lo enrojecido que esta su cara.—Amy, no te puedes culpar por las acciones de los demás.
—Pero fue mi culpa, si tan solo yo no hubiera...
—Para, Amy, solo para.—señala su mejilla.—No fue tu mano la que me hizo esto y no fue tu boca de la que salió tanta rabia, así que no te tienes porque disculpar. Y si hay algo sería por querer tomar algo de agua o ¿acaso eso ya está penado con cárcel y yo me he saltado a la autoridad?
Trato de sonreír, sus palabras son como un bálsamo para mi culpa.—Jaime, eres todo lo que está bien en este mundo ¿lo sabes?
—Por supuesto que lo sé, ahora ve a dormir o si no serás más ojeras que persona y si ya de por si toda tú eres de tamaño mini imagínate como esas ojeras serán toda tu cara.—me dirige hacia mi habitación y tengo el presentimiento que lo hace porque el cuarto de Yang Mi es justo al lado del mío, su puerta está cerrada y su luz apagada.
—Buenas noches Amy.
—Buenas noches Jaime.
Me voy a la cama no sin antes ver el mensaje que desató toda la tragedia.
Es de mi madre.
No lo leeré.
No puedo.
Lo eliminó sin abrirlo porque soy una cobarde y si leo lo que ha escrito no podré soportarlo.
Otra vez.
(...)
Celeste prácticamente me arrastra para llegar a la empresa. Tengo dos cafés en la mano y un abrigo que parece ser la manta de mi cama. Me siento como un burrito, todo enrollado y relleno.
¡Que frío Dios Santo!
Pasamos nuestras tarjetas para poder entrar.
—Mi pobre amigo Jaime, le llevaré chocolates en el almuerzo.— responde Celeste cuando le cuento lo que pasó con Yang Mi. Nos subimos al ascensor y solo somos las dos, me recuesto contra una esquina y tomo mi café.—Pero si te soy sincera no me sorprende, Yang Mi es muy explosiva incluso en el trabajo.—hace una mueca.—nadie quiere acercarse a ella porque suele insultarlos pero la he visto cuando está sola y hay algo en ella que me da tanta pena.
Mi amiga parece que va a llorar mientras que cuenta la ahora trágica de Yang Mi.—Celeste, estamos hablando de Yang Mi.— le recuerdo.— la chica que nos dio una bienvenida y despedida a la vez.
—¡Lo sé!— lloriquea y la miro con horror.—Pero como nadie quiere acercarse a ella me mandan a mi y me gusta pensar que hay un lado bueno en ella para tenerle paciencia.
Se abren las puertas del ascensor y dos chicas nos miran extrañadas, bueno, en realidad miran a Celeste que ha sacado un pañuelo y se está sonando la nariz. La guío fuera del ascensor y tomó otro gran sorbo de café sin importar que me queme la garganta.—¿Nos vemos en el almuerzo?