El fracaso de Katty Thomson.

Capítulo 2:

El sábado por la tarde estaba sumamente cansada, las pesadillas se habían vuelto interminables desde que mí psicóloga volvió a bajar la dosis de mis pastillas para dormir, tardaría en acostumbrarme, alrededor de dos semanas. Me había dado el permiso de trabajar siempre y cuando, sea capaz de controlar mis ataques.

 

El viernes había sido interesante gracias a Iván, ese chico me intrigaba, al llegar se sentó a mi lado tendiéndome unos Doritos y un auricular para compartir música, fueron unos excelentes quince minutos. No entendía su comportamiento tranquilo y amable, no habíamos cruzado más palabras que un simple "Adiós" cuando entré a la consulta.

 

— ¿Le dirás a papá sobre trabajar? — preguntó poniendo el concierto en vivo de Exo, genial, apenas empezaba.

 

— No importa que pasé, siguen siendo el mejor boygroup de la historia — metí un montón de crispetas en mi boca — y sí, le diré a papá, aunque estoy un cien por ciento segura de que me pondrá a trabajar en alguno de sus negocios.

 

Aby se carcajeo — eso es seguro, no lo dudes. Te tendrá donde pueda ponerte el ojo.

 

Gruño — Es increíble cómo nos pegó la fiebre del kpop desde que convivimos con Jiyoon.

 

— Dios, tener una compañera de piso que durante todo un año puso bandas pegajosas tiene sus secuelas.

 

— Totalmente de acuerdo — suspiré — aunque muchas canciones que Lee ponía me animaban.

 

— ¿Crees qué papá se entere si invito mañana unos amigos? — preguntó temerosa. Escupí las crispetas — ¡Kat, eres asquerosa! — tomo unas toallitas para limpiar mi desastre.

 

— Lo siento — avergonzada, tomé las toallas de sus manos para botarlas mientras ella se lavaba las manos — pero ¿tú queriendo hacer una reunión sin permiso?

 

Se recostó de la encimera — Sé que suena ilógico pero la verdad el grupo me cae bien, me dijeron para hacer algo, pero quisiera que estuvieras y sería más cómodo para ambas hacerlo en casa.

 

Sonreí llena de dulzura y apenada, todo lo hacía entorno a mí, lo sabía — puedes salir si quieres, me quedaré en casa para que disfrutes.

 

Hizo una mueca — Dudo que tengas tranquilidad con papá haciéndote un montón de preguntas, además, es tiempo de que compartas.

 

— Aby — advertí.

 

— Estaré más cómoda si estás conmigo — suplicó con un puchero.

 

— Desactivamos las cámaras de seguridad del apartamento, las cuales siempre me aseguro de que no tengan conexión en casa — hizo una mueca de horror — lo sé, tuve que hablar con mamá para que lo reprendiera. Segundo, le décimos que estamos llenas de tareas y proyectos, así como hacemos siempre cuando no queremos que nos moleste los domingos, tercero, tenemos que limpiar este lugar. Puedo encargarme de las compras.

 

— ¡Eres la mejor! — me alzó dándome un sonoro beso en la mejilla.

 

— Sisisi — me alejé — mucho amor por un día.

 

— Imbécil.

 

— 0 —

 

Cerca de las ocho de la noche, íbamos camino a cenar. Traté de arreglar mi espeso cabello negro a través del espejito del coche haciéndola irritar— Te ves genial, deja de arreglarte a cada cinco minutos.

 

— Uh,uh.

 

Miré una vez más mi reflejo, mi piel color canela hacía resaltar el delineado negro y mis labios rojos — Aunque no creo que a mamá le agrade tanta ropa negra — asentí, lo sabía, pero me gustaba. Chaqueta y pantalones de cuero negros, una camisa amarilla y unos botines, igual negros.

 

Mi hermana por su parte, llevaba un suelto vestido rosita que marcaba sus atributos y unas sandalias planas, tenía rímel y gloss. Se veía hermosa con su cabello lacio cayendo con suavidad — Quiero ver la cara de papá cuando vea ese vestido.

 

Rodó los ojos, sin despegar la vista del camino — Mamá lo escogió — se encogió de hombros — estaba insistiendo mucho en esta cena, solo espero que no nos tenga alguna sorpresita.

 

Chasquee la lengua, siempre nos quería buscar parejas adecuadas y potenciales, sin importar nuestros sentimientos y opiniones para su mala suerte, éramos mayores de edad. Solía amenazarnos con dejar de pagarnos la universidad, aquello tenía más efecto en la futura médico. En mi caso, le respondería lo mismo no necesito la universidad, si pude conmigo mismo por tanto tiempo. Eso lo callaba y lo mantenía quieto. Sin embargo, solía presionarme haciendo lo mismo con Aby.

 

Era tan estúpida aquella idea, jamás permitiría que manipulara mi vida. Por más agradecida que esté. Hice una mueca al ver un coche de alta gama aparcado fuera de la casa — Lo sabía.

 

— Mamá mencionó un nuevo socio, debí suponerlo.

 

— ¿Crees que sea engreído y ambicioso?

 

— ¿Cómo todos los demás? — reímos — eso es seguro.

 

Aparcamos, tomando nuestros bolsos salimos para encontrarnos con la señora Adriana, alias mamá. Su aspecto elegante nos hizo entender que nos habíamos equivocado de ocasión — ¡Niñas! ¿tan informarles? — nos recibió con abrazo y un beso.

 

— No lo sé, quizás nos dijeron que era una cena en familia — marqué de forma mordaz, acentuando la última palabra.

 

Alzó una ceja — Su padre me prometió que les había dicho la verdad.

 

— Pues no lo hizo — contesté seca.

 

— Estoy cansada de esto — masculló Aby.

 

— Solo quiere lo mejor para ustedes — suspiro — a su modo.

 

— ¿Al menos podemos quedarnos así?

 

— No seas grosera, señorita — me regañó con su dedo amenazador.

 

— Lo siento — me disculpé apenada.

 

— Sí, pueden quedarse así — hizo una mueca hacía mi hermana — aunque sugiero que te cambies.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.