El domingo por la mañana, todo estaba mucho más calmado, solíamos discutir de esa manera gracias las decisiones de nuestro padre.
— Lamento todo lo que dije ayer — levanté la vista de mi portátil para ver cómo me tendía una rebana de cheesecake de limón. Mi favorito.
— Lo sé, no era necesario — la abracé tratando de calmar su angustia.
— Soy una malcriada — sollozó.
— No lo eres, solo te falta seguridad.
— Tú me das seguridad — me guiñó el ojo.
— Tonta — estaba sonrojada — ¿Aún haremos esa reunión?
— Por supuesto — sonrió — no creo que papá venga.
Negué — Tardará al menos, tres días.
— ¿Qué debería comprar?
— ¿Cuántos son?
— Tres chicas y cinco chicos.
— ¿Todos de ellos toman?
Asintió — También fuman y comen como marranos, pero son chicos excelentes.
— Confío en ti — guardé la tarea mientras terminaba mi postre — debemos ir de compras.
— Puedes invitar al tal Jake — sugirió bailando sus cejas.
— Ni de chiste.
— 0 —
Dos horas después, terminaba de arreglarme para ir de compras. Un vestido sencillo blanco con unas vans y una coleta, sin maquillaje. Tomé mi bolso para encontrarme con Aby sentada en el sofá, ya lista, jugando con su celular. Llevaba unos shorts, camisa azul y converse negras. Me puse mis gafas de sol negras.
— ¿Vamos? — asintió tomando sus cosas y saliendo del apartamento.
— ¿Vamos en auto?
Lo pensé por un momento — Sería más fácil, debemos cargar muchas cosas.
— Genial, no me aparecía caminar.
En cuestión de minutos, llegamos a el supermercado más cercano. Entramos a la tienda agradecidas por el aire acondicionado — ¿A dónde primero?
— Alcohol.
Fuimos a la sección de licores, metí una botella de ron, dos de vodka, una sabrosa llamada coconut, la cual era más suave para nosotras — siento que no alcanzará.
— Pensaba lo mismo, deben tomar a montones.
Puse dos más de ron y otra de coconut, era divino — sabes que no debes tomar en exceso — advirtió.
— Lo sé, es una bebida suave.
Al contrario del ron barato que tomaba a montones.
Tomamos algunas gaseosas, golosinas, cosas para comer, cigarrillos de frutas y menta. Me estremecí al ver a Iván delante de nosotros — ¡Iván! — chilló Aby haciendo que el chico volteara a vernos, tuve la enorme necesidad de esconderme detrás de mi hermana.
— ¡Aby! — sonrió — ¿Katty?
— Oh, Hola Iván — saludé con timidez.
— ¿Se conocen? — preguntó sorprendida.
— Terapia — respondimos al mismo tiempo.
— Oh, tiene sentido ¿Irás a la reunión más tarde?
Pasó a pagar sus cigarrillos — No estoy muy seguro.
— Ve — pedí en susurro. Me moví detrás de la espalda de mi hermana, sintiéndome pequeña.
— Está bien — aceptó con una sonrisa.
— Siguiente — gruñó el cajero.
— Nos vemos — se despidió Aby, agite mi mano.
— Adiós.
Comenzamos a pasar las cosas mientras la morena aún me miraba sorprendida — ¿Cómo es qué todos le suplican a Iván para que vaya y vienes tú con una sola palabra haces que acepte, sin dudarlo?
Me encogí de hombros — No tengo ni idea.
Terminamos de realizar las compras para luego dirigirnos a casa a limpiar todo, demoramos alrededor de dos horas. Estaba agotada — ya sé porque odio tener amigos — estaba tirada en el piso con el cabello pegado a su rostro debido al sudor.
Reí desde el sofá — al menos tienes amigos.
— Calla — bufó — le he hablado bastante a mi grupo sobre ti, seguro Iván sabía quién eras cuando nos vio juntas.
— Seguro.
— Les he mostrado fotos de nosotras, pero siempre sales medio escondida.
Rodé los ojos — Odio tomarme fotos.
— Solo eres muy tímida.
Mire la hora en mi celular, casi las seis de la tarde — ¿A qué hora vienen?
— Cerca de las ocho y media, mañana todos tenemos clases.
Bufé — me siento tan anormal quedándome en casa todo el tiempo.
— Quizás podamos hablar con papá para que te integres tipo semipresencial — sugirió.
— No creo que acepte.
— Podemos aprovecharnos de su sentimiento de culpabilidad por lo de la cena.
— ¿Eso no es demasiado?
— Nah.
— Llamaré a mi psicóloga mañana temprano, antes de hablar con papá.
— Genial — dejó su celular en la mesita de café, levantándose — deberíamos arreglarnos.
Asentí, siguiendo su camino por el pasillo.
— 0 —
Me coloqué un jeans tiro alto, una blusa suelta con pequeñas sandías y converse negras. Mi rebelde melena estaba debidamente planchada haciéndola manejable, me apliqué rímel, delineador y labial rojo. Hice una mueca, debería sacarme un flequillo.
Empecé a arreglar la barra de desayuno con algunos vasos y aperitivos, me tire en el sofá para poner algo de música — ¿cómo me veo?
El pantalón entallado resaltaba a la perfección sus piernas y caderas, una hombrera negra con volados, sandalias planas. Su cabello rizado y algo de gloss — Te ves genial.
La puerta sonó, eran las ocho en punto. Alguien llegaba temprano — ¡Ethan, puntal como siempre!
Un chico de mediana estatura y ojos verdes entró a la sala — ¡Tú debes ser Katherine!
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Editado: 12.06.2020