El Final Del Cuento De Hadas

10

La belleza física, a veces, es más letal que un arma de fuego. Y yo me dejé quemar

2 meses después

Ya habían pasado dos meses desde que conocí a Caleb, no había pasado nada interesante la verdad.

Hace una semana había sido su cumpleaños número 31 y con Fran lo invitamos a cenar, aunque claro, yo pague todo porque Fran no tiene dinero.

Todo iba más que bien con Caleb, a veces venía a mi casa o íbamos algún lado los tres juntos. Porque en serio, a veces teníamos citas los dos solos, pero más que nada siempre la llevábamos a Fran. A Caleb le caía muy bien ella, y se notaba.

Cuando venía a mi casa, la ayudaba por ahí con los deberes, jugaban a la play juntos o algun juego de mesa.

Los únicos que aún no tenían el gusto de conocerlo, eran Patrick y Aurora. Pero supongo que la lo irán a conocer.

Me encantaban como estaban yendo las cosas con él. Me gustaba él. Me encantaba él. Me sentía una adolescente cuando le gusta un chico.

Estaba en la cocina viendo que faltaba comprar, para hacer la compra general. Cuando tocaron el timbre de la entrada.

Me encaminé hacía la puerta y cuando la abrí la sonrisa de Caleb fue lo primero que vi. Le devolví la sonrisa

—Hola guapa—me dio un beso en la mejilla

—Hola Caleb—me hice a un lado para que él pudiera entrar

Nos dirigimos hacía la sala y Fran llegó corriendo, vio a Caleb y fue directamente a abrazarlo

—Hola pequeña, ¿cómo estás?—dijo él aún viéndola a los ojos

—Bien, ¿y tú Caleb?

Les sonreí a ambos y me dirigí nuevamente a la cocina dejándolos solos con su charla, mientras yo seguía con mi lista de compras. Una vez terminé con mi lista, volví a la sala. Cuando ambos me vieron se callaron inmediatamente. Los miré con una ceja levantada. Algo tramaban estos dos

—Bien, no sé que traman, y tampoco me interesa. Pero por favor, que no sea nada sobre destrozarme la casa o ensuciarla o algo al respecto, por favor—mire a ambos. Luego me giré hacía Caleb—tengo que ir al supermercado, ¿me quieres acompañar, por favor?—le sonreí

—¡SI!—dijo con un entusiasmo que me asustó

—Okey... Vamos rarito—dije viéndolo raro—ya volvemos Fran—me acerque a ella y le di un beso en la frente

—Termina de hacer eso que tienes pendiente—dijo Caleb y lo mire extrañada. ¿Qué se traían en manos estos dos?—tenía un deber que no entendía, y que me pidió ayuda—me sonrió y asentí con la cabeza entendiendo

—Vale. Cierra la puerta cuando nos vayamos. ¿Si?—Fran asintió con la cabeza

Salimos de la casa con Caleb y él me agarró de la mano para guiarme hasta su auto. Me abrió la puerta del copiloto, le sonreí y me subí. Por estos actos que tenía es que me gustaba. Dio la vuelta y se subió en su lugar correspondiente

—¿A dónde, bella dama?—preguntó viéndome

—A Northgate. Siempre compro ahí—le sonreí

—Entonces vamos allí

Puso el auto en marcha y nos dirigimos hacia el supermercado. Una vez que llegamos. Caleb aparcó el auto y nos bajamos.

Entramos al supermercado y Caleb cogió un carrito. Él lo llevaba, mientras yo iba viendo mi lista en el celular e iba cargando el carrito.

—¿Qué más te falta?—preguntó él viendo el carrito casi lleno

—Ahora debemos ir por la leche, el yogurt. Luego de ahí, iremos por los cereales que come casi siempre Fran. Luego un par de cosas como sal, azúcar, orégano, pimienta y ya podemos volver a mi casa—le sonreí y él me miro como si estuviera loca, me reí

—Tienes un montón de cosas aquí. Como para tres meses—dijo empujando el carrito en mi dirección

—No seas exagerado—me reí—sucede que prefiero comprar así. Todo de una para todo el mes, para no estar viniendo cada dos por tres al super. Digamos que no soy muy fanática de venir aquí—me reí

Llegamos a dónde se encontraba la leche y cargué la caja donde te venían todos los botellones de leche. Luego agarré dos botellas de yogurt.

Una vez que estuvo todo de la lista en el carrito. Nos dirigimos a la caja para pagar todo.

Estábamos en la caja registradora, y la señora estaba terminando de pasar las cosas por la máquina. Una vez que terminó, le di mi tarjeta de crédito.
Caleb llegó a mi lado una vez se fue a dejar el carrito a su lugar y me dio un beso en la mejilla, le sonreí.

La señora me devolvió la tarjeta y nos sonrió a ambos con ternura

—Que bellos son. Ojalá duren muchos años más—me entrego las bolsas y se digno a atender a las siguiente persona detrás de mi.

Caleb sonrió y yo quería responderle que no eramos nada, pero ya no tenía tiempo. 



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En el texto hay: romance, misterio y drama, dolor y odio

Editado: 15.02.2020

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